CASTELLÓ. EFI Cretaprint está inmersa en un proceso de crecimiento con el que pretende multiplicar por cinco su cifra de negocio en apenas unos pocos años. En la compañía de Almassora esperan acercarse "a los 200 millones de facturación" al cierre de este 2020, señala José Luis Ramón, vicepresidente y director general de impresión industrial de EFI. Una cifra nada desdeñable, sobre todo para una compañía que cerró 2018 con unas ventas de prácticamente 102 millones de euros en 2018 (y 4,7 millones de beneficios) y en 2015 su facturación rondó los 40 millones.
La firma, que nació bajo la denominación de Cretaprint en 1996 y siempre ha estado íntimamente vinculada a la maquinaria cerámica, fue una de las que lideró la revolución del sector azulejero con la impresión digital a partir de 2004. La compra en 2014 por parte de la compañía estadounidense EFI (líder mundial en las tintas y barnices) supuso un impulso para la sociedad castellonense, así como también la apertura hacia otros nichos de negocio.
Así, a partir del expertise adquirido en el sector cerámico, la firma asentada en Almassora se ha ido abriendo a nichos como la madera, el hormigón, el packaging o los plásticos, especifica Ramón. De hecho, Cretaprint ha quedado como una marca para los productos del sector cerámico, al igual que Cubik lo es para los materiales de construcción.
Y, en lo que se refiere al mundo del cartonaje para empaquetado, la compañía ha encontrado un amplísimo espacio en el que seguir creciendo. Como muestra, esta comparativa: En 2019, un año en que el sector de la maquinaria cerámica redujo sus ventas entre un 20 y un 30%, según las estimaciones de la patronal Asebec, EFI Cretaprint alcanzó "sus mejores resultados históricos en cuanto a cerámica" y, aún así, el packaging "ya supera de lejos su facturación", señala el director general de la compañía.
Y eso que, según señala Ramón, con "más de 1.200 impresoras digitales instaladas en el sector cerámico mundial", la compañía tiene una fuerte penetración en este sector. Pero el hecho de que la impresión digital ya sea el método de trabajo de prácticamente "el 90%" de esta rama económica en el planeta, y de que, en el caso del packaging, el porcentaje esté "por debajo del 1%", hace que el mercado a explorar esté claramente delimitado. Máxime cuando ese 1% supone ya mayor volumen de negocio que el 90% cerámico, concreta Ramón.
De hecho, el empaquetado es, a nivel mundial, un negocio global "igual que la suma del resto" que aplican la impresión digital. Entre estas actividades se incluye "el textil, los materiales de construcción, etc.", apunta el director general de EFI Cretaprint. De esta manera, Ramón reconoce que, en lo que se refiere al cartón, "se espera muchísimo" para este año.
Y no es el único sector en el que crecer. No en vano, en este 2020 la madera "tiene, por primera vez, línea de explotación independiente" en las cuentas de EFI Cretaprint, apunta el director general de la compañía.
Por todo ello, la firma acomete actualmente en sus instalaciones de Almassora una ampliación de 6.000 metros cuadrados. Con ello sumará un tercio más de espacio "con el que seguir desarrollando en Castellón todo lo que tiene más valor". Y es que, con una capacidad de producción de "200 máquinas al año" o, lo que es lo mismo, "una en seis días", la planta almassorense se ha convertido en el ojito derecho del grupo con sede en Silicon Valley.
No en vano, el proyecto de impresión para packaging, que nació en Castellón, ha sido desarrollado y dirigido desde la planta de Almassora, algo que tiene "mucho mérito", apunta José Luis Ramón. Y más porque EFI llegó "el último" hace tres años a la carrera por desarrollar la tecnología para la impresión en cartón ondulado "y nos hemos consolidado como el líder mundial" con el control del "46%" del negocio actual.
La capacidad de sus impresoras de producir "7.000 metros cuadrados a la hora" y lo que ello supone en la reducción de costes, con unos parámetros de la más alta calidad, le han hecho valedores de ello. Ahora, y tras duplicar la plantilla de su factoría castellonense "en cuatro o cinco años", el próximo reto que se plantean es el del flexible packaging (el embalaje en soportes de plástico), cuyo proyecto ya tienen "en desarrollo" y que nadie ha sido capaz de plasmar todavía. "En dos o tres años queremos tener la tecnología", apunta esperanzado Ramón.