Basándose en la alimentación macrobiótica y con productos ecológicos, Soraya Martínez ha creado un singular concepto: 344 no es un restaurante vegano al uso.
Hay personas y lugares que alimentan, igual que restaurantes en los que, nada más entrar, te sientes como en la casa de una amiga que te invita a comer. En 344 sucede. Quizá porque Soraya te recibe con una acogedora sonrisa. O porque se nota que le pone todo su amor a cada cosa que hace, ya sea explicarte cómo prepara el paté de tomate (no le gusta llamarlo “sobrasada” vegana) o servirte más salsa de cacahuete para el rollo de col rellena de arroz integral, garbanzos y calabaza asada porque ya te la has ventilado. Con esta hortaliza anaranjada, por cierto, prepara uno de esos postres por los que volverás una y otra vez: la tarta de calabaza asada a la algarroba. Otro apunte: no emplea azúcar, sólo endulzantes naturales como dátil o los dos frutos mencionados.
Ella define 344, cuyo nombre lo explica la numerología china, como una prolongación de la cocina de su casa, en la que prepara platos nutritivos para sus comensales. Eso que a ella le gustaría encontrar cuando viaja… y que habitualmente resulta tan difícil. “La macrobiótica me ha abierto la mente en muchos aspectos, porque defiende mucho volver a lo original, al cereal integral, a las verduras y frutas ecológicas, sin pesticidas ni abonos químicos, defiende lo que ingieres también defendiendo la tierra donde se cultiva lo que comemos y, por ende, el planeta”, explica a Guía Hedonista. Esa es su misión de vida: poder ofrecernos un lugar donde comer como en casa… o incluso mejor, pero sobre todo de una forma saludable y equilibrada. “Muchas personas piensan que comer una ensalada es sano, pero hacen falta muchos nutrientes”, reflexiona. Ella, por ejemplo, germina las legumbres para que tengan un mayor poder nutricional.
344 abre de lunes a viernes, de 9 de la mañana a 5 de la tarde. Siempre tiene un desayuno macrobiótico consistente en sopa de miso y arroz integral o, para los más reticentes, yogur con semillas y frutos secos o un sandwich salado. Hace bebidas vegetales con cúrcuma, té matcha o batidos con maca, aunque también sirve kombucha con limón y jengibre, refrescos sin pasteurizar o una deliciosa cerveza sin alcohol de jengibre. Si estás pensando en vino, puedes pedir un tempranillo orgánico o un verdejo, ambos Vinos de la Tierra de Castilla pero embotellados por Bodegas Volver (Pinoso, Alicante). Aunque tienes que ir a comer a diario, también abre algunos sábados porque organiza talleres de acuarela, collage, flores de papel o catas a ciegas. Puedes enterarte de todo en su Instagram.
Soraya Martínez, nacida en Toledo pero criada en Elda (Alicante), nunca se había dedicado a la hostelería, sino que venía del mundo dental, pero cuando conoció la macrobiótica en Masqi - The Energy House (Sierra de Mariola), se abrió un mundo ante ella. Se formó en el Instituto Macrobiótico de España y en enero de 2023 abrió 344 en el local donde antes había un restaurante crudivegano. Por eso decidió que su enfoque también sería 100% vegano pero, en su caso, guiado por la macrobiótica, aunque no de manera estricta. “Con esta filosofía, comes cuando tienes hambre, bebes cuando tienes sed, conectas con el verdadero sabor de los alimentos, limpias mucho tu paladar y te acostumbras a apreciar los sabores de la comida”, defiende.
Lo que sí que es innegociable es que todo lo que entra en 344 es ecológico, ya sea la materia prima con la que cocina, las especias o los productos de limpieza. Sus convicciones son firmes, porque para Soraya, la macrobiótica es un estilo de vida. “Te enseña ciertas herramientas para que tomes conciencia sobre ti, tu genética y el entorno que te rodea para que puedas aprender a alimentarte de manera personalizada, según el clima o tu condición”. Un ejemplo: el otoño, nos explica, es una época de melancolía y de recogimiento. “Si vas en contra de esa energía y no escuchas a tu cuerpo, si sigues el ritmo de verano en invierno, el cuerpo enferma porque antes o después te pedirá parar”. Todo está conectado con las emociones. ¿Y acaso hay algo más íntimo que comer?