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un proyecto de edu comelles

El patrimonio sonoro llama a la puerta de L'Etno

17/10/2023 - 

VALÈNCIA. Los museos están constantemente preguntándose qué deben conservar y catalogar, qué debe entrar en él para formar parte de su discurso. Desde hace tan solo un par de décadas, una de las preguntas que se hacen es qué papel tiene el patrimonio inmaterial en sus colecciones. Los paisajes y espacios sonoros es lo último que ha llamado a las puertas de L’Etno, el museo recientemente galardonado como el mejor de Europa y dependiente de la Diputació de Valencia.

El artista sonoro Edu Comelles lleva un tiempo trabajando en diferentes proyectos codo con codo con el equipo del museo, capitaneado por Joan Seguí. Se trata de un proyecto a largo plazo que busca generar un archivo sonoro que complemente el ya existente de objetos. “Dentro de las tipologías del patrimonio inmaterial, hemos tomado conciencia de que el audio, los sonidos que no son necesariamente narrativos, tienen un gran valor. El camino lo empezaron proyectos como los campaners, pero el trabajo de Edu [Comelles] abre aún más esa ventana”, explica el director de L’Etno. 

El museo ya tenía un proyecto antropológico en formato sonido, El Museu de la Paraula, que recogía testimonios sobre la cultura tradicional. También hay un trabajo muy avanzado sobre la recuperación y grabación de bandas de música. Lo que se está abordando ahora quiere ir un poco más allá. “El germen viene del archivo de un hombre muy enfocado en las bandas de música. Los museos somos fábricas de patrimonio, y pensando en él llegamos a la conclusión de que no podíamos acotar tanto nuestro foco en lo sonoro”, relata Seguí. Dicho en otras palabras, a L’Etno no solo le tiene que interesar lo que tocan las bandas, sino los sonidos de qué ocurre cuándo una banda va a tocar, cómo se preparan, cómo afinan, qué conversaciones tienen, qué provocan en el público.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

Los padres de Comelles son antropólogos. Él admite que tal vez es de ahí desde donde le viene la curiosidad por esos espacios sonoros que lleva toda su carrera recogiendo y publicándolo como obra artística. “Estos sonidos que tuvieron una primera intención artística pueden acabar siendo parte de una textura en una composición, parte de una obra artística mayor, o parte de un fondo documental específico. Lo interesante de mi tarea es que recoger sonidos es algo poliédrico: un sonido puede formar parte de una canción, de una película o del archivo de L’Etno”, explica.

El proceso ahora se encuentra en una fase primera, de debate sobre de qué manera crear una metodología de trabajo y un criterio para saber qué sonidos recoger. “Mi acercamiento por ahora ha sido puramente intuitivo porque yo no tengo esa formación en antropología. El foco son sonidos patrimoniales y sonidos humanos, yo lo recojo y son los técnicos de la casa los que me piden de algunos que haga más. Este fin de semana, por ejemplo, di una vuelta por l’Horta de València. Solo a través de los grillos de cada fanecada puedes saber cuál es el cultivo”, ejemplifica el artista.

“Este es un plato que se tiene que cocinar poco a poco. El mundo del audio es masivo, por eso tenemos que definir bien qué queremos recoger. Estamos empezando a caminar en este proceso nuevo de recoger sonidos valencianos. Ahora toca sistematizarlo para que, cuando nos jubilemos Edu y yo, se pueda seguir haciendo”, desgrana Seguí. Este debate aún no está cerrado, pero sí ha fijado sus pilares: “Tiene que ser asumible, coherente y asequible, y que tiene que tener un retorno al ciudadano en forma de archivo sobre el que investigar, en forma de una dispositivo expositivo, o en formato pódcast”, resumen el director del museo.

Foto: DANIEL GARCÍA-SALA

Fiestas, acontecimientos y paisajes

La tarea de capturar los sonidos que expliquen lo valenciano se hace tarea casi imposible de concretar. “El marco es amplio y tenemos que acortar para no volvernos locos”, confiesa entre risas Comelles. Primero de todo, los técnicos del museo están valorando qué les interesa del archivo del artista ya existente. Trabajo adelantado inconscientemente. Por otra parte, desde los diferentes proyectos abiertos en el museo tienen creada la consciencia de preguntarse de qué manera sería interesante que entrara el audio en ellos. El ejemplo más reciente es el de la pieza sonora que acompaña la exposición Las fosas del franquismo, en la que Comelles ha recogido cómo suena el interior de una de las fosas de Paterna: un silencio sepulcral que tan solo rompe el sonido de la carretera que pasa a unos metros y que acompaña los objetos recuperados de esta en la visita a la muestra. En esta segunda línea de acción, el museo estrenará en unas semanas un pódcast dentro del marco de Espanta la por.

La tercera pata tiene que ver con la recogida paulatina de sonidos. “¿Una conversación en una caja de Mercadona es un sonido cultural? En mi opinión sí, pero en la lista de urgencias, si van a afinar en un pueblo un órgano renacentista, lo priorizaremos. Igual como las manifestaciones culturales y festivas, que las tengo marcadas en el calendario para ir abordándolas”, explica Edu Comelles.

También está abierta la manera de abordarlo geográficamente. “Hay proyectos que gestionamos comarca a comarca para poder asumirlo de manera ordenada. Ahora mismo, en este, lo estamos haciendo de manera temática. La posible tensión entre lo sonidos rurales y los urbanos no nos preocupa porque somos un museo hipervocacional de territorio. Tenemos una red de otros museos y personas que nos van a ir diciendo qué creen que puede formar parte de este archivo”, marca Joan Seguí.

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