VALÈNCIA. El final del año invita a echar la mirada atrás. Es momento para las administraciones de evaluar lo que se ha podido hacer realidad durante el último ejercicio y lo que, por alguna razón, no se ha conseguido materializar. Y uno de los puntos a los que se suele atender a la hora de diseñar un presupuesto, y por tanto también a la hora de evaluar su ejecución, son las inversiones, recogidas en el sexto capítulo de las cuentas. A principios de año, el Ayuntamiento de València había previsto para 2019 realizar inversiones en la ciudad por valor de 79 millones de euros. Pero a fin de cuentas, ¿cuánto y dónde se ha gastado?
La ejecución presupuestaria acostumbra a ser un caballo de batalla de la oposición. El tratamiento de los datos y su significado no es sencillo y puede darse a malentendidos o tergiversaciones. Ahora bien, todos los indicadores apuntan a que, a falta de los últimos datos, 2019 habrá sido el ejercicio del gobierno de izquierdas liderado por Joan Ribó que menos presupuesto en relación con el total se ha acabado materializado en inversiones reales.
De los 79 millones de euros iniciales, la cifra en inversiones ha ido in crescendo a lo largo del año hasta alcanzar los 176 millones de euros. Ahora bien, en relación al total presupuestado en cada momento, 2019 se ha mantenido la mayoría de meses como el año de menor ejecución presupuestaria, y a fecha del 30 de noviembre -todavía no se han recabado los datos del último mes-, ésta también se mantiene como la más baja de los últimos cuatro ejercicios que ha gobernado la coalición de izquierdas.
Por ejemplo, si se atiende a aquellas inversiones ya realizadas, pagadas, o cuya factura está pendiente de abonar, se trata únicamente del 30% del total. Una cifra menor en comparación con el 35% de 2018, el 39% de 2017 o el 52% del año anterior. En este sentido, conforme han ido pasando los ejercicios, el consistorio ha ejecutado cada vez menos en términos relativos. Lo que ya ha valido para que tanto el PP o Cs hayan dado la voz de alarma.
Con todo, señalan fuentes del equipo de gobierno, es habitual que parte de las inversiones al acabar el año estén finalizadas sin que se haya completado la tramitación administrativa. Por ello, insisten, para entender los niveles de ejecución hay que evaluar el presupuesto en estadios anteriores. En este sentido, se pueden analizar los datos de los proyectos cuyo gasto ya está comprometido. Esto es: inversiones que se han hecho o que se van a hacer sí o sí.
En tal caso, en 2019 se han comprometido, a fecha de noviembre, 96 millones de los 176 totales, un 54% aproximadamente. Cifras que revelan, de nuevo, al actual ejercicio como el de menor materialización de proyectos de la época Ribó: en 2017 y 2018 fue seis puntos mayor, y en 2016 -primer año cuyos presupuestos estaban diseñados por el nuevo ejecutivo local-, alcanzó el 68%.
Uno de los factores a tener en cuenta, sin duda, es el horizonte que se fija el gobierno municipal, lo que proyecta que va a invertir cada año. El equipo de gobierno ha hecho valer el refrán de que para llegar a la luna, hay que mirar a las estrellas, de manera que se ha fijado un listón más alto cada año: de los 128 millones a invertir de 2016 a los 176 de este último ejercicio.
Unas expectativas que han resultado en una merma de la ejecución presupuestaria en términos relativos. En términos absolutos, por contra, se ha pasado de un crédito comprometido de 87 millones en 2016 a 96 en este ejercicio. En síntesis: el gobierno municipal de València no ha podido mantener el ritmo de inversiones conforme a sus expectativas. Uno de los motivos podría ser la falta de plantilla, que aunque se ha ido incrementando poco a poco, todavía es un cuerpo de funcionarios mermado y no ha podido absorber la tramitación de mayores inversiones, señalan fuentes del gobierno.
Y de lo que se ha gastado en 2019, ¿cuánto se ha invertido directamente en los barrios y en qué distritos ha tenido mayor incidencia? Los últimos datos completos a los que se ha podido acceder tienen fecha de mediados de octubre, pero pueden dar una idea a este respecto. Así, destacan los distritos de Quatre Carreres, els Poblats Marítims y el centro -Ciutat Vella-. El primero había aglutinado en octubre 7,1 millones de euros; los barrios marítimos, 6,2 millones; y Ciutat Vella, 3,5 millones.
En Quatre Carreres se llevaron la mayor parte de las inversiones la zona de la Fonteta de San Lluis y Malilla, con 6,5 millones en total; mientras que en els Poblats Marítims, el grueso se concentró en el barrio del Cabanyal, cuya rehabilitación y recuperación ha sido uno de los ejes centrales del equipo de gobierno desde que entrara a gobernar en 2016 debido a la notable degradación que había sufrido. Esta zona aglutinó 5,9 millones de inversiones.
Por detrás, a gran distancia, quedan otros distritos como Benicalap y Pobles de l'Oest -fundamentalmente el barrio de Benimàmet-, con 1,8 millones de inversiones ejecutadas; y Campanar, Jesús, l'Eixample y Pobles del Sud, que se llevaron entre 1,5 y 1,2 millones de euros cada uno. A la cola quedaron Rascanya (220.000 euros), els Pobles del Nord y Algirós (260.000 euros), La Saidïa (350.000) y Extramurs (390.000).
