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calor del bueno

Xàtiva, una hermosa caldera 

Xàtiva ha registrado cuarenta y siete días con más de 45 grados en los últimos treinta años. Pero lo del calor en la capital de La Costera no es un asunto reciente. Bajo el castillo hay una enorme nevera donde se acumulaba la nieve como objeto de negocio

| 18/08/2020 | 2 min, 52 seg

VALÈNCIA. La Casa Cuesa es un lugar de otro tiempo. La vivienda, la más antigua de Xàtiva (siglo XVI), está en medio de un sitio tranquilo, a un paso del hospital Lluís Alcanyís, por donde no pasan carreteras. Se alcanza tras recorrer un polvoriento camino de tierra y, una vez allí, uno puede entrar casi sin avisar. «Aquí siempre están las puertas abiertas», advierte su propietario, el conocido cantaor Pep Gimeno ‘Botifarra’, que ha rehabilitado, con ayuda y mucha paciencia, lo que en su día fue «una casa de diners» y ahora, antes de la recuperación, un edificio en ruinas. El último vestigio de la huerta de Xàtiva, donde antes abundaba este tipo de alquerías entre los arrozales.

De la paja de los campos de arroz se nutrían las fábricas de papel. Desde que aquí abrió la primera de Europa, en el siglo XI. Una materia prima que aún hoy se conoce en Marruecos como papel xativí. Pero aquellos cultivos desaparecieron después de que pasara por allí el botánico Cavanilles, viera que aquel terreno era insalubre y ordenara desecar aquellas tierras que contribuían a la expansión del paludismo. «Fue a la Torre de Lloris, una pedanía de la ciudad, y dijo que era un lugar malsano e inhóspito», recoge Botifarra. Aunque el tiempo pasó y, décadas después, los campos volvieron a inundarse para el cultivo de los hoy célebres ajos tiernos de Xàtiva.

Botifarra no solo siente pasión por la tradición cantada, por el patrimonio musical valenciano o por dichos antiquísimos; al cantante también le gusta la historia en general. Y si es la historia de su ciudad, le apasiona. Por eso trabaja en el archivo municipal y por eso sabe tanto de Xàtiva. Como que se utilizaba hielo para combatir la fiebre por el paludismo pero también para aliviar los rigurosos veranos de la ciudad, donde, ya en el presente, solo en los últimos treinta años se han registrado cuarenta y siete días con más de 45 grados.

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Aunque también puede suceder que vayas a hacer un reportaje sobre el calor y te reciba un día nublado con una brisa agradable y una temperatura que no pasa de los 30 grados. Ante eso solo queda sentarse a la mesa de Botifarra, abrir una Estrella y dar buena cuenta de las cocas de llonganisa y cansalà que ha llevado a Casa Cuesa para hablar del calor... de otros tiempos. Y muchas veces lo hace de la manera en que mejor se expresa, con un romance o un dicho. Como este referente a la Fira de Xàtiva, que se celebra a mediados de agosto y que según los setabenses son las fechas más tórridas del año: «Ay, Senyor, Senyor, puces i calor».

* Lea el artículo completo en el número de agosto de la revista Plaza

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