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arte popular

40 años pintando en el asfalto para hacer barrio

Lejos del ocio estival, el Barrio Obrero reúne durante tres días a jóvenes y adultos que reflejan sus filias y sus fobias en la calle

25/08/2019 - 

VALÈNCIA. Ni el chaparrón del miércoles ni el calor veraniego pararon este año tampoco la celebración del concurso de pinturas del Barrio Obrero del Puerto de Sagunto. Y ya van 39 ediciones en 40 años. Se ha convertido en un oasis de ocio en un verano plagado de verbenas. Durante tres días, mañana, tarde y noche, gente de todas las edades se reúne en dos calles con asfalto pintado de pintura plástica blanca y dedica un tiempo largo en hacer algo artístico y para el barrio.

Es jueves por la tarde y la lluvia de ayer ha hecho que la organización haya atrasado un día más el paseo que hará el jurado para decidir cuál de las casi 70 parcelas merece el premio. El paseo empieza con un mural que contiene un alegato a favor de los derechos de los transexuales. En el siguiente hay una pareja con pinceles estrechos perfilando de negro la silueta de una geisha. Un poco más adelante, dos chicos reproducen una fotografía de Jimmy Hendrix. "Cada uno hace lo que apetece, se trata de que se expresen y pongan sobre el asfalto las ideas que tengan", explica Concha Ríos, que ha estado presente en todas las ediciones del concurso y forma parte de la Asociación Cultural Barrio Obrero, encargada de la organización del evento.

Foto: ESTRELLA JOVER

No siempre fue así. La cita empezó e 1979, hace ahora cuarenta años, cuando los vecinos del Barrio Obrero, en una conversación a la fresca, decidieron engalanar los bordillos de la calle decorándolo con pintura. La idea la propuso el mismo padre de Concha Ríos. Al año siguiente, en vez los bordillos, ya fue la calle dividida en parcelas, aunque aún no sería un concurso, sino una iniciativa para que la gente del barrio hiciera cosas juntos. Ese año se decidió hacer un homenaje a Félix Rodríguez de la Fuente, reproduciendo imágenes de cromos, carpetas o revistas. El año siguiente la temática giraría en torno a los músicos de la Comunitat Valenciana. El barrio, exhausto por tener que pintar 60 parcelas al año, decidió abrir la iniciativa a todo el mundo y que adquiriera la condición competitiva.

Pero nada más lejos del ambiente de un concurso. El ambiente de las calles es festivo y de barrio, algo que se ha ido manteniendo a lo largo de las ediciones. No se ve a mucha gente mirando al móvil, la gente escucha música en alto, suena Valerie, de Mark Ronson y Amy Winehouse, y el grupo de diez quinceañeros que pinta su parcela lo celebra. Un poco más allá, el que podría ser el hermano pequeño de otra adolescente se equivoca y continua pintando el rojo de rosa, pero no pasa nada. A unos 100 metros, a pesar de que todas las pinturas están casi acabadas, una madre y su hija empiezan a perfilar con lápiz el que será su dibujo, una niña con mariposas alrededor suyo.

Todo esto es importante en la crónica porque es el espíritu de la iniciativa, que no busca ser valiosa artísticamente sino dinamizadora para el barrio. La alegría de estos días al año son únicos, en una ciudad como el Puerto de Sagunto cuya movimiento vecinal se ha atomizado con el crecimiento de la ciudad. En los 80, mientras se producía la desindustrialización, los barrios serían la vía de escape al conflicto laboral. 

La única vez en los 40 años de vida que se suspendió el concurso fue entonces, el año del anuncio de cierre. Este año, unos trámites burocráticos para recibir una subvención del Ayuntamiento de Sagunto lo ha puesto en peligro, pero con algo de voluntad política y apretarse mucho el cinturón, casi todo se resolvió con normalidad: "no sabemos cuál va a ser el premio de este año, la verdad, porque las cuotas de la Asociación son muy bajas, y dependemos de los patrocinios improvisados que hagan los comercios del barrio", cuenta Ríos.

Las pinturas se quedan prácticamente todo el año sobre el asfalto. Explosión de colores en cuatro calles, alegatos, luchas e ideas a golpe de pinceles. Las casi 70 pinturas se quedan para recordar que aún se puede hacer barrio, y que el arte tal vez sea la mejor manera de hacerlo.

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