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Zenet vuelve a València para presentar su último disco el próximo 17 de junio en el Palau de la Música
VALÈNCIA. Preguntarle a Zenet por la conveniencia de los tiempos en los que llegan las cosas es, de alguna manera, como jugar con los límites de mister Obvio. Sobre todo cuando en el horizonte está la presentación de un disco llamado Si Sucede, Conviene; el cuarto disco del polifacético cantante malagueño llega tras un periodo de reubicación personal -"ha habido una especie de reciclaje o transformación personal a nivel muy profundo, he abandonado hábitos muy nocturnos"- para el que se ha tomado el doble de tiempo de lo que había necesitado hasta ahora. "No se sabe lo que hubiera ocurrido si, en lugar de haber un parón después de los protagonistas en El Joven Picasso, Morirás en Chafarinas o La Ley de la Frontera, hubiera enganchado con otra peli también de protagonista.
Zenet inició su carrera artística como actor -"la música me secuestró"-, y eso se nota sobre el escenario. Se nota hasta en las entrevistas. El andaluz tiene un dominio completo de la escena y no esquiva ninguna pregunta. "A lo mejor me dejo querer", responde cuando se le pregunta por su relación con las multinacionales: "ahora las compañías grandes están coqueteando con algunos artistas de mi estilo y lo que hacen es permitir que sigas con tu oficina, con tu equipo". Eso sí, puntualmente, porque tiene claro que lo que ha conseguido en El Volcán va paralelo a una forma de actuar desde la independencia: "estoy orgulloso de haberme hecho como artista haciendo lo que me ha dado la gana y rodeado del equipo que yo he querido siempre".
A pesar de su libertad y de la transversalidad de su propuesta, no puede evitar que le sigan cayendo títulos de crooner y que su disco esté a la venta en las estanterías de pop-rock. El 17 de junio volverá a València para presentar Si Sucede, Conviene en el Palau de la Música. No es la primera vez: "siempre hay muy buena onda con el público valenciano, así que es un reencuentro más que un estreno". Las canciones del Mejor Disco de Jazz de los últimos Premios de la Música -"cuando este disco es el menos jazzeros de mis discos"- saldrán de la banda al completo, salvo el piano.
- Estás en plena presentación de tu último disco. El 17 de junio estarás en València. ¿Cómo están yendo los conciertos?
- Muy bien. A tope. Estamos encantados porque está teniendo una aceptación de todo tipo de público. Si nos dimos cuenta antes de que somos una banda que hace un tipo de música muy transversal, ahora mucho más porque hemos metido jazz latino para divertirnos un poco y se hacen unos solos fantásticos. Vamos cogiendo públicos de otros estilos que visitan la música de Zenet como curiosos y, al final, se suelen quedar.
- Estuviste hace un mes en Ecuador…
- Hemos estado en Quito y Guayaquil, sí. Fue fantástico. Son una gente divina. Es un público muy caliente y muy entregado. Además, en el tema de la promoción allí se crea un vínculo muy interesante porque hay programas de radios que son temáticos y sólo tratan un género determinado; hay cosas muy concretas. Te hacen entrevistas larguísimas, muy en profundidad, un trabajo muy retrospectivo… y eso es muy bonito. Y además se sale un poco de lo musical: hemos estado incluso en programas de literatura hablando de las letras de las canciones.
- A ti lo de salirte de lo musical tampoco te vendrá grande porque empezaste como actor, también pintas…
- Sí, desde que estudiaba, mi formación ha sido muy diversa en el mundo de las artes. Yo, de hecho, no estaba muy seguro si optar por arte dramático o música; al final, como en aquella época me gustaba mucho el trabajo en equipo, el trabajo de taller, me tiré a estudiar arte dramaico. Pero la música ha estado ahí siempre, de forma paralela a mí. Aunque hice carrera como actor, en uno de esos parones típicos de la vida del actor, la música me secuestró. La pintura siempre ha estado ahí porque mi padre pintaba, y esa sensación de haberte criado con olor a óleo en la casa, con una cierta percepción abierta respecto a las artes. Nunca me dediqué a pintar de forma profesional, pero al final sí que he acabado haciendo alguna que otra exposición y preparando trabajos en casa.
