Llena en la clausura de Sagunt a Escena en el teatro romano; ha sido contratado por el Ayuntamiento y CulturArts lo ha incluido en su programación
VALENCIA. Desde que en 2006 fuera retirada una caricatura de Eduardo Zaplana en su cartel de El extraño viaje en el teatro Arniches de Alicante, Xavi Castillo ha sido objeto de una censura soterrada por parte de la administración autonómica valenciana. En algunos casos, comenta el propio artista camino de Calpe, donde actuaba este viernes, bajo la figura de "cuestiones artísticas". "Me decían que no me contrataban por ‘criterios artísticos'. Están en su derecho, pero bueno". Otros, como RTVV, optaron por omitirle. No existía.
Y hubo otros que, directamente, como se encargaba de vanagloriarse el ex presidente de la Diputación de Valencia, Alfonso Rus, le censuraban y punto. Rus de hecho fue pionero en la persecución al humorista. Cuando en 2004 hizo una parodia del Papa Juan Pablo II en Xàtiva, le vetó en su pueblo e inició una campaña de acoso y derribo que, como dice el adagio, no mató a Castillo sino que le hizo más fuerte. Numerosos alcaldes del PP obedecían a Rus, entonces barón territorial y que con el tiempo sería presidente de la corporación, y no le contrataban. Pero mientras, a sus espaldas, lo hacían asociaciones, colectivos, festeros, comisiones falleras...
Así fue como pese a que durante la última década el de Alcoi estaba prohibido en los teatros de la Generalitat y en muchos municipios, su fama fue in crescendo. No pisaba algunos escenarios públicos, pero daba igual. Las únicas y contadas ocasiones que durante este tiempo actuó bajo el paraguas de la Generalitat fue en el Festival de MIM de Sueca, que dirige Abel Guarinos, una isla, un oasis en el mundo de las artes escénicas controladas por la administración autonómica. Nadie se atrevía a vetarle a Guarinos la presencia de Castillo. Pero era eso, una excepción.
Castillo resistió como digno heredero de la aldea gala. La censura era como el calor en julio, un inconveniente de ser valenciano. "Siempre ha estado ahí", se limitaba a confirmar este viernes de manera lacónica. "Yo comenzaba los espectáculos diciendo: 'Estamos de mierda hasta el cuello'. Y era así". Hallaba refugios. Muchos. En teatros como el Micalet o la sala Flumen, en ayuntamientos no gobernados por el PP... La censura era un muro de la vergüenza, ridículo, que muchos vadeaban y que se ha derribado por fin este verano con el cambio político.
El primer agujero apareció en el Museo de las Ciencias de Valencia, este pasado 6 de agosto, cuando por primera vez en once años se le programó una actuación en un espacio público gestionado por la administración autonómica. El segundo será este sábado, en las gradas del teatro romano, cuando, "no deja de ser divertido" ironiza Castillo, cierre el festival de teatro clásico Sagunt a Escena con su espectáculo Veriueu-ho! al frente de su compañía Pot de Plom y con la participación excepcional de un grupo de rock.
La actuación ha sido organizada por el Ayuntamiento de Sagunto, dentro de su propuesta Sagunt a Escena creix, y en ella ha colaborado CulturArts de la Generalitat con la cesión de material. Es más, ha sido incluida en el cartel del festival Sagunt a Escena porque ahora, que no hay censura, que no hay veto, ya se puede añadir el nombre de Castillo a los carteles de Teatres.
La venta de entradas anticipadas ha sido un éxito, y sólo quedan las que por ley tienen que estar en taquilla el día del espectáculo. La taquilla estará disponible a partir de las 18.30 horas hasta el inicio de la actuación, en el Ayuntamiento de Sagunto, C/Autonomía, 2. Castillo llenará el teatro romano de Sagunto. La normalidad ha vuelto.
Con el paso del tiempo, y la perspectiva que da la nueva situación, el artista alcoyano es de los que reafirma un dicho que han expresado numerosos creadores, y es que el humor es el arma más invencible frente al poder. "Es lo que más pica", comenta. Con todo, este cambio de las tornas no supone que se haya planteado reorientar su tipo de espectáculos. "Eso puedes decirlo bien alto: Ni de coña voy a cambiar", asegura.
"A nivel local se ha notado el cambio pero de todas maneras hay gente que aún continúa peleando, gente de L'Horta, por ejemplo. Hay muchas cosas que criticar, todavía hay muchos personajes, está la Ley Mordaza... Se trata de buscar nuevas historias de las que tenga ganas de hablar", explica. Por eso, dice, no tienen "ningún planteamiento de hacer otro tipo de humor". "Siempre hay un motivo y cambiar de estilo porque ha habido un cambio político sería absurdo. Es una forma de hacer teatro, de hacer humor...". Casi se podría decir que es una forma de vida, cabría añadir.
Ejemplo de ese seguir en la brecha es su próximo montaje, Con la Iglesia hemos topao II, un montaje que presentó en Xàtiva en marzo, y que representará en el Teatre Micalet de Valencia del 30 de septiembre al 4 de octubre. En este espectáculo repasa en clave de humor las vidas y obras de obispos, sacerdotes, papas, casos de pederastía, declaraciones homófobas y otras perlas finas del mundo de la Iglesia Católica, "la nuestra, la buena... la de toda la vida". Si alguien pensaba que Castillo iba a bajar los brazos, que se vaya desengañando. Tiene cuerda y motivos para rato.