Matacruda Cocina y Desmadre
Este mexicano llegó a Ruzafa hace un año, para quedarse, porque lo vas a querer probar todo.
Este mexicano llegó a Ruzafa hace un año, para quedarse, porque lo vas a querer probar todo.
La vida con alcachofas es mejor. De eso me enteré casi a los cuarenta. Así que, para ponerme al día, cuando voy a un restaurante donde tienen elaboraciones en las que despuntan estas hortalizas, pido un plato. Ya sé que no siempre se puede acertar. En El Porvenir, sí.
Hay sitios en los que basta poner un pie para que la intuición nos diga si vamos a estar a gusto.
En una ciudad como la nuestra, en ocasiones, salir al encuentro de un bar de vinos y tapas que nos satisfaga puede ser un deporte de riesgo. No es oro todo lo que reluce.
Viajar a otras ciudades y querer que la tuya tenga un wine bar como el que te ha enamorado está bien, yo diría que muy bien.
Hatsu es el nombre que le pondría al protagonista de una novela.
Esta es la típica elaboración que se le ocurre a un chef italiano que lleva viviendo mucho tiempo en España.
Hay locales a los que uno llega sin saber previamente que lo haría, y cuando está ahí y ve que aún quedan pequeños paraísos donde ofrecen platos con honestidad, sin alardes y sin sobreprecios, si algo tiene claro es que su deber es contarlo.
Posiblemente la ensalada que mejor acompaña a los principales
No me digan que Argentina no es buena en estas tres cosas: literatura, fútbol y gastronomía.
Nos gustan las sorpresas. Por eso, todavía practicamos eso de salir de casa, pasar por la puerta de un restaurante, leer la carta y entrar, aun sin conocerlo. Pues bien, La llajta es uno de esos establecimientos por los que vale la pena dejarse sorprender.
No es noticia que, con toda la pasión que levantan els esmorzarets, la carta de bocadillos en los bares de València y alrededores no pare de crecer.
La casa de Miri —dicho para que suene como aquí— es justamente eso, una casa de comida afgana, una taberna que es casa, como si nuestros vecinos nos ofrecieran sus mejores platos.
Desde hace un par de siglos, entre el Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, las cocinas de nuestro país huelen a bacalao más que en otra época del año. A platos de toda la vida, de cuchara. Y no es solo por tradición, es que nos gusta comer bien.
Fallas, buen tiempo y horchata van de la mano
Llegir i voler deuen ser quasi igual. Quarta edició del projecte Sentim les llibreries, escampat ja per 90 d’elles, del Sénia al Segura
Gent il·lusionada amb deixar la ciutat pel poble, com a opció vital. I polítiques que castiguen els habitants que resistixen en el món rural.
Crema de avellana, crema de chocolate, crema pastelera. Buena parte de la flor y nata de las cremas se juntan en este pastel. Algunos pueden pensar que es mucho dulce… Pero ¡un día es un día!
Hay quienes la llaman cazuela y hay quienes la llaman olla. Quienes dicen que para invierno y quienes dicen que para el otoño. Yo digo que sí a todo, que me da lo mismo el nombre y la estación.
O también podríamos decir Antonio y Nacho, Nacho y Antonio. Un restaurante como forma de expresión de ambos, nacido en 2001, en Benimaclet, y ahí sigue, un referente.
Los argentinos y argentinas viven este año las navidades más felices; van a alargar las cenas y las comidas lo que no está escrito y la palabra ‘Mundial’ o ‘Messi’ saldrá de sus bocas más veces que ‘asado’ o ‘empanada’.
¡Pero si es un bocata!... Aquí no hay peros que valgan. Súbanse al coche, al tren de cercanías, vayan a probar esta maravilla. Luego me lo cuentan.
No, no estamos en el año del esgarraet, no hay año ni día del esgarraet, en la ciudad no hay ninguna esgarraetería abierta. A veces la vida es injusta, y al esgarraet le debemos una.
