ALICANTE. El empresario alicantino Iván Sempere abandonará en quince días su cargo como presidente de Fundeun, la fundación creada por la Universidad de Alicante hace veintinueve años para acercar el mundo académico al empresarial y viceversa. Sempere, que nada más llegar cambió los estatutos para que un presidente solo pudiera estar dos mandatos (su predecesor se mantuvo al frente 19 años), ha decidido sin embargo no repetir tras los primeros seis años. Su filosofía es "estar" de presidente, pero no "ser" presidente. En esta entrevista repasa con Alicante Plaza el estado de la fundación, del ecosistema emprendedor y empresarial de la provincia.
-La primera pregunta es obligada. ¿Qué balance hace de su paso por Fundeun?
-Estoy feliz, porque hemos llevado a cabo un trabajo muy intenso, y hoy Fundeun es un referente no solo local, sino nacional y en algunos aspectos internacional. Nuestro mayor hito ha sido brillar y distinguirnos en la conexión entre universidad y empresa. Además, yo llegué al cargo en 2012, con una fuerte crisis financiera. De la noche a la mañana los ingresos por subvenciones se hundieron, por lo que hubo que cambiar el modelo. Y lo hicimos en tres ámbitos: apostando por la innovación, fomentando el emprendimiento, y con la gestión del talento. De lo que más orgulloso estoy es de que no tuvimos que pedir dinero a los bancos. De hecho, a día de hoy Fundeun tiene cero euros de financiación bancaria. Y dejamos un millón de euros en fondos.
-¿A pesar de la caída de las subvenciones?
-Fundamentalmente, hemos conjugado dos cosas para lograrlo. Primero, la colaboración con las empresas, con Aefa, con Ineca... Cooperar con ellos en lugar de duplicar esfuerzos y perder el tiempo intentando aprender a hacer lo que otros ya hacían maravillosamente bien. Eso nos ha permitido centrarnos en lo importante. Y en segundo lugar, hay que destacar la lealtad y el compromiso del equipo; sin un equipo como el que trabaja en Fundeun habría sido imposible lograrlo. Y más con el reto de sustituir a Isabel Obrador, que se jubiló tras 23 años. Estoy orgulloso de que el Patronato apoyase mi propuesta de Rafael Lafont para la dirección general, porque lleva casi dos años y lo está haciendo muy bien. Es una satisfacción.
-Bueno, seguro que algo se le ha quedado por hacer. ¿Qué espinita se lleva clavada de Fundeun?
-A ver, el fin último de la fundación es dejar de ser necesaria y, por tanto, desaparecer. Que llegue un día en el que el flujo íntimo entre la universidad y la empresa sea tan fluido que no haga falta Fundeun. La fundación se creó hace veintinueve años para cubrir esa necesidad. Ahora hay más mecanismos para ello, pero Fundeun sigue siendo necesario. La universidad ha cambiado: ahora se puede estudiar en cualquier parte, por lo que necesitan ser muy buenas en algo, y abrirse a la sociedad. Hay que seguir trabajando esa permeabilidad. Gran parte de la universidad ha tomado conciencia, pero no toda la universidad. Y gran parte de la empresa ve a la universidad como un socio estratégico, pero no toda la empresa, ni siquiera la mayoría.
-¿Esa desconexión entre empresa y universidad puede deberse a una cuestión generacional? Un empresario veterano que empezó como mozo de almacén sin terminar los estudios, un catedrático de letras que nunca ha salido de la universidad...
-No, no, no es generacional. Ahí están empresarios veteranos como Vicente Berbegal, de Actiu, o Juan Perán, de Pikolinos, e incluso antes de fallecer, Manuel Peláez era uno de los empresarios alicantinos más comprometidos con la universidad. No es cuestión de edad, porque no hay edad para ser emprendedor. Pero sí es una cuestión educacional, y creo que ahora estamos mejor educados en ese campo.
-Alicante Plaza reveló hace unos días que el candidato para tomar su relevo al frente de Fundeun es el CEO de Sistel, Manuel Cazorla. ¿Qué le parece su perfil?
-Bueno, tiene un perfil extraordinario. Empresarialmente está en un momento muy dulce, trabaja en el campo del conocimiento, es una persona próxima a la universidad... tiene esa doble sensibilidad para estar al frente de Fundeun. Y es un gran defensor de la universidad pública. Porque aquí admiramos mucho las universidades privadas estadounidenses, pero hay universidades públicas españolas que les dan mil vueltas. Y eso hay que defenderlo. Dicho esto, como ya he señalado, tienen que abrirse más a la sociedad y a la empresa. El motor del cambio social en la próxima década tienen que ser las universidades y las empresas. Aquí tenemos dos universidades muy proactivas. El rector de la UA, Manuel Palomar, por ejemplo, está muy sensibilizado, y me gustaría aprovechar para dejar constancia de mi agradecimiento por su apoyo.
