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En el estudio de Ana Sansano: donde el arte crece sin intermediarios

Especializada en el dibujo, la artista de Onda ha sabido crear su propio ecosistema creativo desde donde crea su obra, la expone al mundo y orienta a todos aquellos que quieran aprender 

10/10/2019 - 

CASTELLÓ. "Mis padres ya vieron de pequeña que yo solo servía para dibujar y para nada más. El resto de las cosas se me dan fatal". Estamos en las puertas del estudio de Ana Sansano, una artista que ha ido dejando de ocupar cada vez más los espacios públicos para centrarse en su propio mundo. Ese que tanta satisfacción le produce. Tiene claro que si el tiempo es valioso, al menos tendrá que invertirlo en su propia evolución. Sin intermediarios y sin prisas. "Soy muy lenta trabajando, me gusta hacerlo así. Que me ofrecen una exposición que me interesa, pues la acepto. Pero a muchas digo que no. He aprendido a decir que no, porque casi nunca compensan al artista". Por eso, Sansano creó su propio ecosistema creativo, donde produce, comparte y vende toda su obra. Un espacio que no se entiende tampoco sin el tutelaje a futuros creadores.

Ya dentro del estudio, Ana Sansano cuenta los orígenes de este santuario para la imaginación y para los amantes del pincel. Es difícil de creer que su taller fuera antes una cafetería. Más aún sabiendo que quien lo llevaba era ella misma junto a su pareja. El local que es familiar todavía conserva media barra de bar. "Cada uno tenía su propio trabajo y aun así quisimos diversificarnos más. Pero, nos dio mucho trabajo y problemas. Con lo que decidimos no abrir por las tardes y yo empecé a dar clases, hasta que finalmente le pusimos fin". Y de ahí nació su taller, un lugar que quizás sin preveerlo ha dotado de cierta estabilidad a su creación artística. "Creo mucho en las equivocaciones, porque al final no lo son. Te llevan a sitios que realmente te interesan y en nuestro trabajo es fundamental equivocarse". 

Así, repleto de material y de recuerdos, Sansano abrió su estudio en Onda hace menos de tres años. Y aunque realmente vive en Benicàssim, reconoce que nunca se hubiera imaginado de vuelta a casa. Tampoco asegura quedarse muchos años más. "Somos unos trashumantes", confiesa la dibujante. En efecto, trasladar toda su obra solo es cuestión de fuerza, y de mucho ánimo por la cantidad de utensilios que se pueden encontrar. Pero, su público reside en la red. El estudio es el escaparate de un mercado que se abre más a fuera que dentro de la mini "factoría". "Aquí no entra mucha gente. Yo sabía que no sería un lugar donde los clientes vendrían. Esto lo que me da es estabilidad y visibilidad en las redes sociales. También profesionalidad. Hace entender a la gente que yo tengo un trabajo que es real. Ayuda a mostrar que tienes un negocio y quien cruza esa puerta es porque ya saben a lo que vienen". 

Con ello, los intermediarios han dejado de tener peso en el trabajo de la artista. No hace falta exponer necesariamente en una galería para vender. Ella es quien marca el cuándo y cómo. "Está muy bien exponer, pero ya no tenemos solo ese camino. Llevar tus creaciones a una galería suponía que la otra parte se llevara un 50 por ciento de lo que ganabas. Pero si no se vendía nada, tu te ibas a tu casa sin absolutamente nada, habiendo hecho un esfuerzo físico y mental, y con un alquiler por pagar".  

"Dejar ir nuestras obras es la finalidad de todo artista"

Dice Ana Sansano que todas las obras son un recordatorio de momentos de su vida. Sin embargo, no le da miedo desprenderse de estas memorias. Si bien alguna que otra se la queda con el recelo que siempre apodera a un autor, las otras las deja marchar. "Se que dejar ir nuestras creaciones es la finalidad de mi trabajo. Incluso, de normal, me hace mucha ilusión saber dónde están. Y las mismas personas que se quedan esas piezas me preguntan cómo está hecho, por qué está hecho así y de dónde es". A partir de ahí el vínculo entre el artista y el receptor está más que forjado.

