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inaugura las jornadas 'el MAR EN EL CÓMIC'

Felipe Hernández Cava: "Paco Camarasa aportó pasión por la historieta"

Felipe Hernández Cava abre este miércoles las Jornadas “El mar en el cómic” con su conferencia inaugural Paco Camarasa y Edicions de Ponent.

16/11/2016 - 

ALICANTE. Nacido el 29 de octubre de 1953, en un Madrid tomado por los falangistas, celebrando el vigésimo año de su fundación, siempre ha mantenido la duda de si entre sus obsesiones “no pudiera influir ya inconscientemente el que los falangistas me pusieran dificultades para venir a este mundo”. No había taxis disponibles cuando su madre se puso de parto.

Miembro fundador del colectivo El Cubri, germen de la contracultura de los años 70 desde el mundo del tebeo, posteriormente fue director artístico de la revista Madriz, continuando en los años 80 con el espíritu combativo de la transición y la tradición de mordacidad ideológicamente comprometida.

Pero si en algo ha destacado ha sido en el oficio de guionista de historietas, con una pulcritud en las tramas y una concreción en los diálogos que lo emparenta con los mejores ejemplos de la rama cinematográfica, siendo, además pionero avant la lettre de la nueva corriente del género llamado “novela gráfica”.

Tres son sus cúspides narrativas: La trilogía Lope de Aguirre, junto con los dibujantes Enrique Breccia, Federico del Barrio y Ricard Castells, publicada entre 1989 y 1998; la tetralogía Las memorias de Amorós, junto a Federico del Barrio, en 1993; y Las serpientes ciegas, junto a Bartolomé Seguí, que les supone el Premio Nacional del Cómic en 2009.

- Sr. Hernández Cava, sin pretender sustituir la conferencia inaugural de las jornadas, cuando Paco Camarasa y Diego Ruíz deciden ponerse a la faena con su iniciativa editorial, primero como Joputa Ediciones y después ya como Edicions de Ponent, el mundo del tebeo en España ha sufrido una crisis por implosión, ¿qué luz aporta la energía de Camarasa? ¿se alumbra algún impulso ideológico en su actividad?

-Yo diría que, en medio de una más de las habituales crisis del medio, la irrupción de Paco Camarasa como editor supuso para muchos de nosotros la confirmación, no por sabida menos importante, de que solo la pasión por la historieta puede cubrir esos espacios temporales en los que el futuro se difumina y parece a punto de no existir. Y esa pasión, en la que no caben cálculos tacticistas, ha sido, sin duda, una de las principales señas de identidad de Edicions de Ponent, a la que Paco se aplicó sin interferencias ideológicas, siempre restrictivas, sino, antes bien, dejando que primasen las ideas.

- Ahora mismo, desde mediados de la primera década del nuevo siglo, hay un movimiento de reivindicación de la memoria y de utilización de la época de la República, los primeros años del siglo XX y la Guerra Civil, en diferentes sectores artísticos y de ocio: literatura, cine, televisión. Pero la historieta llegó antes, como en muchas otras cosas. Sus propios trabajos, como Las memorias de Amorós, de los años 90, o Las serpientes ciegas, son pioneros. ¿Qué ofrece el cómic que no ofrecen otros medios?

-Siempre me ha preocupado, y eso era algo que compartía también con Paco, los asuntos concernientes a la memoria, que es cosa bien distinta, y hasta antagónica, de la historia, territorio que creo que debemos dejar a los historiadores. Ahora bien, en tanto la memoria es algo tan subjetivo como selectivo, me preocupa de los tiempos actuales el énfasis escasamente acrítico y ecuánime con que tendemos a aplicarla sobre determinados períodos . El maniqueísmo, salvo cuando se utiliza con intenciones de mera agitación, suele ser un mal consejero hasta para la ficción. En cuanto al cómic, creo que es un lenguaje privilegiado para la misma, por su propia especificidad, y de ahí el uso, y a menudo también el abuso (no siempre uno es el mejor ni el más indicado para contar su historia personal), para hacerlo depositario de narraciones en las que el creador aborda algún conflicto de su propio yo individual o colectivo.

 -Después de muchas etapas, de crear una industria en los años 50, de ser el medio más libre y combativo en los 70, de la supernova que supuso la creación de una escuela propia, reconocida internacionalmente, como la "línea clara valenciana", ¿se puede decir que ahora mismo estamos ante un Renacimiento del cómic en España? 

-Este asunto del renacimiento del cómic en España es también cíclico. A lo largo de mi vida profesional, he asistido a tantos sepelios en los que se le lloraba como a celebraciones en las que se brindaba por su resurrección. Pero en cualquier caso, no quisiera dejar de puntualizar que si el momento presente es de renacimiento, lo que pongo en entredicho, es uno de los renacimientos en que los autores han sido peor gratificados económicamente por su esfuerzo.

- ¿Existen nuevas escuelas? ¿Alrededor de qué polos? ¿Se puede convertir Alicante en uno de ellos?

-Toda mi vida he pensado que existían tantas escuelas como individuos. Las agrupaciones, ya sean de índole geográfica, generacional, temáticas, y hasta estéticas, tienen un punto artificioso que quizá les sirva a algunos para explicarse determinados fenómenos, pero que nunca acaban, al menos para mí, de brindar respuestas totalmente satisfactorias. Así las cosas, Alicante, ya que estas jornadas se desarrollan en Alicante, tiene en el momento presente tanto que aportar a la historieta contemporánea como lo tengan cada uno de los creadores que, circunstancialmente, vive y trabaja en esta ciudad y se exige a sí mismo no dar por limitado lo que la misma les ofrece como forma de expresión.

- Y la última, ¿es el cómic la más intergeneracional de las artes? Da la sensación de ser la más permisiva en la coexistencia de diferentes generaciones de autores, trabajando al unísono, sin apostar necesariamente por el "cambio generacional" como única manera de renovar el panorama de autores y propuestas.

-No veo a este arte, o artesanía, que lo mismo me da una calificación que otra, más intergeneracional que otros. Incluso, en algunos aspectos, diría que a ratos me parece hasta un tanto injusto con los que nos han precedido y sin los que, yo al menos, no sería ni una décima parte de lo que pueda haber llegado a ser.

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