Tenemos varias vidas, y la vida de ahora del Orson está junto a Santiago Guerrero y Melissa Kuoman. Eso es el Orson, un valenciano y una peruana, apasionados de la gastronomía, juntos.
En cuanto vi estos cuadernos supe que algún día escribiría de ellos. Los he tenido en casa dos meses, los he leído, olido, fotografiado, incluso les he hablado. Son un tesoro escrito con buena letra.
De xicotets, volíem ser majors per a no anar a missa. De xicotets, volíem ser majors per a anar d’esmorzar. L’esmorzar era una manera de créixer cap a fora i en la missa no creixies, o si ho feies, et deien que era cap a dins. Però quan eres xicotet no penses que créixer tinga dos direccions, sinó una. La de fora. Créixer cap amunt, clar. Esmorzar era el paradís
Hay quien guarda la infancia bajo la sombra de una higuera y yo la incrusto en la sardina de bota. Le tengo un cariño especial, qué le voy a hacer.
Tanto los buenos planchistas (de plancha caliente y espátula) como los buenos esmorzadors (de la terreta) saben que hay bocadillos que tienen que aparecer en la pizarra de un local sí o sí. El chivito es uno de esos nombres imprescindibles.
El cocinero Carlos Duart Regal se ha propuesto deshacerse de cualquier tipo de encorsetamientos con este proyecto, a base de una cocina sencilla y elegante. Tiene tanta seguridad en lo que hace, que ha vuelto a su ciudad natal, Benifaió.
Hay personas que vienen con una palabra bajo el brazo. A mi tía Tere, además de verla con un pan bajo un brazo, la veo con la palabra ‘alimentar’ bajo el otro.
Puede que no parezca real, que sea un oxímoron dentro del orden universal de los bocadillos. Abrir el pan y llenarlo de patatas bravas y morro (sic) es algo que solo se le puede ocurrir a alguien que no tiene miedo a casi nada.
Claro ejemplo de cómo trasladar la huerta al plato
Lo tengo claro, mi mejor día de este verano, el más feliz, fue el que pasé en Baldovar.
Levantarse y acostarse. Plantar tomates y regarlos. Bañarse en el río y pasear. Cenar en la calle o en el bar. Beber agua fresca. ¿Por qué es tan fácil engancharse a la vida y las comidas del pueblo?
Este es un club gastronómico privado. Para comer o cenar en él se ha de contactar a través de un mensaje en redes sociales o al móvil, pero solo con eso basta para estar dentro. El aviso es que si entras, ya no vas a querer salir.
Al decir “capital” no me refiero a ese lugar que se siente el centro. Porque hay más pueblos donde el figatell ocupa un lugar sagrado. Porque no hay más que irse un par de valles al sur, llegar hasta Pego, Oliva o Dénia, saltar hasta Ontinyent o Beneixama. Porque hay varias maneras de elaborarlo. Pero Simat y sus figatells tienen eso, alma de capital.
Todo el mundo (o casi) tiene alguien en la familia que profesa amor por la cocina. Todo el mundo (o casi) tiene un momento en la vida en el que quiere ser artista. Lo que no hace todo el mundo (sin el casi) es mantenerse fiel a lo que quiere.
Andrés García Faet tiene mucha parte de chef y una pizca de poeta.
El bar y el restaurante son lugares en los que la historia (pensémosla en mayúscula) se escribe en las mesas. Si en torno a una de esas mesas hay sentados cinco hombres de edades comprendidas entre 69 y 84 años, con sus cinco tazas de café o de poleo o de lo que sea, la intuición te dice que la historia de hoy está ahí, justo ahí.
La vida, cuando sucede cerca del Mercat del Cabanyal, parece más vida. El Bar Júcar está enfrente, o al lado —da lo mismo—, a 30 metros. A esa distancia, la vida y la cocina se mezclan. Y aquí, ambas se encuentran con convicción.