Sansano basa su cosmos principalmente en el dibujo, una técnica que explota en multitud de materiales como pueden ser piezas de madera impresas de diferentes maneras. Además, es de las que prefieren menos a más y su gama de colores solo se conforma por cuatro colores: amarillo, rojo, azul y blanco. (Y su preciado grafito). "A mis alumnos siempre les digo que si aprenden a dibujar así no van a necesitar una caja de colores. Por ejemplo, el mismo blanco parece que es vacío pero llena mucho". Igualmente, su forma de crear no se entiende sin la fotografía, sobre la que se apoya para hacer una obra altamente figurativa. En la mayoría de las veces hace uso de instantáneas propias, porque Sasano es de las que si hace falta se bajan del coche en mitad de una carretera, inmortalizan un paisaje de infarto y ya vuelven hacía su destino. Precisamente es de esta serie de la que más contenta reconoce estar, porque habla mucho de su persona, "de como soy y de lo que quiero expresar. Es mi parte más personal". 

Pero vivir solamente de lo que a una le gusta no siempre es tarea fácil. La castellonense ha tenido que diversificar su trabajo y abrirse a todo tipo de encargos, principalmente vinculados a los retratos, así como dar clases de dibujo. "Aunque no sean inquietudes personales que yo tenga, esto siempre te ayuda a poder seguir haciendo lo que quieres. Para dedicarme a otra cosa, prefiero explorar la faceta más artística de mi misma". Además, como ella dice, todo tiene su parte positiva y salir de esa burbuja en la que muchas veces se meten los creadores, le ha ayudado a no perder la objetividad en su trabajo. "Soy una persona a la que le gusta mucho trabajar sola, pero eso también cansa al final y necesitas la visión de los demás porque llega un punto en el que ya no sabes si lo haces bien o mal. En cambio que venga gente ya de primeras te incita a hablar de los mismos intereses". Trabajar con sus alumnos le ha llevado por ejemplo a hacer un calendario solidario para Segunda Oportunidad, un refugio de animales abandonados, ubicado en Onda. 

Las clases que son martes, miércoles y jueves, tampoco siguen los horarios convencionales. Sansano tenía claro cómo quería que fuera el taller de arte al que le hubiera gusta ir de pequeña. Un espacio en el que cada persona puede escoger sus horas -con unas máximas a la semana-, aprendiendo a su ritmo y siguiendo sus inquietudes personales. "No quería hacer clases pautadas, cada uno hace lo que quiere porque tienen formas diferente de expresarse. No tenemos que olvidar que el arte es un lenguaje y no todos tenemos las mismas aptitudes. Por eso yo he decidido adaptarme a ellos y sus necesidades, sabiendo que esto me quita mucho más tiempo". En este momento la artista se encuentra inmersa en un proyecto coral que le ocupará mucho tiempo. 

Antes de marcharnos, todavía queda un rincón del que hablar. Es realmente el primero que hay tras entrar en el estudio de Ana Sansano, pero la mirada de nuestros ojos nos suelen llevar hasta el espacio central. Como un buen templo de arte se merece, el taller también tiene su lugar de inspiración y de búsqueda de información gracias a unas estanterías y mesitas repletas de libros y revistas culturales. "Hay que usar la parte derecha del cerebro, que no lo usamos", alerta Sansano. Es aquí entonces donde se puede poner en ejecución nuestra creatividad. 

"Las ideas no aparecen como un rayo. Se ha de buscar referencias y aprender a mirar, porque los dibujos son eso, aprender a mirar de otra forma. Como decía Austin Kleon en Roba como un artista todo está inventado, absolutamente todo, pero has de saber llevarlo a tu terreno y saber "robar" bien. Y no es frustante que esto ocurra. Muchas personas más hacen retratos, pero dibujar es usar un lenguaje propio. Ninguna canción es cantada dos veces igual", defiende la castellonense, quien concluye nuestra visita asegurando que ejercitar la creatividad es un bien común no solo para artistas. 

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