-En los últimos tiempos hay una tendencia, sobre todo en la UMH, a la que usted aludía, pero también en la UA, a crear empresas desde la universidad. ¿Es una tendencia positiva?
-Es fundamental fomentar el talento empresarial. Pero también es muy importante cómo organizamos arquitectónicamente esas startups. Para que una empresa funcione, es fundamental que compita. Por eso creo que habría que limitar el tiempo que pasan en las incubadoras. Que sirvan para organizar esas ideas, pero en seis meses o un año tienen que estar fuera, compitiendo, pagando un alquiler, la factura de la luz, nóminas... A veces vemos excelentes ideas o grandes patentes, pero los investigadores no son empresarios. Necesitan sentir el aliento de la competencia para espabilarse. Si no, estaremos creando proyectos, pero no empresas.
-Uno de los principales problemas a los que se enfrentan las startups es el de la financiación para convertirse en empresas. Desde su experiencia, ¿cómo podríamos solucionarlo?
-Creo que el dinero está, lo que falla es el concepto de empresario. Ser empresario implica arriesgar dinero saber cuánto puedes perder. Pero mucha gente no está dispuesta a perder dinero, y entonces no hay financiación. Mire, la gran mayoría de startups pueden empezar con 15.000 euros, que se piden a los familiares. Y si la idea funciona, acudir a los bancos, a plataformas de crowdfunding... No creo que estemos en un entorno donde la financiación sea el problema. Si ha podido salir adelante PLD Space en Elche, dígame usted... El dinero está, y hay gente dispuesta a invertir si el proyecto lo vale. También es cierto que el concepto de app ha hecho mucho daño. Hay mucha gente que cree que ser empresario es crear una app. No obstante, la mayoría de los empresarios salen de la universidad, por eso debemos seguir fomentanto el emprendimiento. Aunque emprender, en realidad, es una actitud: todos los empresarios deben ser emprendedores, pero no todos los emprendedores tienen por qué ser empresarios.
-Desde su punto de vista, que está en el inicio de muchos proyectos empresariales y en la transferencia de conocimiento de la universidad a la empresa, ¿hacia dónde debería avanzar el modelo industrial de Alicante?
-Alicante, y hablo de todo el territorio, tiene los ingredientes necesarios para ser líder en innovación. La capital es una ciudad de servicios, pero está rodeada de un anillo muy industrial. Hay un caldo de cultivo brutal para ser un referente en innovación, no solo en España sino en esta parte de Europa. ¿Qué falta? Cooperación y generosidad.
-¿Y superar esos recelos que surgen cada vez que se proponen sinergias entre Alicante y Elche, como está sucediendo con el PAT?
-Esas actitudes son una catetada. Tenemos que estar tremendamente orgullosos de Elche, de un foco empresarial y de emprendimiento tan brillante. O de Ibi, que es un referente mundial del plástico, y ha sabido reconvertirse desde el juguete de hojalata. Y admirar la industria turística extremadamente potente que tenemos en Alicante. Nos falta valorar más lo que tenemos, y trabajar entre todos para disfrutarlo. Con una ambición hacia la excelencia, desde luego. En este caso, esos recelos territoriales sí me parecen fruto de hipotecas generacionales. Por eso, por ejemplo, yo siempre me pongo fecha de caducidad. Aunque no lo diga, pero mentalmente sí. Como hice en Fundesem. Yo 'estoy' de presidente, pero no 'soy' presidente de nada. Soy un empresario. El problema llega cuando la gente que accede a un cargo se acomoda, cambia el verbo y cree que 'es' presidente, y se perpetúa. Cuando alguien pasa muchos años en el mismo sitio, las cosas no se regeneran y se pudren. El mayor acto de generosidad que puedes tener es irte cuando todo va bien.
-Volvamos a su campo. ¿Por qué no tenemos en Alicante algo como Lanzadera? ¿Es necesario? ¿Podría el proyecto Capçalera del Ayuntamiento llenar ese hueco?
-Cuanto más haya, mejor. Pero de calidad. A veces hay demasiado humo. Soy partidario de concentrar esfuerzos, como le decía. Saber quién hace qué. En cuanto a Capçalera, me parece una buena idea siempre y cuando se fomente el que sus usuarios sean empresarios. Que no se eternicen en el área de confort. Si no, se crean empresarios malos que no saben competir.
-Aproveche, dígame algo que no le haya preguntado y no quiera que se quede en el tintero.
-Me gustaría dar las gracias a todas las insitituciones que nos han apoyado, a la universidad, la Diputación, el Ayuntamiento, Suma... Y pedir para Manuel Cazorla y su equipo, como mínimo, el mismo apoyo que he recibido yo.