En el barrio de La Roqueta —el barrio de la calle Pelayo— ya son más quienes van a comer ramen y bao que blanc i negre amb faves. En el barrio de Pelayo, el Chinatown de València, las conversaciones que escuchas y los aromas que percibes pertenecen a partes del mundo que se encuentran a miles de kilómetros.
La vida es muy corta como para no comer arroz todas las semanas. Me da igual la receta que sea. Soy como aquel muñeco de Barrio Sésamo, el Monstruo de las Galletas, pero del arroz. Y los pimientos rellenos son, aunque el nombre no lo diga, parte de la magia del arroz.
En Les Rotes de Dénia yo sería feliz. Prefiero contemplar el mar a meterme en él. Y Les Rotes son algo así como estar en la cubierta de un barco, el mejor lugar para que se sequen los pulpos.
Con las recetas que nacen en torno a Semana Santa comeríamos a lo grande y saludablemente. No hay más que ver los platos de cuchara que surgen para “cumplir con la abstinencia” o reparar en cómo los restaurantes, madres y abuelas echan mano de la tradición.
En mi anterior artículo dije que las sardinas están desprestigiadas, que son un alimento que no ha aguantado bien el paso del tiempo en nuestra dieta. Pero como me resisto a que se vayan, hoy vuelvo a las andadas (y a las sardinas) con la receta de la coca de sardinas (aunque ya les aviso de que hay una pequeña trampa con el nombre).
¿Quién me iba a decir que abriría en Alzira un japonés especializado en sushi y que en menos de dos años llegaría al número 1 en TripAdvisor? Y es que uno va al Okaeri, se sienta a la mesa, come, paga y se va, pero lo hace con la idea de volver, tiene que volver, es ya una necesidad volver.
Del mismo modo que hay palabras que nos suenan pasadas de moda, viejunas, hay comidas que nos suenan a otra época. Las sardinas de bota, por ejemplo. ¿Quién ha comido sardina de bota con cebolla, pimientos verdes fritos y huevos? ¿Quién no ha comido este plato y ha pensado “quiero repetir”? A quienes NO hayan probado aún las sardinas de bota ya les digo que este artículo les interesa.
Echar mano del recetario de antes. Utilizar productos de proximidad. Volver a cocinar en fogones de gas. Tendemos a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor. A veces dudamos de ello, pero a veces es verdad.
Juliana (todos la llaman Juli) ha sido cocinera durante casi treinta años. Incluso fue cocinera antes de serlo. Eso es algo que le puede pasar a cualquier persona, que llevamos a un poeta dentro o a una jardinera sin todavía haber escrito un poema o trasplantado el primer rosal.
En la calle Albocàsser, 27, esquina con calle Viver, está Bar La Negri.
Este es un arroz al horno gigantesco, un prodigio de la gastronomía tradicional valenciana, uno de esos guisos a los que tienes que dedicarle horas y horas, y cariño e inteligencia. Este es un plato de festivo, pero también una fiesta de plato.
En València tenía que haber un lugar donde comer buen pescado fresco a precios populares, y es este.
Aunque el nombre de este plato suena sencillo, su origen es francés, y todos sabemos lo que suele ocurrir cuando uno de sus chefs entra en acción. A la sopa aguada y triste que se les daba a los pobres, se le añadió queso Gruyère rallado y se metieron los tazones con que la servían en el horno. Así nació el clásico Gratinée des Halles.
