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Y el mejor festival del verano es…

11/08/2018 - 

VALÈNCIA. ¿Cuál es el mejor festival del verano? La pregunta tiene tantas respuestas como personas preguntemos. Como los culos, cada uno tiene el suyo propio. Hay tantos y de tan diferente pelaje.

¿Y si trasladamos la cuestión a los expertos? ¿Y si preguntamos a profesionales de la materia? Gente acreditada que, por su trabajo, se ha pateado muchos festivales y sabe bien de lo que habla. Dentro de lo que cabe, voces objetivas. No sé, quizá nos acerquemos a la verdad.

Yo, por si acaso (y aprovechándome de la confianza y el tiempo vacacional de algunos de mis colegas), les he preguntado. Como mínimo, ha resultado un artículo/guía más que interesante.

Carlos Pèrez de Ziriza (El País o El Hype)

A nivel estrictamente musical, me quedaría con el FIB (si nos ceñimos al verano), ya que pude ver al menos una docena de conciertos notables - aunque los cabezas de cartel no lucieran mucho este año - y porque sigue siendo ejemplar en cuanto a organización. A nivel más de modelo de festival, y como cada vez me gustan más los festivales urbanos, te diría que el Noroeste de Coruña (en el que aún estoy). Se hace con dinero público, tiene un cartel muy ecléctico y consistente y con un porcentaje de presencia femenina (de calidad, no porque haya que cubrir una cuota) muy por encima del resto. Y además acerca sus propuestas a la calle, habilitando escenarios en calles y plazas del centro, combinando conciertos gratuitos con otros de pago, añadiendo un plus como reclamo turístico. Me parece un modelo a seguir y me genera cierta envidia: sería fantástico que pudiéramos ver algún día a Belle & Sebastian en la Plaza de la Virgen, a María Arnal y Marcel Bagés en la plaza del Ayuntamiento, a James Holden en el Talía o a Maika Makovski en la Plaza Lope de Vega. Valencia aún tiene muchos rincones desaprovechados, y me encantaría que ese potencial se aprovechase algún día como generador de sinergias culturales y turísticas, más allá de que los promotores privados puedan meter a 20.000 personas en La Marina Sur o en la Ciudad de las Ciencias.

Foto: EFE/FIB

Max Dodinet (Sony Music Spain)

Heineken Jazzaldía: San Sebastián ya es una experiencia en sí misma, si a eso le sumamos la asistencia al festival de Jazz más antiguo de España (53 ediciones y sumando), esto se convierte en algo único. San Sebastián es todo un festival para los sentidos con su playa, pintxos, y chuletones de otro planeta, y son estos elementos que hacen del Jazzaldía un momento tan especial a finales de julio. Hablamos mucho de festivales que son experiencias, pero dentro de un recinto; esto es otra cosa y además los organizadores se empeñan desde hace años en una labor de divulgación de la música Jazz que puede resultar complicada para muchos oídos. Entornos muy cuidados para la música en directo, la posibilidad de caminar descalzos en la playa, disfrutar de la música en vivo en el Kursaal o la Plaza de la Trinidad... Conciertos gratuitos en el que uno viene a disfrutar de forma directa y sencilla y otros de pago en los que uno viene a aprender y gozar de uno de los estilos musicales más ricos y desconocidos en la actualidad. A destacar de lo vivido: Gregory Porter con orquesta sinfónica interpretando a Nat King Cole, Rueben Blades, Chick Correa (pianista de Miles Davis), Hussain/Holland/Potter, Yann Tiersen en solitario y, la revelación del festival, Cecile Mclorin Salvant.

Bea Cort (Intromusica o El Ukelele)

Tras haber estado cinco años consecutivos al Arenal Sound, este verano decidí cambiar la playa por la montaña y marchar a Bilbao para vivir por primera vez el BBK Live. Además del hecho de haber visto a Florence + The Machine, Childish Gambino, Chemical Brothers, entre otros, por 120€, en unas condiciones mejor que buenas. Me quedo con la estupenda capacidad de adaptación y mejora (quién no sufrió el primer día las colas eternas para regresar al camping); el entorno natural que lo acoge; la variedad de estilos del cartel que permiten pasar muchas horas dentro del recinto sin aburrirse y una oferta gastronómica que no implica intercambiar un riñón por un trozo de pizza. Compré la entrada parar asistir los tres días, con experiencia en camping incluida y, aunque este año no puedo compararlo con otros festivales, si en 2019 solamente pudiera elegir uno, sería este sin duda.

