Hoy es 8 de octubre
Xoel López presentará el segundo disco de su etapa post-Deluxe con un concierto acústico en el Deleste Festival, este fin de semana en La Rambleta
VALENCIA. “O sea que lo grabas y luego transcribes, ¿no?”, pregunta Xoel López justo antes de empezar. Todo tiene una explicación: “vale, así que puedo hablar rápido”. No es la entrevista al revés, en efecto, aunque bien podría haber sido un nuevo viraje enmarcado en ese “placer en el hecho de variar un poco” que tanto guía los pasos del músico gallego. No sería el primero ni, por supuesto, el último cambio que ejecutaría el que hasta 2009 era el capitán de Deluxe. “No debe de ser fácil asimilar el cambio; yo, que lo viví día a día, que me fui y que tuve todas las experiencias que tuve, tampoco creo que sea un cambio natural”, confiesa López sobre aquel momento en el que dejó atrás casi una década de Deluxe y, con “una mochila pequeña” y una guitarra, desapareció para establecerse indefinidamente en Argentina.
De su estancia en Sudamérica, de “tocar en garitos de Buenos Aires canciones nuevas sin esperar que la gente dijera si le gustaban o no porque ni siquiera sabían si eran nuevas o viejas”, de su Caravana Americana, todavía siguen saliendo discos. El segundo de ellos, Paramales, lo presentará en acústico este fin de semana en el Deleste Festival de La Rambleta. Entonces volverá a demostrar aquello de que no se ve “haciendo discos iguales toda la vida”. ”He roto con cosas que funcionaban sólo por el hecho de cambiarlas, porque me apetecía”, reconoce el gallego, que cambia en todo menos en lo de huir de las preguntas incómodas: “me gustaría que los políticos contasen más las verdades y que no fueran tan paternalistas y nos trataran a veces como si fuéramos gilipollas”.
El del Deleste será uno de los últimos conciertos de presentación de tu último disco. ¿Cómo te has encontrado?
Especialmente bien. Fue un poco consolidar el proyecto, porque es un segundo disco (aunque yo lleve ya toda la vida) y en esta nueva etapa no deja de serlo aún más. El anterior fue un poco más duro porque fue un primero y costó un poco más; hubo que explicar lo que era el nuevo proyecto, los años que estuve fuera y no sacaba disco… En ese sentido, este disco fue más cómodo. Por otro lado fue una confirmación del proyecto y después de de haber tocado mucho y ver a la gente para nosotros es una satisfacción, porque al fin y al cabo vivimos de esto. Yo terminé ahora la gira con banda y este va a ser el primer concierto de unos seis o siete conciertos en acústico que voy a dar, como una especie de bajada, de fade out, hacia enero con mi último concierto acústico en Madrid, y luego ya termino. Me tomaré un par de meses de descanso.
Special show acústico, reza el cartel del Deleste…
Sí, en acústico siempre soy yo solo. Es una especie de bonus track de la gira, porque mi intención era parar este fin de semana, pero fueron surgiendo proyectos y yo con la banda había apalabrado solamente hasta aquí. Fueron propuestas bonitas.
Te sientes cómodo en acústico también.
Sí, porque es una manera de presentar las canciones de una forma más esencial. Yo juego con bastantes instrumentos, efectos y cosas; no es tampoco el típico acústico al uso de una guitarra y ya está. Fue un formato que convivió con el formato banda durante toda la gira, y es una especie de despedida también así.
Has comentado que la anterior gira fue más dura. ¿Crees que este disco está sirviendo para que la gente empiece a entender a Xoel López?
Sí, me refería exactamente a eso. En este mundo no hay nada fácil; menos difícil, quizá sería el matiz que haría. Tiene que ver con que la gente entendió un poco mejor el proyecto, ya saben por dónde vas; los que no les interesa, pues no van y gente que le puede interesar ya saben a qué atenerse. Eso es muy bonito: encontrar el lugar y que la gente me entienda como lo que soy. Ver que todavía hay público que le interesa y que tiene curiosidad por ver lo que haces… no puedo pedir mucho más a día de hoy.
No sé si te gusta que te pregunten por Deluxe…
Sí, no me importa.
¿La gente te recuerda todavía a Deluxe?
