VALÈNCIA. La historia del cómic occidental no solo se escribe en viñetas; se cuenta también en manchones de típex y en pegotes de papel sobre las páginas. Se relata en clave de frustración, con creatividad, y a través de anotaciones a pie de página en colores que no pueda leer la imprenta. Todo esto esquivando, también, la censura y celebrando las historias en portadas únicas y a todo color.
Toda esta historia (y la que queda por escribir) se vive en Cómic. Sueños e historia, una exposición de CaixaForum València que puede visitarse hasta el próximo 29 de octubre. En ella, hasta mil viñetas, decenas de originales y montajes a gran escala -como la recreación del edificio de Rue 13 del Percebe- acercan a los más curiosos a este universo de papel en el que no existen los límites. La muestra comprende dos grandes donaciones: la de Bernard Mahé, comisario de la exposición y propietario de la mayoría de las piezas que se muestran, y la de Vicent Sanchis, coleccionista y experto del mundo del cómic.
Las donaciones de ambos se dan la mano en un paseo meticulosamente calculado por Isabel Salgado, la directora del área de exposiciones y colección de la Fundación la Caixa. Su reto es el de trasladar la atención más allá de las viñetas, donde se condensa todo: “Cuando uno lee una viñeta está absorto dentro de esta. El reto está en vestir el discurso y que explique la intención de esta exposición, una pequeña pista sobre todo lo que es el cómic occidental”.
A su lado, Álvaro Borrás, director de CaixaForum, reflexiona sobre cómo el cómic logra abordarlo todo, desde el arte hasta la historia más disparatada, pasando por increíbles escenografías y contando un relato sobre lo que nos rodea: “El cómic puede ser un notario del presente y un gran cronista del pasado. También puede generar magia y realidades paralelas, creando ficciones posibles e imposibles”. Con ello, la muestra consigue analizar esta forma cultural milenaria y a su vez contemporánea en la que se cuenta un gran todo.
La exposición se divide en ocho grandes bloques para proponer una completa panorámica de los tipos de historietas que se cuentan y leen en el mundo occidental. Desde una sección dedicada al cómic español, hasta una sala oscura y misteriosa de superhéroes en la que las fotografías no están permitidas por los acuerdos cerrados con Marvel y DC en materia de derechos de autor. Completan el relato Mortadelo y Filemón, Mafalda, Garfield, Snoopy, Calvin & Hobbes, Spiderman, Tintín y más de cien nombres que viven entre viñetas.
Todo esto se cuenta revalorizando un arte que, tal y como cuenta Sanchis, antes se consideraba de usar y tirar: “El cómic empezó a considerarse un verdadero arte hace muy poco. Antes los originales solo se conservaban para poder volver a imprimirlos, sin tener en cuenta el trabajo que había tras estos”. Las editoriales o los propios dibujantes desechaban sus tiras casi siempre por falta de espacio, y algunas de las que se salvaron y llegaron a manos de Mahé o Sanchis pueden verse ahora en la sala para completar el relato. En el mundo de las subastas sus precios oscilan entre los 10.000 euros hasta dos o tres millones, y algunas veces este precio solo es por la mitad de una viñeta o por alguna historieta que aún esté a medias tintas.