Segio F. Fernández (Redacción Atómica)

Tirando de clásicos mi festival favorito (hasta el momento) de este 2018 es el FIB. Aunque el festival de Benicàssim cuente con un cartel menor al de los otros 4 grandes en España (PS, Mad Cool, BBK Live y Low) la realidad es que el buen hacer y la experiencia de sus organizadores sitúan al FIB en el escalafón Champions sin vistas a posibles desvirtuaciones. 0 colas, buen rollo infinito y sobre todo conciertos con un sonido brillante en los que las bandas ofrecen lo mejor que tienen. Para el recuerdo quedan la apoteosis del domingo con Wolf Alice y el “No me gustas, te quiero” cantado al unísono por The Parrots y los Javis como auténtico himno generacional.

Mike Calvo (La Gramola de Gramola Keith)

Llevo casi una década acudiendo a una media de cinco festivales anuales y no suele haber sorpresas con el que más disfruto cada año porque muchos dicen que ya no es lo que era (y algo de razón tienen) pero el FIB siempre va a ser el FIB. Combinación perfecta de bandas británicas y americanas de primera línea con interesantísimas propuestas nacionales hacen que esos 4 días sean mis preferidos del año. Destacar el conciertazo de La Plata, el regreso de The Killers al escenario Las Palmas y la puesta en escena de Justice.

Víctor López Heras (Beat Valencia)

De entre los macrofestivales de música valencianos del verano me quedo con el modelo del Rototom Sunsplash de Benicàssim. Un reducto en el que los sonidos de raíz negra, caribeños y africanos, son los protagonistas con todo lo que de vanguardia musical conlleva. La publicidad invasiva está desterrada, no hay patrocinio en los escenarios ni inyecciones en vena de marcas publicitarias. Muchas mujeres sobre el escenario y un buen número de grupos valencianos. Ejercen una política de apoyo explícito a la ciudad, algo que debería ser indispensable para todos los festivales que reciben subvenciones públicas (Generalitat, Diputación, Ayuntamiento), ya que las entradas para los empadronados en Benicàssim cuestan entre 15 y 20 euros, los menores de 13 años, los mayores de 65 años y las personas con discapacidad pueden entrar gratis, y un día del festival la entrada para los desempleados cuesta 5 euros. Si a todo esto le sumamos las mesas de debate y los foros sociales que reúnen cada año a activistas, miembros de agencias de la ONU y políticos se nos queda un macrofestival ejemplar, que solo estuvo cerca del error cuando cedió a la presión del BDS-Valencia y cancelaron al rapero Matisyahu, finalmente rectificaron y dejaron que actuara.

María Carbonell y Susana Godoy (Alquimia Sonora)

Solemos ir a unos cinco o seis festivales al año. Ya hace cinco años que conocí el Primavera Sound y que lo siento como el festival mejor organizado al nivel del gran formato. Sin embargo, si hablamos de preferidos, lo tengo bastante claro. Hace cuatro años que nos estrenamos con el Vida Festival y no creo que nos perdamos a partir de ahora ninguna edición. Ahí suman muchos factores que hacen que cada año sigas manteniendo el amor y la admiración por las cosas bien hechas. El entorno (algunos escenarios en pleno bosque) y las intervenciones en torno a él, ofrecen una magia única. Además de contar con una programación diferente al ‘copia y pega’ del resto de festivales, la calidad en el sonido y el ambiente que público y artistas dan forma de manera natural. Se suman ya muchos recuerdos bonitos en la experiencia vivida hasta el momento con este festival y nos gusta cada año verlos crecer y consolidarse como una organización que ama y entiende la música igual que nosotras.

