ALICANTE. Nadie está a salvo de las falsificaciones. Ni siquiera aquellas empresas que apuestan por la especialización y la innovación para dotar a sus productos de un mayor valor añadido. Precisamente esos elementos de exclusividad convierten dichos productos en un objetivo muy apetecible para el mercado de las falsificaciones, que pone en circulación copias casi idénticas pero que, lógicamente, no cuentan con dicho valor añadido. En este caso, el componente 'verde' de los zapatos de la startup ilicitana Slowwalk, que lanzó su primera colección hace apenas cinco años.
La empresa creada en 2013 por el joven Juan Caparrós acaba de descubrir, atónita, cómo un almacén del polígono de Carrús de la ciudad de las palmeras estaba distribuyendo imitaciones de su modelo más icónico: las sneakers Morvi, su primer modelo y convertido ya en un clásico. La Policía Nacional ha retirado del citado almacén, en la Avenida de Novelda del polígono, un gran número de pares de calzado que "copian e infringen los diseños sobre los que la firma de calzado Slowwalk ostenta derechos de explotación en exclusiva", según fuentes de la firma.
La operación policial se llevó a cabo hace diez días, tras la denuncia presentada por los responsables de la marca, asesorados por su abogada. Tras la denuncia, la Policía llevó a cabo las actuaciones correspondientes para intervenir el calzado infractor, e impedir la continuación de su comercialización por parte de los denunciados. Las copias en cuestión corresponden al modelo Morvi de la firma, presente en su catálogo desde sus inicios en 2013. Se trata de una sneaker que goza de gran popularidad tanto a nivel nacional como internacional, y que se ha convertido en icono de esta marca de calzado eco-sostenible.
El calzado infractor se estaba distribuyendo a un precio notablemente inferior al valor de coste del producto original y "con una evidente merma de calidad, causando con ello un grave perjuicio económico y de imagen para la marca Slowwalk", según las mismas fuentes. Según ha podido saber este diario, el precio de venta de las falsificaciones era de 30 euros, cuando las Morvi originales se sitúan, según el modelo, en una horquilla entre 70 y 80 euros. Es decir, se estaban vendiendo a menos de la mitad del precio original. Obviamente, el calzado falso imitaba el diseño de las Morvi, pero no empleaba la misma materia prima ni ofrecía las mismas prestaciones.
Al igual que todas las creaciones de la firma, el modelo Morvi apuesta por un diseño innovador y las máxima comodidad, con una confección sin costuras, doble plantilla (una fija y otra extraíble), suela de goma con diseño modular extraordinariamente flexible y lazada elástica que no requiere atado. Con todo, el principal valor de este calzado, como el del resto de colecciones de la startup ilicitana, es su contribución al medio ambiente: si bien las Morvi sí son de piel (hay otras colecciones basadas en materias vegetales que cuentan incluso con el sello PETA), se elaboran de forma manual y sin tintes químicos, con un proceso que no genera emisiones de CO2.
La startup nació en 2013, cuando Juan Caparrós (entonces con 20 años de edad) abandonó sus estudios de biología para dedicarse al negocio familiar pero desde una nueva perspectiva. Su apuesta por los zapatos medioambientalmente sostenibles han llevado a Slowwalk a poner en el mercado colecciones veganas, con suelas biodegradables y fabricados a partir de la 'piel' del maíz. De la última colección, Teemo Rinnova, se fabricó un millar de pares que se vendió íntegramente por internet en países de todo el mundo.