EL CUDOLET / OPINIÓN

¿Y si dejamos de marcar la 'X' en ciertos festivos estatales?

9/12/2023 - 

VALÈNCIA. Hace años que ciertas casillas del almanaque dejaron de iluminarse de color rojo, y esto solo se consigue cuando uno se entrega en cuerpo y alma a trabajar la tierra o es autónomo. Aquí no hay descanso. Para mí ha sido un premio, respirando otro aire, conduciendo a otra velocidad y abandonando la monotonía a la que se sujeta artificialmente el capitalino. 

El centralismo de la ciudad llegó a aburrirme. Nada me saciaba. Todo me irritaba. Ni mis visitas al rastro. Ni los domingos en Mestalla. Ni mis maratonianas sesiones en el Cinestudio d’Or, ni la sátira de Las Fallas, ni mi paseos por el río verde, ni mis noches de jolgorio y farándula en el Blue Iguana consiguieron retenerme. 

Me arrepiento de no haber encontrado mi sitio una década antes. Me hubiera ido mejor y hubiera regateado las adversidades con mayor soltura. De momento solo llevo cinco años en el exilio, en la periferia, en la València marítima, en la huerta, y sí, tengo claro que de este agua no beberé. ¡No volveré a vivir en la ciudad central!

No trabajo como un chino, me mantengo ocupado los siete días de la semana para poder sufragar el coste de las facturas y poder comerme a la inflación. Este oficio no da para muchos caprichos. Mis prioridades son diferentes a las de otros que están acostumbrados a comprar relojes, coches, casas, y joyas, entre otros. Me aferro a la poción y porción mágica de Mújica: "cuando compras algo, no lo compras con plata, lo compras con el tiempo de tu vida que tuviste que gastar". 

Termina el veintitrés. Viene el siguiente, y con el cuatro, recibiremos el nuevo calendario de festividades, el de los catorce que se apoyan en los fines de semana para alargar aún más la bartola. Para la clase trabajadora merecidos, para las familias necesarios y para el comercio prioritarios. Nadie dice no a un festivo. Descansar es un derecho. 

A lo largo de la historia del pueblo valenciano las festividades y los días de asueto han mutado. Hoy nos topamos con un calendario obsoleto y sectorizado en días festivos de carácter estatal, autonómico o local. Soy partidario de reciclar tres de ellos y mandarlos a la hucha de los autonómicos, como son la Inmaculada, el Día de Todos los Santos y la Asunción

El siglo XXI necesita recuperarlos. La iglesia debe dejarlos marchar. Es de buen cristiano. Y en mi cabeza surgen nuevas celebraciones, como la jornada de la València Metropolitana y, cómo no, seguir vertebrando la Comunidad a través de sus fiestas, Hogueras, Magdalena y Fallas. Si el Valencia CF no ha podido ser el ejército desarmado de la Comunidad por lo menos que sean sus tres principales fiestas.

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