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la opinión publicada / OPINIÓN

Ya es Navidad en Venezuela

21/09/2024 - 

Venezuela está a punto de entrar en la Navidad, porque así lo ha decretado su presidente, Nicolás Maduro. Nada mejor que unas festividades en las que la magia y la ilusión se extienden entre la ciudadanía para hacer posible lo imposible; creíble lo increíble. Por ejemplo, que la candidatura de Maduro venció en las recientes elecciones con casi un 52% de los votos.

Venezuela lleva más de veinte años en el candelero de la actualidad política española. Especialmente desde que en 2002 se produjera un golpe de Estado contra Hugo Chávez, en el que España (entonces gobernada por José María Aznar) se apresuró a reconocer a los golpistas para luego tener que dar marcha atrás, la relación del chavismo con la derecha española terminó de agriarse. Comenzó entonces, o más bien se intensificó, una incesante y machacona narrativa en los medios de comunicación españoles, especialmente los conservadores, que denunciaban los excesos del chavismo y su evolución paulatina en un régimen autoritario. Frente a ello, la izquierda y sus altavoces tendieron a ponerse de perfil, en una defensa en general poco entusiasta, pero defensa al fin.

Sin embargo, hay que decir que dicha defensa, desde hace años, ya es insostenible. Porque en paralelo, elección tras elección, y en particular después de morir Hugo Chávez y sucederle Nicolás Maduro, Venezuela ha pasado de ser una democracia imperfecta, muy polarizada y crispada, con una lucha feroz por el control de los medios de comunicación, pero con respeto por la limpieza de los recuentos electorales, a una dictadura de Nicolás Maduro sostenida en los ingresos del petróleo y en el apoyo del Ejército (cuyos militares seguro que le apoyan solamente por los postulados ideológicos de Maduro, y en absoluto por beneficiarse también del reparto del pastel petrolífero). Una dictadura "muy de izquierdas", pero dictadura al fin, donde el líder de la oposición, Edmundo González, ha acabado exiliándose en España, país cuyo Gobierno mantiene lazos con el régimen de Maduro que siguen la tónica de desvaído apoyo de perfil de la izquierda española.

Pedro Sánchez y Edmundo González. Foto: POOL MONCLOA/FERNANDO CALVO

En este contexto, se hace verdaderamente difícil pensar en una victoria limpia del régimen, tan limpia que no ofrece datos que avalen su victoria y se dedica a perseguir judicialmente a los opositores. El Gobierno defiende su victoria por un ajustado 52%, por un 43% de la oposición. Sin embargo, a día de hoy el Gobierno se ha negado a hacer públicas las actas, una medida de control elemental en cualquier procedimiento democrático. Parece evidente que no puede ser legítima una victoria, tan ajustada como providencial, cuyo recuento se oculta a la luz pública. Por su parte, los representantes de dicha oposición, basándose en las actas electorales a las que han podido acceder, defienden su victoria con un 67% de los votos, por el 30% de la candidatura de Maduro. Conviene precisar, además, que esta estimación se basa en la recopilación, por parte de la oposición, de casi el 80% de las actas que registran el voto en las elecciones, lo cual ha sido a su vez validado por instancias externas. Estos datos mostrarían la clara victoria de Edmundo González, pues, aunque ese 20% de votos restantes fueran asignados íntegramente a la candidatura de Nicolás Maduro, no serían suficientes para dar la vuelta al resultado.

Edmundo González y Alberto Núñez Feijóo. Foto: ALBERTO ORTEGA/EP

Hay un dato adicional que a mi juicio resulta devastador para la pretensión de legitimidad del gobierno de Nicolás Maduro. Actualmente, casi 8 millones de venezolanos han emigrado al extranjero, sobre todo a otros países latinoamericanos. Pero también es muy visible su presencia en España, donde son más de 350.000 los venezolanos que han emigrado en las últimas dos décadas, de los cuales casi 150.000 a la Comunidad de Madrid (con una influencia muy marcada en el debate público español). Parece difícil defender que un país del que emigran casi 8 millones de personas, es decir, el 25% de su población, en poco más de una década, sea un país cuyo régimen gobernante sigue ostentando una popularidad significativa. Entre otras cosas, porque la mayoría de estos inmigrantes probablemente no hayan salido del país por razones ideológicas, sino económicas (mucho más transversales y que afectan más a la legitimidad del régimen y a su dialéctica centrada en el plano ideológico). Por otro lado, los casi 5,5 millones de venezolanos emigrantes que tienen derecho al voto (casi la tercera parte de los 13 millones que se estima que han votado en las elecciones), a causa de las diversas trabas impuestas por el gobierno de Nicolás Maduro, no han podido participar de este proceso electoral (sólo lo ha hecho el 1,3% del total). Cabe sospechar que este colectivo, que ha salido de Venezuela por oposición al régimen gobernante o por problemas económicos, no sería tendencialmente muy proclive a darle su voto.

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