CASTELLÓN. "Trata de tú al mundo con más de 100 empleados y con su tecnología para resolver problemas en ciudades hiperconectadas". Así se refería hace un año la Reina Doña Letizia a la ingeniera informática Alicia Asín Pérez (Zaragoza, 1982), CEO de Libelium, al entregarle el Premio Rey Jaime I en la categoría de Emprendedores.
La empresa que fundó Asín en 2006 junto a David Gascón nació como un proyecto de fin de carrera sobre el Internet de las Cosas (IoT por sus siglas en inglés), que se convirtió en spin-off de la Universidad de Zaragoza. Hoy es una multinacional tecnológica presente en 120 países, que trabaja a nivel global aplicando la tecnología a ámbitos tan diversos como la gestión del agua, la lucha contra la contaminación, la gestión del tráfico en las grandes ciudades, la logística, las ciudades inteligentes, los nuevos retos del comercio, la Industria 4.0, la salud o la agricultura. Libelium es un referente mundial en el desarrollo de hardware para el IoT: conecta mediante dispositivos el mundo real con Internet, extrayendo toda la información no disponible antes de la digitalización. En 2017 facturó 5,4 millones de €.
Asín ha desgranado en Castellón parte de lo que ha aprendido en el camino. Lo hizo en el encuentro de emprendedores y pymes Focus Pyme Enrédate, en una sesión impulsada por CEEI Castellón y la Cátedra ‘Ciutat de Castelló’ creada por la Universitat Jaume I y el Ayuntamiento de Castellón. Y subrayó que los dos valores clave en la nueva economía tienen poco de nuevo: “Hay que tener humildad y respeto, porque sin humildad pierdes capacidad de aprender, y sin respeto no escuchas a los demás". Tras su exposición, estuvo con Valencia Plaza:
- ¿Qué hace tan importante hoy el Internet de las Cosas?
Básicamente, tiene tres patas. Por una parte, la reducción de costes, por otra la sostenibilidad y finalmente, un gran cajón desastre en el que personalmente incluyo la mejora de la calidad de vida y otros intangibles.
- ¿Va a estar el IoT de verdad en todas partes, en todas las cosas?
Realmente sí. El IoT surgió como una tecnología aplicada a reducir costes en los procesos industriales y a crear eficiencia, desde el mantenimiento preventivo de maquinaria a la reducción de agua en riego de parques y jardines, la mejora del nivel de fertilizantes en la agricultura… pero últimamente vemos cómo el IoT llega al consumidor final, a través de pequeños dispositivos. Ya contamos con termostatos inteligentes, iluminación inteligente que manejamos desde el móvil y se puede adaptar a la temperatura o incluso cerraduras inteligentes que cierran automáticamente cuando tú estás fuera de casa… y se va a extender más en nuestros hogares, porque también empezamos a ver grifos inteligentes que detectan la temperatura, que también pueden medir la calidad del agua, etcétera. Es decir que sí, al final todas las cosas van a ser inteligentes.
- ¿Están todos los sectores de la economía igualmente preparados para este cambio?
- El nivel de adopción del IoT está muy fragmentado, pero no sólo por sectores sino también geográficamente. Hay lugares donde, por ejemplo en la agricultura, ya ves aplicaciones directas muy claras que permiten la reducción de agua de riego en un 30%, o la reducción de fertilizantes hasta un 40%, o hasta detectar cuál es el mejor momento para la cosecha. En unos invernaderos, la diferencia entre vender un calabacín hoy o la semana que viene puede suponer que ese calabacín valga la mitad de su precio. Es decir, hay sitios donde la agricultura está muy tecnificada y prácticamente hablamos de fábricas en el campo, y países donde está muy ruralizada, nada profesionalizada y es muy dependiente de pequeños productores que no pueden abordar las inversiones por sí mismos.
-Y ¿cuál es la posición de España a nivel global, respecto al IoT?