Voro Contreras (Levante EMV y URBAN)

Creo que, por encima de los aspectos musicales -me encantó el concierto de Los Radiadores, disfruté mucho con Manic Street Preachers, Auserón estuvo muy bien, Simple Minds dieron un conciertazo, me divertí con The Prodigy, me decepcionaron The Cult-, la celebración del 4Ever Festival ha sido una buena noticia para València porque ha dado respuesta a un público que, por cuestiones generacionales o por lo que sea, no suele frecuentar los festivales veraniegos ¡Por fin un festival sin instagramers, ni camisas floreadas, ni ukeleles! El acierto a la hora de elegir al cliente potencial por parte de los organizadores quedó patente en la primera jornada, pero no tanto en la segunda, con un cartel más parecido al de otros eventos de este tipo, lo cual provocó un importante bajón en la afluencia de público. Por eso, si el año que viene vuelve a haber 4Ever (ojalá) los organizadores harían bien en equilibrar esa peculiaridad "ochentera" o incluso reducir el evento a una sola y muy potente jornada. Eso, y poner más barras y excusados.

Pau Chisbert (Festibalazos)

La tercera edición del madrileño Mad Cool Festival ha sido sin ningún lugar a dudas el gran evento del verano de festivales en España. Con unas cifras de asistentes que le han llevado a ser el evento musical más grande de la historia de España, el Mad Cool superó los problemas iniciales para dar una muestra de fuerza que le permite situarse al nivel de los grandes festivales europeos. Un recinto que nada tiene que envidiar al Coachella acompañado de un cartel que aglutino desde leyendas como Pearl Jam o Depeche Mode, a tesoros para los más indies como Arctic Monkeys o Jack White y el mejor producto nacional con La M.O.D.A. o Morgan entre muchos otros, le ha devuelto a Madrid ese gran festival de música que tanto tiempo llevaba esperando y de paso nos ha regalado a los más festivaleros una de esas citas con las que soñar todo el año.

Irene Reviriego (LeCool Valencia)

Con los años se aprende que la regla básica de que menos es más funciona, y en el caso de los festivales de música creo que es una norma que hay que aplicar siempre. Así que este año en lugar de agobiarme con la idea de ir a un montón de festivales he elegido uno solo, y para mí ha sido, evidentemente, el mejor del verano: El VIDA Festival. Un buen el cartel es fundamental pero no decisivo. Para mí la calidad de un evento de estas características tiene que proporcionarme un equilibrio entre los grupos que tocan, el sonido (aunque el sonido en un festival de música no es negociable) el precio y la comodidad. Y con comodidad me refiero a que para ir de un escenario a otro no haga falta que te convaliden El Camino de Santiago; simplemente que puedas disfrutar del concierto a una distancia decente (para verlo a través de las pantallas me quedo en casa) y que no se solapen conciertos. Todas estas premisas el VIDA las cumple. Además, a un festival le dedicas un presupuesto considerable. Más allá del precio de la entrada tienes que contar con el desplazamiento, el alojamiento y, por supuesto, la comida y la bebida. El hecho de que te dejen entrar con comida al recinto y que el precio de la cerveza no incluya un riñón, demuestra que el festival tiene interés en que la gente se sienta cómoda y se pueda ocupar de disfrutar de la música, que al final es lo que importa. Si a todo esto le añades que el festival se celebra en un entorno natural rodeado de campo y árboles, con un aforo pensando para que no haya aglomeraciones, a mí me tiene ganada, no solo este año, sino para el resto de mi VIDA.

Juan Pardo (Water Tapes)

Tras casi dos décadas asistiendo a festivales, debo reconocer que ahora estoy más por festivales de formato pequeño, donde conocer nuevas propuestas y disfrutar de la música desde una perspectiva más cercana. En ese sentido toda mi admiración y respecto se lo lleva este 2018 el Surforama o Deleste en Valencia, sin menospreciar al Monkey Week en Sevilla o, mi más reciente descubrimiento, Enclave del Agua en Soria. Lo cierto es que el Surforama engloba todo aquello que me gusta como consumidor de música y como fotógrafo: bandas divertidísimas, un buen rollo contagioso y esa estética 50’s que en las fotografías trasmite la buena onda y energía que se concentra en La Rambleta en el mes de mayo. Es el verdadero anuncio de que llega el verano.