Pues depende. A veces nada, a veces mucho, a veces un poco. Sinceramente, depende mucho del día, de la ciudad y del momento. Si te digo la verdad, la sensación no es de nostalgia; por lo menos yo no lo siento así. Tengo un público al que le gusta Xoel López, mucha gente ni siquiera conocía Deluxe; y luego hay gente que le gustaba Deluxe y le gusta Xoel López; y hay algunos a los que les gustaba más Deluxe, esos probablemente no vengan ni a los conciertos. No tengo un público nostálgico, pero me parece muy bonito el que me dice que le gustaba Deluxe también, porque al fin y al cabo también era mi proyecto y lo hacía con mucho amor. En muchos casos sigo en armonía con ese pasado; de hecho, recupero canciones. Sobre todo cuando voy en acústico. Cuando voy solo puedo recuperar más fácilmente canciones de Deluxe, incluso algunas que no sonaban tanto. Eso va a suceder el viernes seguro.
En 2009, en un buen momento de Deluxe, decides dejarlo y marcharte a Sudamérica. ¿Crees que se entendió en aquel momento? ¿Se entiende mejor ahora?
Uf. No debe de ser fácil asimilar el cambio; yo, que lo viví día a día, que me fui y que tuve todas las experiencias que tuve, tampoco creo que sea un cambio natural. Luego me tocó volver a España y explicar lo que estaba en mi cabeza, lo que me había pasado y lo que había cambiado, y por eso también entiendo, respeto y me parece lógico y natural que la gente necesite un tiempo para concebir la nueva etapa. Más allá de una primera reacción de gente a favor y gente diciendo “hostia, esto no sé yo”, creo que con el tiempo todo tomó forma, se fue entendiendo y ahora se entiende mucho mejor por qué, por ejemplo, meto congas. A veces dar pasos es importante, pero tampoco puedes pretender que la gente los entienda a la primera porque no están en tu cabeza. Hay que ser humilde: no puedes pretender que la gente acepte tus cambios de la noche a la mañana, la gente tiene todo el derecho del mundo a pensárselo y a decidir si le gusta o no. En ese sentido, nunca fui pretencioso y pensé que le tiene que gustar a la gente; siempre me pareció bien que al principio me costara un poco más y tuviera que ir convenciendo y mostrando lo nuevo para que la gente lo fuera aceptando poco a poco. Me parece que es lógico y hasta bonito. Lo otro sería artificial.
Desde fuera costó. Y, bajo mi punto de vista, todavía no sabría decir si tiene más de cambio o de volver a empezar. ¿Cómo lo ves tú?
A nivel espíritu, un volver a empezar. Había algo emocional que tenía que ver con volver a empezar en un lugar fuera de la profesión y con esa forma de componer sin ataduras y sin ojos mirándote. Eso fue como volver al principio: empezar a tocar con tiempo, más en casa… sin que algo fuera porque lo ibas a sacar y lo ibas a editar para que lo viera no sé quién, tocar en garitos de Buenos Aires canciones nuevas sin esperar que la gente dijera si le gustaban o no porque ni siquiera sabían si eran nuevas o viejas. Eso me dio mucha libertad y la sensación de cuando tenía 18 años y nadie estaba esperando nada de ti, ni para bien ni para mal.
Por otro lado, a nivel musical no tiene nada que ver con volver a empezar. Todo lo contrario. Todo lo que hice tiene que ver con el pasado de alguna manera, es cíclico, responde a una evolución y haber hecho algunas cosas; si no hubiera hecho lo que hice antes, no hubiera llegado a este punto. Es una cuestión cíclica de haber pasado por una cosa que te lleva a la otra, y al final todo se suma y se mezcla, y vas descubriendo que eres todas esas cosas.
En Paramales hay signos de todo esto que comentamos. Por ejemplo, en ‘Ningún Nombre, Ningún Lugar’ dices “podría pasar, perderlo todo y volver a empezar. Y no estaría mal”. Parece una referencia clara a lo que ya ha pasado.
Sí. Es más, te diría que es más una filosofía de vida que aplico a todo, no sólo a mi carrera. No soy de los que tienen miedo a un cambio; todo lo contrario. Hay que probar: vamos a cambiarlo y luego ya se verá si funciona o no, o qué nos gusta del cambio y qué no; siempre hay tiempo de recular o redefinir las cosas. Y eso lo pienso a todos los niveles. No soy una persona de mentalidad conservadora, de “no me lo toques, porque si funciona…”. Al revés: he roto con cosas que funcionaban sólo por el hecho de cambiarlas, porque me apetecía, y porque se vive una vez. Por lo que sea, me siento cómodo en esa búsqueda permanente. No creo que un día diga: esto es lo que soy, esto es lo que me gusta y me voy a quedar aquí; no me veo haciendo discos iguales toda la vida. Mi propio pensamiento va evolucionando.