- He dicho muchas veces que España es el Silicon Valley de Europa. ¿Por qué? Pues porque durante la crisis tuvimos varios factores: el famoso Plan E para invertir en infraestructuras surgió al tiempo que muchas empresas iban a buscar dinero en Europa, intentando conseguir por ejemplo fondos del programa Horizonte 2020. Todo eso generó, en poco tiempo, muchos proyectos de innovación, muchos de los cuales se destinaban a ciudades, entre los que destacaría Smart Santander o el caso de Málaga. Y cuando tienes inversión, eso atrae a un montón de startups, porque al no tener fácil tampoco la empleabilidad, el talento se anima a emprender. Cuando generas un ecosistema de startups relacionadas con la tecnología, generas conocimiento, trabajadores especializados en eso, y de paso, en las grandes empresas generas la posibilidad de acercarse a esa innovación con menor riesgo, acercándose a empresas más pequeñas. Y todo eso ha estado pasando en España en los últimos años; por eso pienso que estamos bien posicionados.
- Pero la población en general conoce la tecnología por la aplicación a su vida cotidiana. ¿Cuál es el siguiente escalón del Internet de las Cosas, ese que aún no tenemos a la vista?
- Diría que lo más importante no viene de la idea de qué dispositivos vamos a ver, sino de cómo van a cambiar nuestros comportamientos. Estamos instaurando una cultura de la datocratización, es decir, nos estamos acostumbrando a que se pueden conseguir datos de todo y por tanto, se pueden racionalizar las decisiones. Al final, para mí el mayor legado del IoT para la Humanidad será una mejor democracia y de mayor calidad.
- ¿De qué forma puede contribuir a ello?
- Muy sencillo. A ver, eres un gobernante y cortas el tráfico. Pero ¿por qué lo haces? Dime en qué zona y cómo. Estamos monitorizando los niveles de contaminación, por lo que podemos saber cómo evolucionan estos. Y así, después de cortar el tráfico, demuéstrame que los niveles han bajado y entonces, aunque me fastidie y sea un perjuicio para mí, tendré conciencia ecológica, que está cada vez más extendida, y asumiré que lo tengo que entender aunque me fastidie. Si nos acostumbramos a exigirles a nuestros gobernantes que justifiquen sus decisiones… al final el IoT puede hacer que se demuestre que muchas decisiones que a veces parecen ideológicas, realmente son técnicas.
- Eso implica un gran cambio de mentalidad.
- Nuestros gobernantes tienen que aprender dos puntos más sobre lo que significa la transparencia y la rendición de cuentas. Si yo soy un alcalde que está monitorizando los niveles de contaminación, propongo unas medidas y monitorizo el antes y el después, al hacerlo también me expongo a haberme equivocado, y a que todo el mundo lo sepa. Pero es el camino que nuestra sociedad demanda. Nunca nuestra sociedad ha estado tan bien educada, con niveles de estudios tan altos en la población como hoy, y nunca ha habido una necesidad de transparencia tan grande, y al final esto se tiene que ver reflejado también.
- Llama la atención que un referente como Libelium esté en Zaragoza. ¿Se puede hoy emprender en tecnología en toda España con las mismas posibilidades de éxito?
- Todo tiene sus oportunidades y sus retos. Nosotros creamos Libelium en Zaragoza también como un acto de rebeldía. Allí, en 2006, si eras ingeniero informático y querías hacer algo distinto de programar webs o ERPs, tenías que irte a Madrid o Barcelona. Una de nuestras motivaciones eran las ganas de generar valor y empleabilidad de calidad en Zaragoza. Las comunicaciones cada vez son mejores, y tampoco veo sostenible un modelo en el que hiperconcentramos en dos ciudades, porque las oportunidades que encuentras allí de generar talento también implican un reto: hay más competencia, salarios más altos, la vivienda es más cara y la calidad de vida también es inferior. Al final también tienes que intentar crear valor para tus trabajadores, y el mayor traslado en Zaragoza son 30 minutos: eso es calidad de vida. Y no estamos teniendo en cuenta que los millenials, la próxima generación que se incorporará al mercado de trabajo, está demandando nuevas cosas, y ¡oh sorpresa!, cada vez demandan más libertad de horarios y de trabajar donde ellos quieran en cada momento. Eso va en la tendencia de la deslocalización.
- ¿Cuáles son los próximos retos de Libelium?
- Crecer, crecer y crecer. Sobre todo, estamos ahora trabajando en la red de servicios: estamos metiéndonos en crear valor en software por primera vez para nuestros dispositivos de hardware, y a nivel de mercados queremos consolidar la red de distribución que estamos creando en la región de Asia-Pacífico, que es donde vemos un mayor potencial de crecimiento en estos momentos.