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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Torres Universidad, la otra ‘Pagoda’ frente a Urgencias

Después de la Pagoda, Escario proyectó cerca de ella su siguiente aportación a la arquitectura moderna de València. Un edificio con vocación social que terminó siendo codiciado por los doctores

30/09/2023 - 

VALÈNCIA. Cuando hace unos meses la fachada de Urgencias del Hospital Clínic fue reformada, acondicionando su entrada, las Torres Universidad -su edificio de enfrente- adquirieron más valor simbólico por la simple comparación: mientras que las obras de Urgencias se habían resuelto sin voluntad arquitectónica ninguna, como un apaño a bajo coste, como si el patrimonio sanitario pudiera resolverse con un alicatado rápido, las Torres, aparentemente invisibles, suponen el ejemplo contrario: el de la ambición arquitectónica. De ahí su inclusión en el registro de edificios del movimiento moderno -auspiciado por la Fundación Docomomo-, quienes destacan del complejo de tres torres su conexión a través de un jardín, “un oasis dentro de la actividad urbana”, resuelto a partir de pasos exteriores semipúblicos, y que se complementa con una especie de parque de esculturas. 

Es un oasis o podría ser un viaje a una escena setentera con personajes trajeados y humeantes, esperando un desenlace. 

Al paso entre la calle Gómez Ferrer con el cruce de Menéndez Pelayo, la construcción esconde el imaginario de una València con vocación cosmopolita queriendo ponerse en hora. Aparentemente inaccesible, su entramado interno no se hace evidente para quien pasa sin detenerse. Forma parte de la línea de edificios de clase media-alta proyectados por Antonio Escario -junto a Vidal y Vives, bajo el sello EVV- apenas unos años después de la inauguración de La Pagoda. Coincidían en proximidad, pero también en buena parte de sus fundamentos. La Pagoda se abrió en el 70, las Torres Universidad en el 75. 

Foto: ALEJANDRO GÓMEZ VIVES, FUNDACIÓN ARQUIA

El sentido genérico de su nombre podría hacer pensar que se trata de un complejo residencial sin sustancia, pero al igual que en Pagoda, refleja una conexión importante entre edificio y jardín. Solo que si en Pagoda la torre se interrelaciona con tres jardines (Monforte, Viveros y Túria), en este proyecto es un jardín el que sella la unión de tres torres de catorce pisos. 

Levantados a partir de una estructura de acero y forjados de hormigón, su relación más directa con la ciudad tiene que ver con la disposición de locales comerciales agarrados a la estructura, que acaban delimitando su perímetro. 

Como escribe el arquitecto Fernández-Llebrez en el libro Mestres sobre los grandes autores de la arquitectura moderna valenciana (Fundación Arquia), en el diseño de las torres se percibe la influencia de Lloyd Wright, por la armonía que persigue con su entorno directo: “los espacios construidos se fragmentan para fomentar la interacción con el paisaje inmediato, mientras que la presencia de paredes independientes (rectas o en forma de L) parece exigir que el espacio interior se divida”.

Pero esa relación es imposible entenderla sin atender también a la vocación de clase de la edificación, y que contagia de la misma manera buena parte del barrio. En un momento europeo en el que el movimiento moderno representaba una fijación social -destaca Raúl Hurtado en su paper sobre Escario-, con un interés por dignificar a las clases menos pudientes, la necesidad española de redefinirse desfiguró ese objetivo y arquitectos como la tripleta Escario-Vidal-Vives se subieron a la ola de una burguesía con deseo de dotarse de buena arquitectura. Sucedió en La Pagoda y se reproduciría, aunque en una escala más económica, en las Torres Universidad, idóneas sobre todo para doctores.

Aunque en la génesis del proyecto había un interés por surtir viviendas sociales, la concepción del habitaje rápidamente atrajo otro perfil comercial. 

En todas las torres cada planta tiene cuatro viviendas con forma de racimo. En su interior, todas tienen un comedor conectado a una terraza, una cocina amplia con una terraza más pequeña y cuatro dormitorios. En los miradores encaramados en lo alto, diferenciados, casi todas las estancias se proyectan hacia las vistas ajardinadas del campus universitario. 

Hay también una conexión directa entre el conjunto y el edificio Crawford Manor del arquitecto Paul Rudolph en la ciudad New Haven. Como destaca Raúl Hurtado, su brutalismo americano, con forma piramidal, inspiró a Escario. “Sobre sus extremos vuelan las terrazas, con una composición rítmica (…) Los elementos arquitectónicos (ventanas, cerramientos opacos, terrazas…) se ubican sobre un mismo plano vertical, marcando su verticalidad, de igual forma que realiza Escario en proyecto”.

No se trataba solo de levantar una construcción, sino de hacer un edificio, una comunidad de torres. 

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