¿Cómo de importante es esa necesidad de cambio?
No sé cómo se puede pesar… Yo lo vivo natural, me lo pide el cuerpo y lo voy haciendo; voy buscando cosas que me den vida. A veces son tonterías, como cambiar de instrumento o cambiar el repertorio totalmente; me pasó el año pasado en Ourense, donde toqué dos veces seguidas porque era un sitio pequeñito, y sólo repetí 3 o 4 canciones de un repertorio de 20. Hay una necesidad, sí, se puede decir, o un placer, en el hecho de no repetirme y tratar de variar un poco.
Hablando de esa tendencia al cambio, esa frase que te he mencionado antes me recordó mucho al “cuando no tienes nada, no tienes nada que perder” de ‘Like a Rolling Stone’.
When you aint’ got nothing, you got nothing to lose. Es verdad. Pues sí, y es muy bonita, aunque es verdad que se refiere a otro contexto. Quizá tiene que ver con que si no te aferras demasiado a las cosas te das cuenta de que en realidad no tienes nada que perder; es decir, todo está en tu cabeza. Me di cuenta cuando me fui América y me quedé casi cinco años viviendo allí. Me fui con una mochila pequeña: me llevé una guitarra, me compré otra allí, y con todo eso salió el disco Atlántico, La Caravana Americana… y todo eso nació de no tener nada, digamos; yo aquí tenía mis amplis, mis veinte mil pedales, y no me hizo falta. Te das cuenta de que no ser preso de las cosas y vivir en ese mundo material que a veces se nos impone te da mucha libertad, y quizá tiene que ver con lo que dice Bob Dylan de alguna manera. A lo mejor no tienes nada material, pero tienes mucha riqueza espiritual o emocional.
Es una noción que explica bastante bien a Dylan y al músico en general.
Sí. Totalmente. Es un tipo que ejerció su libertad y no se dejó aprisionar por lo establecido o lo que debería ser. En ese sentido es un ejemplo Bob Dylan.
¿Qué opinas de la polémica alrededor del Nobel de Literatura?
Uf. Me da un poco igual, si te soy sincero. El Nobel es un premio que para mí tiene una relevancia relativa en muchos sentidos; por su origen, por a quién se lo han dado en la historia… desde mi punto de vista creo que se ha confundido muchas veces. Al margen de eso, el hecho de que se lo den a Bob Dylan no generó ese conflicto que le generó a mucha gente al respecto de si es literatura o no; Dylan hace unas letras preciosas y aguantan el papel perfectamente. No sé si me interesa mucho el debate de las palabras; al final las palabras pueden ser más fronteras que otra cosa. Dylan hace letras muy bellas y se merece un reconocimiento que también te digo que ya tiene, el Nobel a él probablemente le dé igual porque tampoco le hace falta.
Aplicando esto al disco, ¿estaban tus dos discos como Xoel López en tu cabeza antes de viajar a Sudamérica o fue algo que se modeló allí?
Uno está más o menos predispuesto a los cambios; a lo mejor yo hubiera hecho el viaje hace 7 años y no hubiera cambiado tanto mi música. Yo me fui con una mentalidad abierta. Yo me iba a las tiendas de discos y compraba cosas nuevas. Se veía un cambio cantado, aunque no supiera bien hacia donde; si hubiera predefinido algo es probable que no me hubiera salido. El pensamiento de laboratorio no funciona, las cosas tienen que surgir porque luego las tienes que defender. Yo no sé trabajar de otra forma.
Cuando hay algún cambio de rumbo importante siempre me gusta hacer el experimento de elegir una canción que represente todo lo que esa banda o ese músico es y ya no es con respecto a su anterior etapa. En el caso de Xoel López y Deluxe optaría por ‘A Serea e o Mariñeiro’.
(risas) Estoy completamente de acuerdo contigo. De hecho, me preguntaron cuál era mi canción favorita del disco y yo respondí que, durante mucho tiempo, fue ‘Patagonia’, pero que había una canción que yo le pondría a alguien si no me conociese, y sería ‘A Serea e o Mariñeiro’. No creo que sea casualidad. Es una canción que es totalmente sintética en el sentido de lo que tiene: apuesta por el idioma gallego en una música en la que no se suele usar, y ahí me parece que hay bastante actitud. Es una fusión total y tiene que ver con mi realidad. Por otro lado, tiene unas armonías distintas y poco habituales en mi música; la compongo sin instrumentos, y creo que es por eso en parte, primero hice la letra y un día me puse a improvisar en una mesa. La canción la compongo en Buenos Aires, muy lejos de donde se habla gallego, en un arrebato de morriña.
