VALÈNCIA. Wild Ripple han vuelto, y poco (o muy poco) tienen que ver con el grupo que conoció el público a través de su primer LP, de título homónimo. Esta misma semana han publicado Mal/Bien, su segundo trabajo largo, que llega después de cuatro años en los que solo habían lanzado dos EP más. Esta noche será su puesta de largo en la sala Wah Wah. Poco (o muy poco) tienen que ver con lo anterior porque, en realidad, el primer LP casi inauguró la banda, siendo una carta de presentación casi urgente. Hoy, tras cuatro años de madurez y mucha música y rodar por salas, con el grupo y con otros muchos, la banda formada por Manolete Blanco, Jorge Valle, Mario Aguilera y Miguel Izquierdo han tomado han huido hacia adelante con un disco mucho más policromático y accesible.
¿Qué es lo que ha pasado en estos cuatro años? “Pues que han pasado cuatro años”, dice Manolete Blanco. “Tanto tengo tu mente como Ópalo -dos EP-, de alguna manera, demuestran un poco la evolución que hemos ido teniendo has hoy. Lo que nos ha salido en este largo son unas canciones muy hechas desde casa, mucho más comedidas y directas y con tonos más pop”, explica, mientras cita a los Greatful Dead. Y añade: “No queríamos hacer algo psicodélico, o psicodélico de más. Buscábamos ser más concretos, entrarles fino a la gente”.
Directo al sol, que sirvió como primer adelanto del disco es, en efecto, una canción pegadiza, con tintes pop -incluso roza lo mod- que destaca como Templo, casi una antítesis, que toma como referencia sonidos como el de Triana. Wild Ripple no renuncian a nada, ni a la voz rasgada, ni a los riffs potentes, ni a las canciones con estrofas y estribillo: “Lo hacemos por necesidad propia, no por contentar a más gente. Las canciones venían así porque habíamos tocado mucho y escuchado otros estilos de música. No vamos a hacer algo como Rosalía, pero dentro de nuestra movida… Así que ha salido un disco con algo de americana, rock psicodélico y sonidos muy contemporáneos”.
Mal/Bien es una suma de dieciséis mentes, porque los cuatro músicos no solo aportan las composiciones de su parte, sino que “chapurrean” el resto de instrumentos y aportan durante los ensayos; “en la toma de decisiones somos un grupo de manual”, confiesa la voz de la banda. El disco ha tenido un trabajo de más de año y medio desde que surgió el germen de las canciones, y ha sido -según confiesa Manolete Blanco- “un disco con mucho tiempo trabajado y con ganas de tocar mogollón de palos”. “Fuimos a Bilbao para grabar con Martín [Guevara], nuestro productor, habiendo trabajado con él meses antes a través de notas de audio, así que estaba muy curtidito. El disco al final salió rápido en el estudio”, explica el músico. En el disco, el gran reto era, teniendo todo el bagaje musical y cuatro años de trabajo, conseguir mirar hacia adelante: “queríamos dar lo máximo con nuestros instrumentos, nada de hacer sota-caballo-rey. Podríamos hacer un concierto un día que fuera prácticamente una jam, llevando nuestro repertorio a otro nivel, pero no, el desafío era hacer más letra, acortar las canciones, colar más estribillos…”.
Y un dato para la curiosidad, uno de esos sin mucha importancia, fetichista. El título de Mal/Bien fue una de las primeras decisiones tomadas del primer disco, y lo pusieron así por la situación propia en la que estaban durante el proceso creativo: "Mal/Bien es la auténtica definición de nosotros: intentamos hacer las cosas bien, pero la vida es una putada. Peleamos, luchamos, tenemos nuestra movidas musicales, pero sin olvidar que hay que hacer cosas como pagar un alquiler todos los meses. Grabar este disco ha sido una experiencia muy tocha, porque fuimos a Bilbao sin un pavo, yo con el pie roto... Y al final ha salido este disco que nos encanta. Todo lo que hacemos es muy Mal/Bien, pero vamos, que la vida está de puta madre".
Wild Ripple es su propio universo. Cada uno de sus miembros toca en otras bandas, y además, son fácilmente reconocibles en su estilo genuino:“No interpretamos un papel, somos así y somos honestos”, sentencia seguro el propio Manolete Blanco. A pesar de ser un disco más pop, no ha sido la búsqueda por nuevos públicos una motivación real: “Hay que pensar todo lo el rato en cómo hacer tu música, pero no se puede vivir pensando en hacer algo simplemente que a la peña le vaya a molar. Al menos nosotros no lo entendemos así”.
Prueba de ello es que sus letras, aunque más presentes, siguen funcionando como un acompañante de la canción, que se adapta como un guante, y no al revés, como ocurre con otros grupos. En este sentido, su perspectiva resulta muy curiosa: “Nunca hemos sentido que tengamos que hacer letras para contar algún tipo de experiencia. Queremos que sean accesorias a la canción. Si estamos jodidos, la gente que creamos tenemos como la necesidad de expresarlo, pero Wild Ripple no ha llegado a ese punto de querer canalizar sus sentimientos o hablar del desamor. De hecho, con lo moñas que somos, seguramente haríamos lo contrario”.
Wild Ripple se convierten así, y Mal/Bien es un excelente ejemplo de ello, en una banda con muchas ganas y pocas pretensiones. Y divertida, muy divertida. Aún así, “no hará falta esperar cuatro años más para escuchar a un nuevo Wild Ripple. De hecho ya estamos grabando un nuevo EP”. Que se parezcan poco (o muy poco) al grupo que descubrimos con su primer largo, no significa que se hayan asentado en este nuevo. Ir sin frenos, mientras el aire que sientes sea fresco, es siempre señal de buena salud para una banda.