21-11-18. Sí, yo también llevo tanga y eso no es consentimiento. Ese ha sido el grito en las redes sociales de las irlandesas indignadas ante el uso de ese argumento por la abogada defensora en un caso de violación a una niña y que le valió al juez para dictar la absolución. En València no nos libramos de los argumentos machistas; aquí el último ha sido que la víctima habría dramatizado su relato porque ella había participado en talleres de actuación teatral en su etapa infantil, justificación que usa la Sentencia para rebajar la pena al agresor.
Estos son dos ejemplos de una sociedad, la nuestra, en la que desde 2003 más de 900 mujeres (junto, en ocasiones, sus hijas e hijos) han sido asesinadas por el machismo. Estarán de acuerdo conmigo en que hay que poner todos los medios para prevenir que nos sigan matando.
Pero a pesar de ese consenso social, sigue ocurriendo. Siguen matándonos. Siguen maltratándonos.
La pregunta es ¿por qué en una sociedad que unánimemente rechaza esa violencia de género se dictan sentencias como las citadas? ¿Por qué sigue ocurriendo? La respuesta es sencilla: porque la sociedad es machista, y el machismo está interiorizado, y por ello, necesitamos eliminar los estereotipos de género, denunciar los micro y macromachismos, hemos de ser intolerantes con las desigualdades y, para tener éxito, el compromiso debe ser social y global.
La educación sexista está en casa, en la calle, en la atención sanitaria, en la TV, en la música… en todas partes. Es una batalla diaria conseguir que se entienda que ser femenina no significa querer ser sometida. Querer tener pareja no significa querer estar sometida. Ser mujer no significa sometimiento.
La Iglesia Católica ha contribuido sobremanera a perpetuar la desigualdad y cuestiona el feminismo, hasta el punto que un obispo de San Sebastián osó afirmar que el demonio está detrás de la causa feminista. Más cauto, el cardenal Cañizares manifestó en un acto junto a la vicepresidenta Oltra su preocupación sobre la violencia contra las mujeres. Se agradece la preocupación, pero pretender mantener a la mujer en el papel de esposa y madre sumisa no ayuda a erradicar la violencia machista; al revés, la perpetúa.
Y si hay una institución pública que es la imagen perfecta del machismo es la monarquía, heredada por Felipe de Borbón por ser hombre, cuando la primogénita era una mujer; esta Institución otorga a la mujer el papel de cuidadora de sus hijas, con vestidos y peinados que toda la prensa se preocupa por comentar como su gran aportación a la imagen de España, y, por supuesto, con mala relación con la suegra, y si me apuras, un poco arpía, por exceso de inteligencia (la "pobre" incluso tenía una carrera profesional, algo que su marido no ha tenido nunca).
Pero ¿cómo nos llega la información? Los medios de comunicación también tienen un papel clave y la hemeroteca pone en evidencia que muchos aún no han entendido lo que está en juego; las mujeres mueren, obviando que han sido asesinadas y por quién, y en ocasiones afirman que ha sido a causa de reyertas domésticas, eludiendo que se trata de violencia machista; sin olvidar los casos en los que la noticia invita a pensar que la víctima "se lo había buscado" ¿quizás porque llevaba un tanga o minifalda? Precisamente, la Unió de Periodistes Valencians ha presentado un Manual de estilo al tratamiento de la violencia machista y el lenguaje inclusivo en los medios de comunicación que ofrece pautas sobre cómo afrontar la noticia y desmonta mitos.
Las instituciones tienen que implicarse, no solo en ayudar a las víctimas, sino también en involucrar a la sociedad para construir una sociedad de iguales, y precisamente por ello la Conselleria de Igualtat promovió el Pacto Valenciano contra la Violencia de Género y machista, con sus 293 medidas en su gran mayoría ejecutadas, de 63 organizaciones y entidades de todo tipo (políticas, judiciales, fuerzas y cuerpos de seguridad, universidades, sindicatos, etc) plasmadas en la web https://www.sumatalpacte.com/ . Este Pacto nos invita a sumarnos al cambio social necesario. Ya lo han hecho 8585 personas y entidades.
El gobierno del Botànic está abordando el antes, el durante y el después. Es sabido que la educación en igualdad es clave para desterrar estereotipos de género y actitudes machistas, por ello la Conselleria de Educación ha creado la figura de Coordinación de Igualdad en cada centro. Nacemos iguales y así deben educarnos.
Está en marcha el protocolo de cribado en sanidad para la detección precoz. Se ha devuelto el derecho de las víctimas a cobrar las indemnizaciones y cobraran ayudas aunque tengan deudas con hacienda o la seguridad social. Justamente, es la incapacidad económica lo que hace que en muchas ocasiones las mujeres que son víctimas no puedan independizarse de sus parejas. La indemnización se ha equiparado a la de víctimas de terrorismo, pasando de 6.000 a 75.000 euros. Los hijos e hijas de las víctimas también son considerados víctimas. Los ayuntamientos valencianos están contratando agentes de igualdad. Son pequeños grandes cambios que les facilitan la vida a todos los que han sufrido la violencia de género.
Las instituciones valencianas, tras el cambio de 2015, han puesto todo su empeño, pero esta es una cuestión que debe abordarse con la implicación de toda la sociedad.
Y por ello las mujeres reaccionamos en red en todo el mundo, sacando a la luz las vivencias en primera persona con el #metoo, o llenando las redes sociales de tangas, denunciando así que llevar un tanga, una minifalda o lo que sea, no es una puerta abierta a la violación y que no es no. Porque ella puede vestir como quiera y seguir eligiendo con quien estar y hasta donde llegar. Y que sea tu esposa no quiere decir que sea propiedad tuya.
Cuestiones básicas que nos recuerda la acertada campaña de la Consellería de Igualtat i Polítiques Inclusives en torno al 25-Noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género: 'Un hombre de verdad', que se centra en ellos, en llamar la atención sobre sus actitudes machistas, y por ello hay que señalar el machismo. Lamentablemente, aún es necesario reafirmar demasiado a menudo que las mujeres somos libres y dueñas de nuestro cuerpo. Con o sin tanga.
Como vemos, no basta con manifestar que nos preocupa esta cuestión; hay que implicarse en el cambio social que ponga fin a la violencia machista, pues quizás, con nuestras actitudes y sin ser conscientes de ello, estamos contribuyendo a perpetuar el problema.
Y el mayor antídoto frente a la violencia de género es conseguir la igualdad de mujeres y hombres en todos y cada uno de los ámbitos de nuestra sociedad, y precisamente esa es la batalla del feminismo ¿te sumas?
Isaura Navarro es diputada de Compromís en Les Corts