Liberto Peiró (Mondo Sonoro)

Comencé la temporada festivalera con el Sansan y el Fuzzville en abril, el Montgorock y el Warm Up en mayo, el Red Pier Fest, Surforama y Rock on the Road en junio, y en julio el 4Ever Fest, Music Port Fest, Bonaventura Fest, Fib y Low. Tras estos 12 festivales, puedo decir que cada uno ha tenido su aquel, que en todos he disfrutado, pero a título personal me quedo con el nacimiento del Bonaventura Fest de Pedreguer, que ha tenido en los suecos The Vanjas, los británicos The Fuzillis, los gallegos Terbutalina y a los catalanes Mothercrow entre otros grupos, un cartel ecléctico pero con un resultado perfecto, donde público, organizadores y grupos se lo pueden pasar en grande, una especie de twenty four hour party people, pero de 3 días… El Low en su 10º aniversario tampoco ha defraudado. Tanto su cómodo recinto, como los grupos nacionales y locales que han pasado por su 3er escenario han sido dignos de animarme a bailar y a disfrutar como si de unos conciertos en una sala se tratara. El Fuzzville en su nueva ubicación, la ‘Disneylandia del rock’, fue una locura continua, tanto en los conciertos, como en los post conciertos. El Surforama nunca falla y el Red Pier Fest en el Grao de Castellón me ha demostrado que cuándo se organiza algo con amor y pasión, todo sale bien.

Mariano López Torregrosa (Territori Sonor de A Punt)

No cabe duda de que macrofestivales como el FIB o el Low han contado con cabezas de cartel brillantes, aunque normalment las sorpreses más agradables se suelen disfrutar en los escenarios más pequeños, con bandes desconocidas, que aun tienen todo por demostrar y con mucho hambre, lo que se traduce en mucho nervio encima del escenario. La actuación de los valencianos La Plata en Benicàssim fue ejemplar, y la de los norteamericanos Vintage Trouble en el Low, sencillamente explosiva, de traca.

No obstant, de los festivales que se celebran o se celebraran este verano en nuestro territorio sonoro, me quedo con dos: L’Aplec dels Ports de Vilafranca, celebración autogestionada cada año por un pueblo diferente de la comarca de Els Ports, organitzada cada vez por una comisión joven del pueblo. Una tradición que este año cumple cuarenta años y que cuenta con la implicación de toda la gente de la comarca. Y también el Rototom Sunsplash, un extraño caso a de día de hoy de un macrofestival que aun conserva un marcado significado contracultural.

¿Que qué opino yo? Diré que este verano, por motivos personales que no viene a cuento, no he podido prodigarme tanto como quisiera por los festis; que eché de menos casi todos, pero en especial el Vida de Vila Nova i la Geltrú o el Contempopránea de Alburquerque (Extremadura); que lo pasé muy bien en el 4erever y en Les Arts; que me subí alucinado y bien acompañado a la noria del Madcool; que morí por estar en el Canela de Málaga y moriré por estar en el FIGA de Gata. Pero mira, estuve en el Low de Benidorm y no tengo nada malo que decir al respecto. Todo lo contrario: buen sonido, recinto cómodo y de fácil acceso, fluidez en las barras, público con ganas de escuchar música (no os creáis que siempre ocurre) y un cartel más que sugestivo. Y la erótica hedonista y dionisiaca inherente a la propia estampa de Benidorm.

Pero vamos, lo dicho: hay mucho y muy diverso para escoger. Lo importante: ¡no dejéis de escuchar música en directo! ¡también cuando desaparezca el calor y no sea en un entorno festivalero! ¡Acudid a las salas! ¡Llenad las plazas, los centros culturales y las pérgolas! Seréis, como todos compañeros que me han ayudado a confeccionar este artículo, gente más maravillosa y más feliz.


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