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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Los guardianes del Nuevo Centro: cómo se han salvado las letras de una generación

El artista Luce encontró por sorpresa que el icónico rótulo azul del Nuevo Centro estaba siendo sustituido y acabaría en la chatarra. Se activó entonces una operación de indulto cargada de simbolismos

11/11/2023 - 

VALÈNCIA. Del Nuevo Centro hablamos como ese icono de una modernidad apabullante para unas generaciones que comenzaban a jugar a ser adultos. Todo envejeció, también Nuevo Centro. Fue posiblemente el primer hito valenciano de emparejamiento entre sociedad y centros comerciales, una dupla que seguiría caminando junta durante mucho tiempo. Con una especificidad a esta altura de Campanar: su centralidad, su carácter urbano, que enfatizaban su sentido como plaza abierta. 

La Pirámide Musical, hecha templo de Keops, cobijó a una generación que fue millennial cuando un milenio se extinguía. Hace cuatro años, cuando en Culturplaza se preguntaba al artista Luce por su afinidad con Nuevo Centro, él mismo relataba su contacto: “bajar aquella escalera de caracol y encontrarme con McDonalds y la pirámide musical, siempre he imaginado trepar por ella. También del suelo de la plaza. Turia siempre ha sido mi parada de metro. Un lugar desolador. Con el tiempo he disfrutado mucho del parking superior, me gustan las vistas y estar cerca del letrero mientras el extractor del Foster Hollywood no para de expulsar olor a carnaza grasienta”.

Cuatro años después Luce ha conseguido estar tan y tan cerca del letrero que no le ha quedado más remedio que rescatarlo.

Foto: KIKE TABERNER
Hace poco más de dos semanas Luce, junto a Pep Vidal, caminaba, como divagando, por las inmediaciones. Una tarde del sábado, como él ha contado, en la que quiso enseñarle la azotea del centro comercial a su amigo como quien enseña su habitación. Una vez allí arriba encontraron que el viejo letrero estaba desperdigado por la zona y estaban cambiándolo por un rótulo nuevo. “Nervioso por el paradero de aquellas letras que tanto había significado tanto para mí como para mi generación, pensé que debería recuperarlas”, señala Luce, convertido en guardián del patrimonio del Nuevo Centro. El lunes, tras el fin de semana, pudo cerciorarse de que las letras iban a despedazarse y acabar en la chatarra. ¿Y si me las llevo?, ¿dónde me las llevo?, ¿cómo me las llevó? Tan grandes, desde una azotea… Comenzó a encontrar aliados. Apareció Lebrel al auxilio. Se llevaron dos primeras letras. Pero quedaban nueve más. N u e v o   C e n t r o. Una patrulla de colaboradores se sumó a la misión. Algunas letras bajaron por el montacargas, otras -las que no cabían- por la rampa. “Las letras están en el jardín de la casa de mis padres, que tanta paciencia tienen”, aclara Luce. 

El ejercicio de rescate provoca unas cuantas reflexiones a propósito del valor que un rótulo como ese puede tener. Aparentemente con escaso valor patrimonial, en cambio parte icónica del skyline de una generación. 

El especialista en lettering Joan Quirós reconoce el apego con esa imagen fija: “un valor simbólico relacionado con mi infancia y adolescencia. Soy de Campanar y he pasado muchas horas en este centro comercial…”. Desde el punto de vista técnico, indica Quirós, “no tiene más valor que el de un vinilo de cualquier comercio moderno, sobre todo porque no es ni tan solo el rótulo original. El anterior estaba formado con una tipografía romana disona y fue sustituido por éste, compuesto por una tipografía sans serif geomètrica (mal espaciada, por cierto)”. 

Quirós considera que “está en buenas manos con Luce, seguro que él le saca buen partido. No creo que ninguna institución quisiera hacerse cargo de unas letras de estas dimensiones. Ya han desaparecido unos cuantos rótulos de más valor histórico últimamente y a ninguna administración le ha preocupado demasiado”.

Foto: LUCE

La historia del Nuevo Centro y su rótulo tienen una nueva muesca: la de aquella semana en que varios de sus ‘hijos’ salvaron sus letras. Un indulto generacional que demuestra que, en ocasiones, el patrimonio también es aquello que parte de una sociedad considera como propio.

Retener esas cinco vocales y esas seis consonantes es un intento de atrapar el tiempo. Qué ocurrirá con ellas a partir de ahora pasa a ser el nuevo enigma en manos de Luce. Pero sirve para subrayar el final de una etapa, el nacimiento de otra. 

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