La Navidad en Venezuela es lo más. Y se celebra como nos gusta, con mucha comida. No se trata de cocinar por cocinar, ni de hacerle una ola a la opulencia. Se trata de amor, se cocina para querer. La comida es amor
Si la cara es el espejo del alma, el nombre de este local es el alma, directamente, sin espejos ni medias tintas. Bajo al bar, solemos decir. ¿A qué? A tomar una, a charlar con un amigo, eso sí, seguro que se me alarga y pico algo
La mejor manera de habitar la cocina es no perder de vista la tradición. Y Nabila Dahdouh lo sabe, es cocinera y habitante a partes iguales
En dos o tres décadas, nuestra cocina se ha modernizado tanto que a veces olvidamos lo que tenemos, eso que nos suena a “lo de siempre”. En este tiempo hemos reescrito innumerables recetas, de aquí y del mundo. Pero que levante la mano quien, en el último año, haya cocinado en casa una paletilla al horno; que la levante quien la haya pedido últimamente en el restaurante para comer
Se dice que Russafa es un crisol de culturas y el Oli Bar, en eso, se le parece mucho. Los propietarios son de tres nacionalidades distintas. Los bocados: de Italia, de México, del país… Todo suma, y no como en la Cumbre del Clima
El nombre de este plato me lo acabo de inventar, porque no existe una variante exclusivamente de La Punta. Poco importa. Importan el arroz y el barrio. Que nunca dejen de existir
Aunque la temporada de estas hortalizas se extiende a casi todo el año, es en otoño cuando parece que estén en todas partes. Hoy, vamos a Nazaret. Hoy toca que nos den calabazas
En la esquina de calle Cuba con plaza de Manuel Granero, hay espacio para el expresso, los sándwiches y las tostadas espectaculares y el vino ecológico o de intervención mínima. Sí, suena bien, pero sabe mejor.
Cuando una mujer como ella te habla de platos y de guisos, te está hablando todo el rato de la vida, de la suya, pero también de otras, de la nuestra, aunque aún no hayamos llegado ahí
És estrany com canvien les ciutats, els barris, el Carme. No sé en quin moment la classe mitjana va triar viatjar a una ciutat que no és la seua i començà a fer fotos de carrerons estrets, amb edificis centenaris o de façanes rehabilitades, on semblava que estigueren a punt d’aparéixer pels cantons tres modernistes amb ínfules de poeta, una ploma en una mà i en l’altra la lluentor reverdida de la botella d’absenta.
Ruzafa ha acogido un encuentro de cocineros de tres países: España, Italia y Turquía. Han abierto libros y tradiciones, han ido de pesca con un pescador de El Palmar, han preparado platos propios pero con productos que tenía el vecino. Cocinar también es eso, lanzarse al agua
Cuando uno sabe que tiene cita con el restaurante El Faralló, se le encienden las (buenas) alarmas
Amparo se hizo enóloga por dos razones: porque sus padres estaban de viaje cuando decidió en qué se matricularía y porque no le gustaba nada la idea de marcharse del pueblo. Lo de que “el tiempo da la razón” es, en este caso, verdad.
Muchos de los platos que comemos habitualmente se cocinaron por primera vez en una casa rodeada de campos.
Sé que voy a contrapelo: es verano y menguan los platos calientes, estamos en 2021 y ya no hay día de matanza con la familia y los amigos. Pero no importa, hay recetas que no se han de perder. Como los ríos de aguas limpias y ranas casi invisibles
Cuando escuché por primera vez el nombre de este plato no imaginé su extensión, ni lo que contiene. Ponerle “de pato” es quedarse corto, aunque el pato tiene siempre esa reminiscencia de ave regia. Esta es una receta con carne de caza. Este es un plato regio, aunque haya cartuchos de plomo del número 4 de por medio
Si en los platos de arroz hay categorías, el putxero valencià ocupa un lugar en el podio. Soy de los que comería puchero todos los días. A una isla me llevaría un libro y un puchero. Es un plato soleado, la conjunción perfecta para los amantes de la carne y las verduras.
