Cierto populismo ha acampado con la retórica de decir que los ciudadanos han de votar todo lo que les acontece. Esa manera de cambiar el modelo de democracia representativa tiene mucho peligro. Si los populismos de nuevo cuño quieren un movimiento asambleario de continuo donde hasta las nimiedades se voten a diario, convertirán la democracia en una tecnocracia.
Desposeer a los representantes públicos de la capacidad de representar a sus votantes es la antesala de un partido único, de un pensamiento único y de una peligrosa manipulación digital. Tomar decisiones a golpe de titular de prensa, o de acontecimientos recientes, puede llevar a plantear barbaridades como la pena de muerte o la discriminación.
Existe un nuevo populismo que urge a deslegitimar las instituciones, de tal guisa, que los representantes populares son desposeídos de su propia legitimación democrática. Da igual quién y cuántos te hayan votado. Porque en esta nueva ola populista si un tema está candente en redes sociales urge debatir sin reflexión y a lo bestia.
Votar es un derecho, pero no una obligación. Los ciudadanos tienen derecho a que sus representantes legislen y gobiernen para ellos, aunque no los hayan votado. Si nuestros representantes legales, y democráticos, son eliminados de la capacidad de reflexión y de toma de decisión, la democracia representativa no tiene sentido. Y las alternativas son bien malas. Porque todos aquellos que dicen pensar en el pueblo, para que los políticos estén maniatados, están pensando en que una élite, otra élite, gobierne los designios de los gobernados.
Y ahora a votar. Por dos veces. No parece razonable que no se hayan unido las elecciones. Da la sensación de que se trata al pueblo español como un iletrado democrático. Ya llevamos cuarenta años de ejercicios democráticos para saber cómo comportarnos en elecciones. Todos aquellos que creen que les perjudica, o beneficia, el orden o la acumulación de urnas no saben de la madurez del pueblo español.
Gastar por gastar sí es un ejercicio de irresponsabilidad. Porque los mismos que dicen que hay que votar más veces son los mismos que no ven como se vota en otros países, donde son capaces de votar diez o doce asuntos sin despeinarse.
Ahora solo queda escuchar la voz de los que votan. Porque votar vamos a votar varias veces. Primero lo haremos para decidir el Gobierno de España. Luego lo haremos para designar el Gobierno autonómico y sus alcaldes. Y también, e importantísimo, para decir el proyecto común europeo.
Algunos populismos que quieren votar mucho, lo quieren hacer para acabar con el derecho a votar. Parece increíble, pero no lo es, Votar, y votar a quien se quiera, pero alejémonos de todos aquellos que quieren soluciones fáciles a problemas difíciles. Una Europa fuerte es una Europa democrática. El debilitamiento que se puede producir por grupos, que van a votar, para acabar con Europa es un síntoma que habremos de eliminar de nuestro panorama.
Ya sé que para cada uno de nosotros la votación más local será la más importante. Pero en una democracia global, los asuntos no son locales. Como dice el dicho: Piensa global, actúa local.
Si el presidente Sánchez hubiera cumplido con su palabra, habría convocado elecciones justo después de la moción de censura. Pero no. Intuyó que podría tener connivencia con los independentistas, y le ha salido el tiro por la culata. Ahora que, puestos a no convocar cuando tuvo que hacerlo, hoy no parece razonable que lo haga un mes antes que otras elecciones que ya están señaladas.
Si lo que quería era su propia supervivencia, como reza su libro, pues que lo hubiese advertido al principio. Porque ahora, gastar cientos de millones de euros para preguntarle a la gente en treinta días qué opina de la política tiene el riesgo del cansancio. Y en democracia hemos de intentar evitar que la gente se canse y harte de sus representantes. Porque eso mismo es lo que quieren los populistas: Que la gente, harta de sus representantes democráticos, dibuje un nuevo sistema político. Y no hace falta que les recuerde que la democracia es el menos malo de los sistemas. Porque quien quiera "venderles" otra cosa, seguramente, esté pensando acabar con ella. Y votando podemos evitarlo.
Emilio Argüeso es secretario de Organización de Ciudadanos en la Comunidad Valenciana y secretario primero de la Mesa de Les Corts