Mientras que el trabajo de teatro, la interpretación en general, se parece mucho al de la música, el trabajo de la pintura es el único que se hace en absoluta soledad. No te hace falta trabajar en equipo. Hay un silencio y un diálogo directo con el cuadro. En cambio, el teatro se parece más a la actuación en directo, y el cine, que se puede repetir muchas veces la toma, se parece mucho a la grabación de estudio.
- ¿Qué es lo que tomas de las demás disciplinas para Zenet?
- El trabajo en equipo a mí me encanta. Por contraste es cierto que a veces necesito quedarme solo durante una noche entera en el estudio de mi casa, pero el trabajo en equipo me encanta. Creo que una sola persona no puede abordar todos los campos; aunque yo soy muy curioso y me gusta estar siempre metido en todo el proceso del disco, generalmente siempre me rodeo de gente que sabe hacer su trabajo porque me gusta tener un diálogo directo con todo el equipo para hacer de filtro, de centro, para tomar la decisión final. Pero el trabajo es fundamentalmente en equipo. Siempre.
- El equipo se traduce en tu trabajo con Laguna y Taboada en las letras y la música, respectivamente.
- Sí, formamos ese trío entre Taboada, Laguna y yo. Hay una admiración recíproca: Laguna dice que si él cantara le gustaría cantar como yo, a los dos nos gustaría tocar la guitarra como Taboada… Todo eso revierte en ese trabajo. También te digo una cosa: tenemos un derecho a veto a la hora de trabajar, y las canciones sufren una transformación constante; se corta de aquí y de allá, se mira que encajen en la rima y el ritmo, se juega con un género y si no nos gusta nos vamos a otro… En todo ese proceso en el que la canción, de forma elástica, se va moviendo hacia un sitio u otro, ahí está el derecho a veto y a opinar, y si a alguno de los tres no le gusta cómo está quedando, borrón y cuenta nueva. Y no tenemos miedo de volver a empezar.
- Llama la atención todo ese trabajo en equipo que quizá, a nivel de calle, no llega a conocerse.
- Yo siempre lo comento y no me canso de decirlo aunque, evidentemente, yo soy el que da la cara, yo tengo la última palabra, alrededor de mí es donde hemos construido la maquinaria para trabajar… Quizá yo soy el más valiente en algunos sentidos porque desde los inicios, cuando Javier Laguna iba con una maquetita de una canción cantada, mostrándola por editoriales, cuando alguna decía que se podía hacer, yo quizá era el más loco y decía: “vamos a grabar esto en estudio, me gasto una pasta y luego ya veremos lo que pasa”. En ese sentido sí que es verdad que soy un poco el tira del tren, pero bueno, hay veces que sí que me gusta delegar; en el último disco es la primera vez que delegamos en un productor musical externo -yo no lo conocía personalmente, pero Carlos Narea ha hecho todo en la música de este país- y ha sido una experiencia fantástica. Ha sido la primera vez que yo no he estado encima de todo: he estado concentrado en cantar, en componer y en aportar algunos detalles.
- Han pasado cuatro años desde este disco y el anterior, cuando el ritmo de los tres primeros era de dos años. ¿Qué ocurrió en todo ese tiempo?
- Entre medio ocurrió que teníamos un repertorio grande, de 30 canciones, y con ese repertorio -como también éramos consciente de que no somos un grupo de canciones de usar y tirar, sino que hacemos música de largo recorrido- nos dimos cuenta de que, después de un año, había muchísima gente que no conocía nuestro trabajo. Esto se debe a que no estamos con una compañía mainstream ni una multinacional que haga llegar el trabajo de forma masiva; calamos de una manera muy lenta en todo tipo de públicos. También pasó que presentamos una recopilación de nuestras 30 canciones en México. Fructificaron muchas cosas que han fructificado para largo plazo y nos dieron la oportunidad de asentar un poquito y que nos conociera más público.
Además, también es verdad que por mi parte ha habido una especie de reciclaje o transformación personal a nivel muy profundo, he abandonado hábitos muy nocturnos… Eso también me ha llevado un año para poder cambiar de hábitos, de vida… Y eso ha sido el refresco para, a partir de ahí, crear el nuevo disco.
- Has hablado de las multinacionales. ¿Cómo es tu relación con ellas?
- Al principio tuve tres o cuatro reuniones con distintas discográficas, entre ellas, algunas importantes, pero a mí no me gustó cómo funcionaron las reuniones con las compañías importantes. Creo que entraba mucho más en mi perfil Javier Liñán y la compañía El Volcán.
- ¿La industria te da o te quita más?