Pero quizá resulta más interesante ahondar en cuánto fue la inversión per cápita que se materializó este año en cada barrio. En este sentido, además del mencionado podio -Quatre Carreres, Ciutat Vella, Poblats Marítims- entran en juego los Pobles de l'Oest.
Así, la almendra de la ciudad y las pedanías del oeste vieron hasta la fecha una inversión aproximada de 130 euros por habitante. En la fachada marítima, por su parte, se ejecutaron 111 euros por vecino; y en Quatre Carreres, una zona de la ciudad vasta pero todavía por consolidar, se llevó 96 euros por cabeza, tal y como muestra el mapa inferior. Rascanya y Algirós se revelaron como los barrios donde menos se invirtió por vecino: apenas cuatro y siete euros por cabeza. Y la Saidïa, Extramurs y Patraix completan el vagón de cola, con entre siete y 15 euros.
Con todo, el capítulo de inversiones presupuestadas para 2020 volverá a crecer. Este año un 7,1%, alcanzando así los 84,2 millones de euros a principios de ejercicio. En la nómina de principales inversiones previstas, saltan a la vista, por un lado, la remodelación de la Plaza de la Reina, para lo que el consistorio ha presupuestado seis millones de euros, y por otro lado, la reurbanización de la Plaza Ciudad de Brujas en las proximidades del Mercado Central, que contará con más de 1,2 millones de euros. "Nuestra visión de València es una ciudad de plazas", subraya la concejala de Urbanismo, Sandra Gómez, quien incide en los pasos que el equipo de gobierno dará para con estos espacios "en consonancia con el resto de ciudades europeas".
La intención es peatonalizar y reurbanizar buena parte de las plazas este mandato. No sólo éstas, sino también se pretende empezar con la peatonalziación de la Plaza de San Agustín y la Plaza del Ayuntamiento. "Son actuaciones que mejoran la red comercial y el espacio público, además de reducir el tráfico rodado", insiste Gómez. También se quiere hacer en las plazas repartidas por los diferentes barrios de la capital: en El Perellonet o Malilla hay dos proyectos en ejecución ya, sin ir más lejos. Además, "esto permite que todas las entidades y asociaciones puedan encontrar ese espacio común para realizar actividades y tejer los barrios", subraya la edil.
Pero además, los presupuestos cuentan por primera vez con otro proyecto estrella: la reforma del Paseo de la Alameda y su conexión con el Puente de Aragón y el Puente del Real. Fue una propuesta que salió aprobada de los últimos presupuestos participativos y contó con el beneplácito del gobierno municipal. Es un proceso muy complejo por lo que se entiende que este mandato no estará concluido. Eso sí, se quiere hacer camino.
La intención es dar un lavado de cara a esta parte de la ciudad eliminando el aparcamiento central de la vía. Así, el consistorio ya ha presupuestado los 234.385 euros para encargar un proyecto. Se realizará un concurso de ideas para diseñar el futuro del Paseo. La vicealcaldesa y edil de Urbanismo asegura que se tiene previsto "estudiar estacionamientos alternativos, una peatonalización parcial y una zona verde más amplia; hoy en día es un gran estacionamiento y tenemos que ver cómo mejorar el espacio".
Otros planes de menor calado son la rehabilitación de la antigua Aceitera de Marxalenes para dedicarlo a un centro de mayores -1,7 millones de euros-, la construcción de un equipamiento sociocultural en la plaza Obispo Laguarda (Torrefiel) por valor de 2,2 millones, así como la mejora del espacio público contiguo al Tingaldo 2 del puerto por 238.000 euros. Y en este sentido, se quiere convertir a partir de 2020 la Harinera en un centro de empleo.
Para Gómez, se trata de una obligación como consistorio "recuperar el patrimonio histórico cultural, y también industrial: fábricas que fueron abandonadas hace mucho tiempo y que es momento de recuperar para dotarlas de usos públicos". También respecto al legado agrario, como son las diferentes alquerías de la capital. "Forma parte de nuestra memoria y de la tradición de la huerta y queremos, poco a poco, ir rehabilitándolas", asegura.
Asimismo, los presupuestos municipales proyectan otros horizontes de menor cuantía pero no por ello menos importantes: un concurso de ideas para el Parque de Desembocadura, la reforma del parque Manuel Granero, así como la construcción de un nuevo parque en el solar ubicado entre Juan XXIII, Periodista Gil Sumbiela y San José de Pignatelli, un planteamiento que surgió también de los presupuestos participativos del año pasado y cuyo presupuesto asciende a más de 400.000 euros.
Existen otras actuaciones que no pueden circunscribirse únicamente a un emplazamiento concreto o que engloban múltiples proyectos menores, pero no por ello pueden olvidarse. De hecho, en el capítulo sexto del presupuesto la concejalía del Ciclo Integral del Agua se lleva un buen bocado -17 millones de euros- que se dedicarán a la mejora de los sistemas de abastecimiento de agua y también de saneamiento, después de que en 2019 se revelaran los agudos problemas de la red. Asimismo, por ejemplo, el servicio de Movilidad Sostenible dedicará casi ocho millones a mejorar infraestructuras; y el de Urbanismo, dedicará casi nueve millones a redacción de proyectos de colegios, de obras de urbanización en barrios y de edificios y proyectos municipales.