MADRID (EP). Científicos del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols, centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), han liderado un estudio que ha demostrado en ratones que una deficiencia en el metabolismo de las hormonas tiroideas puede derivar en trastornos mentales.
Estudios previos han demostrado que estas hormonas son esenciales en el desarrollo y funcionalidad del cerebro y, para que proporcione unos niveles cerebrales apropiados, es fundamental la actividad de la proteína 'desyodasa tipo 2'.
Y en este trabajo que publica la revista 'Psychoneuroendocrinology', en el que también participan investigadores de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), han observado que la ausencia de esta proteína desencadena trastornos emocionales derivados probablemente de un estado de hipotiroidismo cerebral.
Una deficiencia en la disponibilidad de hormonas tiroideas en el cerebro puede derivar en alteraciones neurológicas graves y trastornos psiquiátricos, en particular trastornos del estado del ánimo, dado que las hormonas tiroideas juegan un papel esencial en el desarrollo y función del sistema nervioso central.
La glándula tiroides sintetizan mayoritariamente la prohormona T4, pero la mayor parte de las acciones de las hormonas tiroideas son mediadas por la T3, la principal forma activa a nivel genómico. En el cerebro, la desyodasa tipo 2 (D2) tiene una gran importancia, ya que de su actividad depende la formación local de T3 a partir de T4.
En este trabajo los investigadores se centraron en la deficiencia de D2, y evaluaron mediante pruebas de comportamiento las capacidades de aprendizaje y memoria y conductas de ansiedad en ratones adultos deficientes de la proteína D2. Además, analizaron el estado tiroideo en dos regiones cerebrales involucradas en estos procesos conductuales: la amígdala y el hipocampo.
Los resultados revelaron que los ratones deficientes de D2 no presentan alteraciones en el aprendizaje y la memoria espacial, que dependen del hipocampo. Sin embargo, los ratones sí presentaron disfunciones emocionales, ya que tienen potenciada la memoria del miedo, además de un aumento en la conducta de ansiedad; todos estos procesos que dependen de una correcta función de la amígdala cerebral, una región del sistema límbico.
Un análisis más profundo reveló que, a pesar de la posible implicación de la amígdala en estos trastornos emocionales, el gen que codifica la D2 no se expresa en esta estructura en ratones adultos, mientras que sí aparece en otras regiones, como el hipocampo.
"La evaluación del estado tiroideo de la amígdala y el hipocampo reveló que ambas estructuras cerebrales presentan un estado de hipotiroidismo en los ratones deficientes de D2. En la amígdala, este estado de hipotiroidismo parece estar asociado con un descenso en la expresión de una proteína ligadora de calcio, Calb2, que podría estar afectando a la actividad neuronal en esa estructura y, de este modo, podría contribuir a los trastornos emocionales observados", detallan los investigadores.
Estos resultados ponen de manifiesto la importancia de mantener niveles apropiados de hormona tiroidea en el cerebro, en especial mediante la generación local de T3, para evitar trastornos emocionales. Además, las observaciones pueden contribuir a entender los posibles trastornos emocionales presentes en humanos con polimorfismos en el gen que codifica la D2 (DIO2).