¿Habías compuesto antes en gallego?
Sí, pero sin éxito; lo había hecho con cosas que no me convencían. Me esperé a tener algo que me convenciera más. Yo tengo que hacer mis ensayo-error en mi casa y las cosas a veces no te salen a la primera. Es algo que fui descartando hasta que llegó una canción que pensé que podía entrar en un disco.
Antes has hablado de hacer las cosas independientemente, lo cual me lleva a la dicotomía entre el indie actual y el original que aún existía cuando empezaste con Deluxe.
Indie en España se suele identificar con un sonido, un tipo de música. Yo considero la independencia como una mentalidad o una forma de hacer las cosas. Son dos cosas muy distintas que se entremezclan y me pasa muchas veces, que a lo mejor digo una cosa, cambian “independiente” por “indie” muy fácilmente y no significa lo mismo para mí. Me considero independiente porque trabajo por mi cuenta, el disco lo saco con mi manager de toda la vida y no estamos en una multinacional, por lo que somos independientes aunque no queramos; tampoco tengo nada en contra de las multis. Ningún músico te va a decir que es una cosa u otra, eso ya lo sé, es un clásico; a mí, ahora mismo, me cuesta más todavía. Lo que es el sonido indie ahora mismo es otra cosa, no creo que esté… bueno, a lo mejor algo tengo porque mezclo muchas cosas, pero creo que no.
¿Y no da un poco de pena que hoy en día tengas que diferenciar entre indie e independiente, cuando al principio era lo mismo?
Sí, pero es verdad que en España se ha definido ya como un estilo musical. Hay una guitarra así para abajo, o determinado tipo de sonido, y hay gente que ya dice “es que son muy indies”. No sé si me da pena, son cosas que suceden; ahora hay nuevas palabras que definen cosas. Entiendo que la gente quiera saber por dónde van los tiros, tener algún tipo de orientación, pero todos somos únicos y es muy difícil reducirlo todo a cuatro etiquetas.
Cambiando de tema: ¿estás cansado de que te pregunten por política simplemente porque respondes?
Bueno, algunas veces me preguntan demasiado (risas). A veces me da un poco de rabia cuando me preguntan 10 de política y 2 de música; joder, yo no sé si soy la persona que tiene que responder esa entrevista. Creo que tengo más que aportar como músico. Es verdad que nunca he rehuido las preguntas de política: nunca me oirás decir “yo no respondo preguntas de política”.
En ese sentido, hay una letra de Deluxe que me parece bastante profética o sintomática, diez años después. Es la de ‘Mira’, en la que dices lo de “ya no creo en nada, y a todo lo que pasa me he ido acostumbrando”.
Es curioso. Era de mis favoritas en su momento. Mira, ¿sabes qué? Los Jóvenes Mueren Antes de Tiempo era un disco donde se hablaba mucho del contexto político: era la época de Aznar, de la guerra de Irak… era un momento muy jodido. Si analizas las letras (que son bastante sencillas porque eran mis primeras letras en castellano y había mucho por mejorar, y de hecho creo que es el más flojo de mi carrera) tenían un carácter bastante político. También estaba ‘Árboles de Metal’, que es un tema que ahora está muy de actualidad porque habla de emigración, o ‘Cientos de Mentiras’. Es curioso, en ese momento no se entendió mucho o no cuajó ese punto porque no estaba de moda; ahora parece casi que te lo exigen, o que está de moda.
El pensamiento político está siempre. Debería estarlo. Debemos ser críticos con la sociedad y en el buen sentido, para mejorarla, no ser críticos y ya está. Debemos ser críticos con nosotros mismos, tratar de ser mejores ciudadanos y, a partir de ahí, tratar de que cambien las cosas y predicar con el ejemplo. Es un momento difícil, duro y de mucha injusticia, pero también de cambio y de revolución de pensamiento; creo que viene una generación que va a dar mucho que hablar y que va a exigir cambios. La política esta de “te digo lo que quieres oír y ya está” se tiene que terminar algún día. El mismo Pedro Sánchez en el programa de Salvados contaba cosas que no contaba dos semanas antes; hay una realidad que todo el mundo intuye e incluso algunos sabemos y la damos ya por real, pero parece que ellos no la quieren expresar, y de repente ahora sí: bien, considero que nunca es tarde, pero me gustaría que los políticos contasen más las verdades y que no fueran tan paternalistas y nos trataran a veces como si fuéramos gilipollas, la verdad.