Momentos que son un regalo. Vinos que son un regalo. Regalos que vienen y se irán. Como los Reyes Magos y sus camellos que hace unos días nos visitaron
Así que vamos a disfrutarlos antes de que se esfumen, que eso es lo nuestro, hedonistas, pasarlo rebién. Iremos abriendo lazos y paquetes en forma de botellas. De unas cuantas de esas que valen infinitamente más de lo que cuestan. Rememoramos la sabiduría del que nos dijo que “sólo el necio confunde valor y precio” (Francisco de Quevedo).
Ahora que ya pasamos los navideños momentos de atizar al cuñado, llega la paz a nuestros ojos y nos disponemos a tener la mejor sensación. La de los vinos para gozar sin pompa, trompa o circunstancia. De encuentros con guapitos, confesiones e incluso abrazos. Porque nada nunca es imposible entre tanto brindis y buena gente. La más auténtica.
Empezamos con el aperitivo. Estaba escrito. Todo lo estaba en realidad. Y para celebrar que así sea nos servimos un Fino en Rama Arroyuelo (Primitivo Collantes). Punzante, sabroso, equilibrado. Es Cádiz y sí, atrapa para siempre. Y, como no podía ser de otra manera, lo tomamos con un boquerón en vinagre. Sólo uno. Pero con la mejor compañía, la de una aceituna. Sólo una.
Con el Fino Lagar Blanco (Bodegas Lagar Blanco) recordamos con satisfacción que en Montilla-Moriles se hacen estupendos vinos secos de uva Pedro Ximénez. De esos que complacen junto a otro de los grandes placeres de la vida: conversar. Y comer. Una tapita de cecina y almendras fritas, por favor.
Damos un brinco hasta Galicia, que mira que nos agrada saltar de charco en charco. Allí nos espera el Saras 2014 (Adega Entre Os Ríos). Un albariño repleto de la alegría de las cabras trepadoras. Un blanco acogedor que, con su bonita sencillez, nos hace sentir bien a gusto. Y si es con unos mejillones al vapor, mejor que mejor.
En Cebreros no podemos evitar volver la vista a aquellos tiempos en los que los mayores se colgaban de la barra del bar con un vino. Sin prisa, sin pausa y no con poco fundamento. Mientras, y dada nuestra corta estatura, bebíamos lo permitido, una pizpireta Mirinda. Pero dejemos el melodrama, cuore, que vamos a por un vinazo: Las Dehesillas 2013 (Rubor Viticultores). Un blanco de la variedad albillo de fruta densa. Sin maquillajes e imposturas. Con un cochinillo asado de toda la vida y tan ricamente.
Filitas y Lulitas 2015 (Viñedos Verticales) nos lleva a Málaga con los varietales Moscatel de Alejandría y Pedro Ximén. Una intensa feria que pasa de la vehemencia a la calma sentada en torno a una mesa. Un vino tan personal como gastronómico que acompañamos con un bocadillo de panceta de esos de fiestas y trasnoches.
El último blanco tiene un nombre que nos encanta. Muchísimo. Porque anda que no lo hemos tenido. El Amigo Imaginario 2016 (Bodega de Forlong) es una palomino gaditana golosona y traviesa. Sapidez infinita con un plato de atún. Parpatana a la brasa, venga.
Los tintos se presentan con montones de diversión. Porque somos de reír y el momento siempre llega. Pomagrana 2016 (Lectores Vini –Marc Lecha & Fredi Torres) viene de la Conca del Barberà, con una mayoría de uva trepat y un pelín de tempranillo. Frescura clara y adictiva. Aparece un grupo de mariachis y lo bebemos sin fin con unos tacos de nopales en chipotle. Qué rico madremía.
Ziries 2013 (Bodegas Ziries) es una garnacha toledana toda cariño, que a su paso aleja fríos robots y acerca sentimientos. Un tinto de disfrute con elegancia en el que cada añada encontramos cosas más lindas. Que fluye en buena compañía, la de unos huevos fritos con pisto.
Destreza, precisión y gusto. Son sólo algunas de las cualidades que encontramos en el Syrah Toros de Guisando 2010 (Bodegas Fuentegalana). Uva foránea que su creadora cuida con detalle para conseguir un vino redondo. Donde todo está bien. Gustoso como pocos con un cocido madrileño y un puñado de amigos.
Amable y seductor. Ese es El Inquilino 2016 (Viña Zorzal), un Rioja de tempranillo sin las ínfulas de recargados plumajes. Sinceridad que enamora así, sin más. Limpio, espontaneo, fresco. Achuchable hasta el espachurre, lo acompañamos de verdura, de un guiso de cardo bien guapo.
Y como siempre hacemos un poco (o un mucho) lo que nos da la gana, terminamos con burbujas.
De puntillas y desde Cataluña se acerca este Loxarel Ancestral A Pèl 2016 (Celler Loxarel). Espumoso de xarel·lo que se expande con la fuerza de un carbónico chicato y juguetón. Mineralidad a lo loco con unas peritas de San Juan que nos ponen ante la vista paisajes de mar, montaña y una cazuelita de tripas de bacalao con butifarra negra.
Finalmente, Often Sigilo (Bodegas Recuero) nos conquista por su burbujeante inteligencia. Porque sabe hacerte pensar. Porque te arranca una sonrisa. Honestidad y calidad elaborada con el método tradicional y la airén que dan las viñas de Villanueva de Alcardete. Equilibrio ideal que se nos antoja con una ensalada de algas y muchas gambas.
De tal manera empezamos este nuevo año. Nos soplamos con fuerza el flequillo lleno de pelos rojos y vaciamos la mochilita colorá. Dejamos atrás el cansancio y nos quedamos con la esperanza. La que siempre nos concede el buen beber y el gran vivir.