VALÈNCIA (EFE). Intensos vítores y aplausos han recibido un grupo de voluntarios al volante de tractores y maquinarias particulares de todo tipo que participan en las labores de limpieza de las calles de Chiva.
Esas muestras de apoyo se han registrado después del mediodía en la plaza del ayuntamiento de Chiva por parte de centenares de personas que esperaban la llegada de los reyes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, una visita que finalmente no se ha producido tras los altercados previos en Paiporta.
Los tractores y sus remolques sucios con restos de lodo y barro se han hecho paso entre la multitud en su camino a labores de limpieza, y los vecinos de Chiva han aplaudido al grito de 'vamos, vamos' y 'el pueblo, unido, jamás será vencido'.
Tras más de 72 horas sin parar de retirar barro y lodo, algunas calles de Chiva se encuentran relativamente limpias tras el paso de la Dana, aunque sus efectos todavía son muy visibles en las viviendas.
Por su parte, en declaraciones a EFE TV el teniente de alcalde de Chiva, Miguel Olmo Giménez, ha agradecido la labor de los voluntarios durante el fin de semana.
"Ha sido brutal y dan ganas de llorar de ver la cantidad de gente que ha venido, es impresionante", ha relatado Olmo Giménez, quien lleva prácticamente cuatro noches sin dormir y que, por fin, ha podido ducharse y afeitarse ayer por la tarde,
Ha calculado que "no queda sólo un día, una semana o un mes de trabajo" sino mucho más, y ha señalado que, además de las víctimas mortales, lo peor son los desalojos por las casas destruidas o las que vaya a haber que tirar "por no ser habitables".
Según el teniente de alcalde, el ayuntamiento está montando un albergue provisional en un instituto de la población y tiene cubiertas las necesidades de alimento y agua por ahora, aunque hará falta más la próxima semana.
"En los próximos días necesitaremos ayuda para echar una mano, cuando la gente que no es de aquí retome su vida normal", ha indicado este concejal, que ha admitido que mira al cielo "temblando" cada vez que salta una alerta recordando lo que ocurrió, "una auténtica barbaridad que no había visto nunca".