- Pues mira, depende del momento. Yo, antes que este proyecto, tenía otro y tuvimos un contrato terrorífico con una compañía y es algo que le ocurre mucho a la gente joven, que firmas contratos y luego te meten en una nevera y te sacan cuando a ellos les conviene. Yo acabé un poco cansado de esta historia. A mí lo que me gustaba en ese momento era hacerlo en una compañía independiente. Es verdad que ahora las compañías grandes están coqueteando con algunos artistas de mi estilo -ya lo han hecho con algunos- y lo que hacen es permitir que sigas con tu oficina, con tu equipo, pero ellos aportan un booking a lo grande y luego se llevan un tanto por ciento de las actuaciones. Yo, una vez ya que estamos así, rodeado de mi equipo, no quita que se pueda hacer algún contrato por conveniencia; a lo mejor es verdad que a las compañías pequeñas nos cuesta más llegar a Japón, hacer una súper gira en Alemania o en el mundo entero… nos cuesta más tiempo y mucho más trabajo porque los contactos no los tenemos tan fáciles. En ese sentido a lo mejor me dejo querer, pero estoy orgulloso de haberme hecho como artista haciendo lo que me ha dado la gana y rodeado del equipo que yo he querido siempre; eso lo aconsejo, sobre todo hoy en día, que prácticamente te puedes hacer el disco en casa.
- ¿Crees que la oportunidad de Zenet te ha llegado en el momento exacto de madurez, y no en esa época que mencionas, más joven?
- Con 20 años no sabes muy bien por dónde van los tiros. Vas conociendo la industria de la música y te vas asegurando en tu posición; vas sabiendo mucho mejor lo que quieres y vas siendo más selectivo. Evidentemente, tampoco se sabe lo que hubiera ocurrido si yo hubiera tirado por bellas artes en lugar de tirar por arte dramático. O no se sabe lo que hubiera ocurrido si, en lugar de haber un parón después de los protagonistas en ‘El Joven Picasso’, ‘Morirás en Chafarinas’ o ‘La Ley de la Frontera’ hubiera enganchado con otra peli también de protagonista. Nunca sabes, cuando vas a cruzar la acera, la cantidad de caminos que se pueden bifurcar ahí (risas).
- ¿Cómo llevas lo de que te llamen crooner?
- Bueno, es normal, creo, porque los modelos que tenemos todos de un tipo con traje y sombrero en un escenario con una banda de jazz son modelos del imaginario colectivo; tenemos todos en la cabeza las películas de los crooners americanos. Aunque, luego, si te vas al diccionario me parece que no concuerda la definición -no sé si había una acepción que era “cantante que hace suyos los temas de otro generalmente con voz grave”, y ni una cosa ni otra-. En cuanto a lo visual sí que es verdad: el tipo con sombrero y la banda detrás.
- Pero hablabas hace un rato de que tu música es transversal. ¿Cómo te llevas con las etiquetas?
- Hombre, yo creo que el ser humano, en general, poner etiquetas, meter en cajones, clasificar. Tenemos un cerebro que necesita hacerlo. Es muy curioso porque mi música no saben dónde colocarla en las tiendas de discos: el otro día fui a unos grandes almacenes y estaban en pop-rock, y luego me acaban de dar el Mejor Disco de Jazz en los Premios de la Música cuando este disco es el menos jazzeros de mis discos: en ese sentido, todo llega un poco tarde, pero cuando el río suena, agua lleva. A mí, que no me sepan clasificar me parece curioso. ¿Dónde metemos a este tipo que igual parece que está cantando una bossanova, pero está sonando un violonchelo detrás, o está haciendo un solo de trompeta que parece Miles Davis, pero está cantando un tango? ¿Dónde lo metemos? Es normal que ocurra eso (risas).
- Estás el 17 de junio en el Palau de la Música. No será la primera vez en València.
- València es una ciudad que nos trata muy bien siempre. Cuando vamos siempre viene gente de alrededores que ya nos ha visto. Siempre hay muy buena onda con el público valenciano, así que es un reencuentro más que un estreno. Yo he estado ya con varias formaciones: con piano, sin piano, cuarteto, trío… Esta vez vamos a ir banda completa, exceptuando piano; es decir, con la sección de metales completa, percusión batería, contrabajo, sección rítmica… y va a sonar de maravilla. Vamos a pasarlo muy bien y tengo muchísimas ganas de caer por València.