Los reguladores americanos actuaron rápidamente y, en apenas unas horas, garantizaron los depósitos de las entidades afectadas como el Silicon Valley Bank y Signature Bank, tal y como explica el analista
MADRID. Desde que Silicon Valley Bank hiciera públicos sus problemas, en el mercado reaparecieron los fantasmas del pasado que hacían recordar la gran crisis financiera que arrastró al mundo occidental. Entonces los reguladores primero no prestaron atención a los problemas de Lehman Brothers y luego optaron por dejarlo caer.
En esta ocasión, los reguladores americanos actuaron rápidamente y, en apenas unas horas, garantizaron los depósitos de las entidades afectadas. Además del citado Silicon Valley Bank, Signature Bank también había anunciado importantes problemas. A pesar de ello el mercado e inversores han estado muy sensibles a las noticias que llegaban del sector, intentando determinar posibles contagios a uno y otro lado del Atlántico.
Cuando un par de días después, el primer accionista de Credit Suisse -uno de los bancos europeos que llevan más tiempo en la picota- declinaba la posibilidad de seguir aportando más capital a la entidad suiza, ya fuera vía ampliación de capital, ya fuera vía liquidez, el pánico se desató afectando drásticamente no sólo a sus acciones, sino también a las del resto de la banca europea.
Algunos argumentan que la culpa de este desastre, recae en la falta de diligencia del banco en sus decisiones de inversión. Se ha mencionado la falta de supervisión y control de riesgos, y se ha cuestionado la ética de los directivos y de los empleados que participaron en estas operaciones. Es preocupante que, un banco de la talla de Credit Suisse, haya perdido tanto dinero en inversiones de alto riesgo, lo que demuestra una falta de conocimiento y comprensión del mercado por parte de la entidad financiera.
Otra preocupación planteada es el riesgo que Credit Suisse puede representar para otros bancos europeos en términos de contraparte. Es cierto que hay cierta incertidumbre en este sentido, pero hay que recordar que muchos bancos europeos han reducido su exposición a Credit Suisse en los últimos 18 meses, lo que significa que su riesgo de contraparte es mucho menor de lo que podría haber sido. Además, aunque Credit Suisse es un banco sistémicamente importante a nivel mundial, gran parte de sus actividades de riesgo se llevan a cabo en los Estados Unidos, lo que sugiere que el impacto en Europa podría ser limitado.
En cualquier caso, las posibles consecuencias de un aumento repentino de la volatilidad en sus actividades de mercado deben ser monitorizadas, tal y como se hace en otras entidades. Los bancos tienen medidas de control de riesgos en su lugar para mitigar los efectos de la volatilidad del mercado, especialmente los bancos más fuertes, que disponen de más recursos para manejar la volatilidad.
Es verdad que, en el corto plazo, los casos de Credit Suisse y los bancos americanos mencionados podrían afectar negativamente a todo el sector bancario, aunque en el largo plazo los bancos más fuertes podrían beneficiarse de un movimiento de 'vuelo a la calidad'. Sin embargo, a pesar de las preocupaciones legítimas que se han planteado, hay que tener en cuenta ciertos factores que sugieren que la situación no es tan grave como parece a primera vista.
Por el momento la sangría se ha detenido gracias al anuncio del Banco Central de Suiza asegurando que el banco cuestionado dispone de solvencia y de liquidez. También afirmando que tiene su apoyo total para facilitarle liquidez y estabilidad a largo plazo. Pero como decíamos antes, no podemos ignorar el hecho de que hay preocupaciones legítimas sobre la estabilidad de Credit Suisse y su impacto potencial en el sistema bancario europeo, y a raíz de esta circunstancia, muchos inversores y analistas han comenzado a preguntarse sobre la estabilidad y el futuro de los bancos europeos en general.
En su última reunión, el BCE con su decisión de subir los tipos de referencia -además de mandar un claro mensaje de su compromiso en la lucha contra la inflación- ha querido enfatizar en el buen estado financiero de la inmensa mayoría de bancos europeos, y que esta fortaleza no debería verse comprometida por estos eventos recientes.
En momentos puntuales, el miedo de los depositantes bancarios puede provocar retiradas de efectivo extraordinarias, que comprometan la liquidez y solvencia de cualquier banco del sistema, por muy sólidos que sean sus estados financieros. En este sentido hay que decir que los niveles de liquidez y solvencia que mantienen los bancos europeos, supervisados por la Autoridad Bancaria Europea y por el Banco Central Europeo, son muy superiores a los mínimos exigidos y deberían ser suficientes para evitar cualquier atisbo de quiebra.
El ratio de cobertura de liquidez -LCR, liquidity coverage ratio-, que mide la liquidez de las entidades bancarias y su capacidad de hacer frente a potenciales salidas de efectivo excepcionales, en el corto plazo está fijado en el 100%. Credit Suisse, a cierre de 2022, tiene un ratio de 144%, promediando un 150% en 2023.
El ratio exigido de capital Tier, que mide la solvencia de las entidades, es del 7%. Credit Suisse tiene un ratio del 14% para una media de los bancos europeos del 16%. Siempre con la debida prudencia con la que se deben afirmar las cosas en el mundo económico, pensamos que hoy por hoy la banca no es un peligro.
Antonio Castelo es analista de iBroker