VALÈNCIA. Hace unos 15 años el artista Will Coles pisaba València por primera vez, y tras su vuelta repentina a Sídney no podía dejar de pensar en su visita, y en cómo se vería su arte entre estos muros. Su crítica social táctil puede verse hoy en día por toda la ciudad, en la que ya reside desde hace menos de una semana: “Tras varios años meditando he decidido mudarme aquí, para habitar la ciudad con mi arte”, lo hace con pequeñas esculturas táctiles que han encontrado de momento una sede fija, al igual que lo ha hecho el artista. Estas obras se encuentran en los grises de las definiciones: están a todas las alturas, en periferia y centro y hablan de todo tipo de temas. Junto al australiano Culturplaza hace un paseo para intentar capturar alguna de las 500 esculturas efímeras que “invaden” la ciudad, al menos por un tiempo.
Coles se siente cómodo, dice que en València "le comprende" y que es un lugar en el que se admira el arte urbano tal y como se merece y sin perseguirlo como ocurre en Australia: “Allí es más importante el dinero que la cultura”, en las fronteras de la legalidad al otro lado del mundo está totalmente perseguido todo lo que se encuentre fuera de un museo, comenta entristecido el artista: “Sídney nunca ha hecho un show de artistas urbanos, es algo inconcebible allí, sabía que si quería sentirme valorado por mi arte tenía que venir a una ciudad como València”. Instalado aquí desde hace menos de una semana ahora su objetivo es “invadir la ciudad”, o al menos hacerlo en el concepto artístico, aunque de momento se va abriendo paso a través de las que a día de hoy son unas 500 piezas que se reparten entre las calles.
La forma de llevar a cabo esta invasión callejera de forma respetuosa es ser consciente del trabajo de otros artistas, admirarlos y colarse en la narrativa: “Tengo un concepto muy abstracto, pero admiro mucho los artistas valencianos que se han hecho su marca”. Mientras que Escif es reconocido por su trazo mordaz y Barbie por sus conejos rosados Cole aún tiene que hacerse de notar: “Me sentí un poco ignorado al principio, nadie sabía quién era a pesar de estar en tantos sitios al mismo tiempo”, parte de este problema surge por la propia idea del arte urbano en su formato, ya que a tratarse de pequeñas “esculturas” es difícil firmarlas y atribuirse de forma concreta, en lo que se parece más bien a una instalación el artista intenta "destacar" en pequeños tramos de la ciudad, e ir avanzando terreno con el paso de los años.
Su obra pasea constantemente por un mundo de grises, tanto en materiales como colores y temáticas, dice que es su forma de “no aburrirse creando” y de generar algo nuevo que le motive constantemente: “Muchos artistas se guían por las temáticas únicas, a mi me gusta que mis obras se salgan de un circuito cerrado y dialoguen con el ciudadano”, comenta mientras observa su recreación en cemento de una mascarilla, una de sus obras más críticas: “Muchos artistas compartieron mensajes o muy agresivos o muy motivadores sobre la pandemia, no había un punto medio. Siempre hay formas de encontrar algo más neutro en el universo arte y así que así sea la interpretación la que hable”. Estas interpretaciones se tornan totalmente libres en la creación en el hogar y la puesta en escena en la calle, pero no es una faceta que el artista explore con totalidad en sus exposiciones permanentes.
“Lo bueno de los artistas de aquí es que se reconocen a la vista, además se van renovando constantemente y van cambiando las narrativas”, comenta Cole, quien prefiere el museo de la calle al de las cuatro galerías que exponen su obra de forma permanente por todo el mundo. A él lo que le interesa es que su obra “se expanda y se haga de notar” y si por ello tiene que pasar por el robo es algo asumible: “Mis obras son muy accesibles y es un riesgo que estoy dispuesto a correr. Prefiero que las roben a que las rompan, puedo seguir haciendo más con el mismo molde”, comenta muy convencido, “una vez cuelgo mis obras se que pueden durar de unos días a unas semanas, es algo que tengo asumido". Sin embargo la filosofía de momento no es emplear un pegamento más fuerte, sino continuar con la invasión entre las calles, respetando y haciéndose respetar con diferentes mensajes de distintos colores.
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