Quan vaig vindre a viure a Russafa no hi havia cel. Bé, n’hi havia però jo només pensava en el barri. Russafa era una pedra preciosa penjada en tots els colls i en tots els arbres. Hi havia on anar a prendre cerveses a qualsevol hora. Hi havia dones de monyo cardat assegudes en els bancs festius dels dilluns. Tenda de guitarres. Una llibreria amb nom d’escrivent i poesia. La cantonada del Pascualín. Gossos negres i marrons, fins i tot un al qual li falta una pota. Hi havia mocadors arcs de Sant Martí amarrats a les finestres com si foren besos sobre el baf dels vidres. Hi havia hòmens que arrosseguen les seues cames romàniques fins a la barra del bar del mercat i demanen la cassalla silenciosa i tèrbola. Tapisser, ferreteria, una botiga on comprar mel i la vibració de les abelles. Xiquets i xiquetes que es diuen Pol o Julieta
Cuando en la misma conversación se habla de cántaros para recoger el agua de la fuente, de buitres que se comen a los terneros, de ancianos que viven más que un siglo, si te dicen que los callos de cordero están buenísimos, pues te lo crees y ya piensas en una barra de pan y el vino
Las palabras llevan acento incluso cuando no se ve a simple vista. Eva Davó y Jaume Vilà han puesto en relieve palabras como sostenibilidad, proximidad y familia, y hasta con un sencillo mantel a cuadros te das cuenta del acierto.
En la película de ciencia ficción Cuando el destino nos alcance, dirigida por Richard Fleischer, hay una escena en la que uno de los protagonistas eructa tras probar una de esas pastillas del futuro que sabe a “comida”. Eso, hay que dejarlo claro, es cine. La realidad, todavía, está en los mercados, y si vamos con carro, mejor.
En casa siempre hemos sido muy de arroz. No tengo duda: cuando le pedí que me enseñara a freír un huevo lo que pretendía, en el fondo, era aprender a preparar un buen arroz.
La cuchara debió de inventarse un día de invierno, y el invierno, en los pueblos. Eso explica que sea en ellos donde mejor sabor tienen los platos de cuchara
El bartender tiene que ser elegante, rápido y servicial. Servir es algo hermoso. Se puede servir para que las personas sean más felices, para que ese día caminen más ligeros.
“Cerrado los domingos”. Leí esta frase en la puerta de un comercio e inmediatamente me imaginé que me pasaba toda la mañana en la cocina, cuidándome y cuidando a los míos. Hagamos la prueba este fin de semana, cerremos por amor y pongámonos a cocinar como lo hacía la mamma
Hay cócteles con más mito que realidad. Lo que solemos llamar ahora “pose”. Puede que el Dry Martini sea uno de ellos, pero esta historia es real y mítica
Fui al barrio del Cabanyal y me vine con la receta de un plato espectacular, más dos de regalo. Los lugares en los que ocurren estas cosas tienen que existir siempre
Otra vez toca celebrar la Navidad y el fin de año. ¿De aquí o de allá? Nos debería dar igual, si podemos comer aquí lo de allá, si estamos en 2020.
Uno puede haber nacido en la terreta y no saber que existía algo así, como yo, pero podemos estar tranquilos porque es posible encontrarla aquí al lado
A vegades pots anar amb el teu fill a vore el passat. El meu em parla poc del seu passat, a penes alguna cosa que va ocórrer fa una setmana, perquè els fills són com cotxes amb el depòsit ple de gasolina. Van a tota velocitat i sense mirar arrere
Estan les persones que a les huit del matí busquen un lloc on allargar la tornada a casa. Estan aquells usuaris de tren que pareixen esperar, vestits de fosc i amb un tropell de paraules també fosques al cap, que el rodalia arranque i els duga a la ciutat encara més fosca. Estan els qui mitja hora abans que òbriguen les portes –d’un centre de salut, un col·legi electoral, el mercat– ja estan mirant impacients el rellotge i bufant perquè se’ls fa tard, el seu temps és un dret suprem. Totes estes persones estan dins de les meues pors
No hi ha moltes unions que m’esbalaïsquen tant com la que formen la poesia i la ciutat. La poesia parla de parts nostres que ens costa traure a passejar. Encara que hi ha carrers amb noms de poetes, hi solen haver pocs versos en els carrers. Hi ha bars on es reunixen els escriptors de poesia, però quasi mai els deixen traure fora la cervesa o les paraules, perquè les denúncies rimen malament amb quasi tot.