Un hogar para Simone Fattal
El IVAM explora la idea de narración en Suspensión de la incredulidad, la primera exposición en España de la artista
VALENCIA. Los primeros días de febrero de 1937 abría sus puertas el Instituto Obrero de Valencia, una institución creada por el gobierno de la Segunda República para ampliar la formación entre las clases populares. Hoy, 80 años después, el Institut Valencià de l’Art Modern (IVAM) recupera sus recuerdos y deconstruye su historia a través de la muestra La presencia y la ausencia, una exposición creada por Xavier Arenós expresamente para la galería 6 del museo. Con el aniversario de la capitalidad de Valencia muy presente, este no es el primer proyecto que se presenta en torno a este periodo aunque, atención, poco tiene que ver el trabajo del artista valenciano con lo anteriormente visto. “No me interesa una visión idealizada”. Con esta frase el de Vila-real dejaba claro que su intención es la de nadar entre las “contradicciones” de un periodo imposible de condensar en una sola idea.
“Se trata del primer acto que organiza el IVAM para recordar dos fechas importantes que tendrán lugar en 2017: se cumplirán 80 años desde que Valencia fue capital de la Segunda República, una etapa en la que artistas como Renau desempeñaron un importante papel, y se cumplen 100 años de la Revolución Rusa. Dos hechos de gran trascendencia que debemos recordar para que las nuevas generaciones los conozcan y no olviden”, indicó el director de la pinacoteca, José Miguel García Cortés, durante la presentación del proyecto. Si bien su propósito no es idealizar, tampoco lo es demonizar. De hecho, destacan los aspecto positivos, aunque siempre desde la cuestión y la lejanía. No se trata tanto de crítica, sino de pensamiento crítico. “No es una exposición histórica”, recalca Arenós, que centra su discurso en los aspectos “cuestionables” del periodo aunque, eso sí, con un posicionamiento “favorable” en su ejecución.
“La piedra angular de la exposición es el pasado, hay que reflexionar sobre el pasado con todas sus contradicciones. Más que memoria histórica, prefiero hablar de memoria política”, explica el artista, que quiere proponer al visitante un "diálogo con los fantasmas" en su recorrido por una muestra "dura" y que "necesita tiempo". Efectivamente, así es, una interesante propuesta en la que cada paso tiene un porqué y de la que se pueden desgranar numerosas historias. Inspirada en el Pabellón Español para la Exposición Internacional de París de 1937, la primera sección de la muestra se inicia con Promenade (et promesse), un díptico fotográfico que muestra una maqueta tallada de El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella de Alberto Sánchez y que subraya el estado mortuorio en el que acabaría aquella utopía republicana, un recorrido que continúa con Tensegridad roja y blanca, una pieza escultórica integrada por tres columnas idénticas a las que compusieron el pabellón y que permanecen suspendidas en el aire mediante cables, una obra que quiere reflejar la “tensión” del momento.
Del color rojo vibrante al blanco total de Peana para tres banderas, una réplica de la que se tuvo que instalar en el Pabellón Español para que ondearan las banderas republicana, catalana y vasca. “El resultado se asemeja a un féretro, a un barco varado, a una ruina arqueológica, es una obra que cuestiona la idea de soberanía”, explica el artista. Esta primera sección cierra con Trama y urdimbre, una composición de 24 dibujos realizados con la técnica del frottage sobre el asiento de una silla de la época, piezas alineadas igual que en una fotografía del Pabellón Español en la que se ven 24 sillas vacías en las que, probablemente, se sentaron los principales protagonistas. “La técnica del frottage se relaciona con la violencia del exiliado, del que va a vivir fuera".
La segunda parte de La presencia y la ausencia, en la parte superior de la galería, se centra ya en el Instituto Obrero con la obra Franja roja y negra, que consiste en una composición formada por un vídeo que refleja la búsqueda de una franja rojinegra -los colores de la CNT- que el artista vio en una fotografía tomada en 1937 y que, finalmente, no apareció tras realizar varias catas, con lo que se ha pintado en la propia galería 6 del museo. El recorrido lleva entonces a Arco voltaico, una instalación formada por una noticia sobre la inauguración del Instituto para Obreros de Valencia, el libro La Guerra Civil de Hugh Thomas y un pupitre que es una réplica semejante al que nos muestra la fotografía. Última parada: Dibujar una estrella de cinco puntas es una obra, compuesta por un conjunto de fotografías y un banco de madera, un proyecto realizado con la colaboración de los participantes del taller que dirigió Xavier Arenós en la facultad de Bellas Artes de Valencia y con el Instituto para Obreros como eje vertebrador.
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