MURCIA. Con una mano aún más demoledora, el PP devolvió la jugada de Ciudadanos con un golpe que ha abierto en canal a la formación naranja. Los populares, que durante todo el jueves se lamían las heridas -con un López Miras que expresaba en los medios nacionales que se veía fuera-, amarraron un pacto con tres diputados naranjas, Isabel Franco, Valle Miguélez y Francisco Álvarez, para salvar la moción de censura. No sólo eso. Los nombró miembros del Gobierno regional de López Miras. En el caso de Franco, la vicepresidenta se mantiene en su puesto, con las mismas atribuciones, aunque queda reforzada de cara al futuro.
"Continuábamos como estábamos. El pacto de 2019 se mantiene", proclamaba un López Miras triunfante, que compareció en el mediodía del viernes en el Palacio de San Esteban arropado por el nuevo equipo. Todos estaban presentes: desde los seis consejeros del PP, que continúan sin cambios, hasta los nuevos fichajes. Valle Miguélez se convierte en la flamante portavoz y consejera de Empresa, en sustitución de Martínez Vidal y Francisco Álvarez, un hombre muy vinculado a Franco, pasaba a ser titular de Empleo, en lugar de Miguel Motas. Además, Miras ascendía al secretario general de la Consejería de Franco, Antonio Sánchez Lorente, como nuevo responsable de Transparencia, el puesto que ocupó por muy poco tiempo Sánchez Torregrosa (el hombre de confianza de Martínez Vidal).
La operación se había orquestado 48 horas antes, en la noche del martes, cuando el PP tuvo conocimiento de los planes de Ciudadanos. López Miras recibió el aviso de un amigo en común de un edil de Ciudadanos y alertó a Génova. "Han convocado a los concejales y diputados en Centrofama para firmar dos mociones de censura redactadas". Todas las alarmas se encendieron aquella madrugada. La primera opción, elecciones anticipadas, se descartó. El presidente López Miras no puede presentarse, con la ley en la mano, a una nueva convocatoria electoral (está cumpliendo su segundo mandato). En ese momento se lanza el aviso a Isabel Díaz Ayuso, para que esté preparada por si ocurre lo mismo en Madrid. Pero el número dos del PP, el ciezano Teodoro García Egea, no se podía permitir perder el feudo de la Región de Murcia. Su feudo. El fortín que ha custodiado los últimos 26 años.
García Egea pilotó la réplica del PP e incluso viajó hasta la Región de Murcia con el objetivo de que al menos tres diputados naranjas "se mantuvieran fieles al pacto de Gobierno" que Ciudadanos firmó con el PP. Tres era el número clave, pues Podemos secundaba la moción. El primer movimiento fue la destitución fulminante de los 'enemigos', Ana Martínez Vidal y Sánchez Torregrosa. Pero Isabel Franco se mantenía en el seno del Gobierno, en su puesto. La gran rival de Martínez Vidal no se tocaba: la dirigente que perdió el pulso por liderar Ciudadanos no sólo era protegida sino que incluso el PP le asignaba nuevas atribuciones temporales (las que dejó Torregrosa). La jugada de Teodoro le salió bien. Franco, en todo este tiempo, guardó silencio. No dijo ni una palabra pública ante el gran terremoto que se había creado en la política regional. Su firma aparecía entre las 23 de la moción de censura. Pero su presencia en el Gobierno levantaba todo tipo de suspicacias.
El mismo viernes, García Egea ya tenía el 'ok' de los tres diputados de Ciudadanos y desactivaba la moción de censura. El PP salvaba los muebles. Ya en la noche, en la Plaza Belluga, con la Catedral de Murcia como testigo, Teodoro conectaba con los medios nacionales presumiendo de la buena nueva para los populares en la Región: "Vinieron desde Madrid con un pacto cocinado en la capital de España y en Murcia se han llevado una derrota clara contra los murcianos". La siguiente misión del PP es salvar el fortín local de Murcia, cuyo alcalde, José Ballesta, corre peligro. Teodoro ya dejaba su advertencia en Antena 3: "A este paso, al ritmo que vamos, no sé si quedará un partido llamado Ciudadanos cuando se vote la moción de censura en Murcia".