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EN PRIMERA PERSONA / OPINIÓN

Volver a sonreír

29/06/2021 - 

La sonrisa ha vuelto a nuestras calles. Con cautela empezamos a vislumbrar en nuestros paseos las sonrisas que nos ha ocultado la pandemia. Afrontamos la recta final de este largo sacrificio, atisbamos como algo cercano el final de esta pesadilla y el inicio de vuelta a nuestra normalidad, de la recuperación de nuestra economía, de la conquista de nuevos derechos. Tenemos motivos para “defender la alegría como una trinchera”, para volver a sonreír.

Con un verano aún sin desembalar hemos recuperado la posibilidad de pasear sin mascarillas que filtren saludos, conversaciones y el aire que respiramos. Y es el momento de defender la alegría de reencontrarnos con cautela. Con mucha cautela, porque en la Comunitat no podemos volver a registrar más de 800 contagios como el pasado viernes o los más de 300 del sábado.

A todas y todos nos ha costado mucho sacrificio volver a sonreír, nos ha costado mucho llegar hasta aquí: demasiadas vidas perdidas, demasiada soledad, demasiados empleos destruidos. Un año de lejanía de los nuestros es demasiada ‘vida confinada’ para dar ahora un paso atrás.

Las valencianas y los valencianos sabemos bien la enorme responsabilidad que ha supuesto luchar contra el coronavirus porque la hemos ejercido durante más de un año con la voluntad inquebrantable de salvar vidas. Es lo que hemos hecho de forma ejemplar: ejercer nuestra libertad para proteger a quienes queremos. Un ejercicio de libertad que nos ha llevado a decir con orgullo que somos un territorio seguro, con una de las incidencias acumuladas más bajas de Europa.

Responsabilidad para cuidarnos y libertad para protegernos. Las valencianas y valencianos hemos sido un pueblo ejemplarizante en el cumplimiento de las normas y debemos estar orgullosos porque esa responsabilidad colectiva nos ha permitido salvar vidas. Y ahora sí, podemos decir que nos queda muy poco para alcanzar la ansiada inmunidad grupal gracias a un proceso de vacunación que avanza sin descanso.

Y no podemos relajarnos cuando la meta está tan cerca. “Defender la alegría como una trinchera, defenderla del caos y de las pesadillas”, cantaba Joan Manuel Serrat. Solo hay que contemplar los brotes surgidos tras algunos viajes de fin de curso para comprobar que la pesadilla no ha terminado y que debemos ejercer nuestra responsabilidad para hacer también del reencuentro lo que tan bien sabemos hacer: protegernos y proteger a los demás.

Protegernos individualmente para sonreír colectivamente. Protegernos legalmente para avanzar socialmente.También en esto tenemos motivos para sonreír y defender con orgullo haber conquistado durante los últimos meses nuevos derechos frente a “los males endémicos” que persiguen a una derecha empecinada en frenar avances sociales. Hace unos días entraban en vigor dos leyes de gran calado social: la Ley de la Eutanasia y la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la violencia. Dos leyes impulsadas por el Gobierno de España que dignifican nuestra sociedad.

Protección sanitaria, protección social. Y avance económico. El final de la pesadilla pandémica está tan cerca como el inicio de un tiempo mejor en el que también en lo económico podremos volver a sonreír. Hace apenas unos días la Comisión Europea aprobó el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de España. Frente una derecha cainita y ruin que intentó frenar esta inversión, el Gobierno de España ha logrado ‘diez sobresalientes y un notable’ al plan presentado. Una oportunidad histórica de impulsar reformas que encaminen a nuestro país hacia la transformación digital, la igualdad de género, la transición ecológica y la cohesión social; una inversión de más de 19.000 millones solo durante este año. Hoy, tenemos motivos para “defender la alegría como una certidumbre”. La certidumbre de que saldremos de esta crisis más fuertes, competitivos y con una economía modernizada y socialmente más justa.

La sonrisa ha vuelto a nuestras calles, la alegría por sabernos cerca del final de una pesadilla en la que hemos descubierto lo mejor y lo peor de la política, y de los seres humanos. Días en los que aquellos que adolecen de humanidad han mostrado su ruindad en la gestión de la pandemia, en los que han convertido la libertad en libertinaje verbal por un puñado de votos.

Meses de los que me quedo con la humanidad de los sanitarios y los trabajadores esenciales que han luchado sin cuartel frente a la pandemia, con la investigación científica que nos ha permitido ver el fin de este calvario gracias a la vacunación, con el ejemplo de compromiso social y responsabilidad que hemos dado las valencianas y valencianos, con la buena política del Gobierno socialista de España. La política que ha cuidado y garantizado derechos a nuestra sociedad con los ERTE, el Ingreso Mínimo Vital, la reciente rebaja del IVA de la luz, el freno a los desahucios. De esta pandemia que pronto dejaremos atrás me quedo con el lado bueno de la historia: el compromiso de toda una sociedad que ha devuelto la sonrisa a nuestras calles.

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