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TRIBUNA LIBRE

Diseño en el paisaje del cambio de modelo productivo y la innovación

11/01/2018 - 

VALÈNCIA. La función del diseño en los procesos de innovación es una cuestión que hoy en día queda fuera de toda discusión. Es cierto que tanto el término de “diseño” como el de “innovación” se han convertido en conceptos polisémicos y manidos que al utilizarlos en demasiados contextos y funciones han perdido precisión y concreción. 

Paradójicamente la innovación (social, tecnológica, económica, institucional) es el principal factor de sostenibilidad y estabilidad de la armonía social y la única vía de abordar los grandes problemas sistémicos (cambio climático, desigualdad socioeconómica, envejecimiento de la población, flujos migratorios masivos, seguridad, desigualdad de género, mantenimiento de la diversidad cultural, acceso a los recursos, sostenibilidad etc....)  a los que se enfrenta la humanidad. Pero también la innovación es el principal proceso de superación de numerosos problemas cotidianos y recurrentes como los atascos de tráfico, la burocracia, los modelos de sociabilidad, la fiabilidad de las transacciones o el acceso a los bienes simbólicos, entre muchísimos otros, afectando hoy y ahora al bienestar, la utilidad o la felicidad de millones de personas. 

El diseño puede ser definido como la actividad analítica, creativa y orientado a la solución de problemas concretos en un contexto de restricciones donde las posibles soluciones son analizadas, las vías posibles exploradas, derivándose finalmente la respuesta óptima. A partir de esta aproximación se entiende con claridad que hablar de diseño va más allá (aunque lo incluye) de las personas que desarrollan sus actividades económicas bajo el paraguas del Código Nacional de Actividades Económicas 741; “actividades de diseño especializado”. Desde la anterior aproximación se llega a conceptos como el desing thinking, de difícil traducción al castellano, que se refiere a la metodología que partiendo de los métodos y la sensibilidad de los diseñadores trata de encajar e identificar necesidades de los usuarios, consumidores o ciudadanos con el estado del conocimiento, la ciencia, la tecnología o el arte para encontrar soluciones viables que puedan añadir valor social, económico o estético. En este sentido el diseño se convierte en un procedimiento de mediación inteligente que busca incrementar la utilidad individual y colectiva. Y de aquí, podemos seguir estirando el hilo, hasta llegar al “diseño participativo” donde esa mediación se puede articular a partir de procesos colectivos, al co-diseño donde los usuarios finales asumen un mayor protagonismo o al “diseño abierto” en el que los agentes aplican estas habilidades de mediación inteligente para proyectos que satisfacen el bien común, que pueden ser utilizadas de manera abierta sin aplicar restricciones de propiedad intelectual o patentes. Finalmente podemos conectar los dos conceptos para hablar de la innovación activada o facilitada por el diseño (desing enabled innovation), que implica una innovación orientada a las necesidades de los usuarios, ciudadanos o consumidores, que utiliza una operativa específica para la investigación, la contextualización, el prototipado y el ensayo, que supone la combinación de saberes de diferentes disciplinas, desde la ciencia y la tecnologías, pero también la sociología, la psicología y el derecho y finalmente, aunque no menos importante, de la comunicación, el arte y la estética, o la semiótica. La funcionalidad material de los resultados debe acompasarse con la funcionalidad social, económica y simbólica y todas ellas deben responder empáticamente a las demandas sociales

Por tanto para calibrar el valor del diseño podemos recoger las sentencias, de la reciente declaración de Montreal donde se subraya el papel del diseño como catalizador de la innovación, como promotor de la sostenibilidad, como soporte de la cultura y garante de la diversidad cultural, como agregador de valor a la tecnología, como agente de cambio, como inyector de inteligencia a las ciudades, como contribuyente a la resiliencia y a la gestión de riesgos y como promotor del desarrollo. Pero esto no es solo una declaración de buenas intenciones, en un estudio sin precedentes que combina datos del Reino Unido y Estados Unidos para investigar la relación entre las competencias de diseño y los resultados económicos, centrándose explícitamente en la productividad y la innovación, descubre que donde se utilizan las habilidades de diseño, se incrementa significativamente la riqueza de la nación, genera una mayor productividad y provoca más innovación.

En el caso español si se analiza la última encuesta (2015) del sector servicios puede comprobar que la productividad del sector es una de las más altas alcanzando el valor de casi 73.000 Euros por ocupado, mientras que la media del sector servicios es justo la mitad 36.659, y el sector turístico, al que le dedicamos tanto atención apenas supera los 20.000 Euros. Si nos referimos estrictamente a las actividades de diseño especializado, estamos hablando de unas 5000 empresas con una cifra de negocios de más de 1.000 millones de Euros y con unas 10.000 personas ocupadas

En el caso de la Comunidad Valenciana, donde mostramos algunas ventajas competitivas en el contexto europeo, tanto por la excelencia del sector de diseño como por el liderazgo en la solicitud de patentes de diseño,  tenemos constancia de que va calando, en los nuevos gobiernos  la consciencia sobre la importancia del sector y así tanto en el plan Fes Cultura de la Conselleria de Cultura, en la Agencia Valenciana de Innovación, en la propuesta de la “Economía Taronja” de la Conselleria de Hacienda y Modelo Económico, en las inquietudes del Servef o la Dirección General de Internacionalización de la Conselleria de Economía Sostenible, Sectores Productivos, Comercio y Trabajo, las actividades del diseño reciben una atención relevante. También el Ayuntamiento de Valencia, a través de Las Naves, muestra un señalado interés. También son iniciativas valencianas las que tratan de incorporar la cuestión en la agenda del Congreso de los Diputado en Madrid. El resultado más evidente es que la ocupación en las actividades de diseño entre 2015 i 2016, según apuntan los datos, podría estar creciendo a tasas próximas al 10%, muy por encima del resto de la economía

La Comisión Europea ya empezó a abordar esta situación mediante la creación de la European Design Leadership Board (EDLB), la promoción de la Iniciativa Europea de Innovación del Diseño (EDII) en 2011. Uno de los resultados de este impulso es el actual proyecto del programa H2020 DESIGNSCAPES en el que participa la Universidad de Valencia a través de Econcult, que reúne un consorcio de alto nivel de excelencia entre los que se incluye a los departamentos de diseño del Politécnico de Milan y de la Universidad danesa de Aalborg, el Instituto Tavistock de Londres o la Surrey Bussines School, y que pretende con más de 4 millones de Euros de presupuesto, alentar, experimentar y evaluar las posibilidades de incorporar de manera efectiva la innovación activada por el diseño en los procesos económicos, sociales y culturales, así como de buscar vías factibles y eficaces  para incorporar la cuestión a la agenda política con recomendaciones concretas de acción.

Es el momento de prestarle atención y otorgarle mayor protagonismo a unas habilidades y capacidades que pueden contribuir de manera significativa al ansiado cambio de modelo productivo, o al menos para mejorar la productividad del actual modelo. Ya no nos cabe ninguna duda que el diseño puede ser un poderoso recurso para la estrategia socioeconómica valenciana.

*Pau Rausell  Econcult. Investigador principal del proyecto europeo DESIGNSCAPE, del programa H2020

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