CASTELLÓ. Falta de agua potable para los trabajadores, uso masivo de plaguicidas, acoso laboral... estos son algunos ejemplos de la "terrible situación" del cultivo de cítricos en Sudáfrica que recoge un estudio elaborado por la Fundación Rosa Luxemburg, de Alemania, y la ONG sudafricana Khanyisa. Al hilo de la aplicación de la ley de la cadena alimentaria germana, la fundación ha elaborado un documento en el que analiza cómo la presión de las grandes cadenas de distribución de aquel país (cita a Lidl, Rewe, Edeka y Netto) acaba por trasladarse a las labores de producción en el campo sudafricano.
"La terrible situación de las empresas de cultivo de cítricos en Sudáfrica es un ejemplo de las condiciones de muchas cadenas de suministro cuyos productos llegan a los supermercados alemanes", afirma el experto agrícola de la Fundación Rosa Luxemburg, Jan Urhahn. Y esto queda recogido en el informe Naranjas amargas. La exportación de cítricos de Sudáfrica a Alemania.
El documento, coordinado por Benjamin Luig, que de 2016 a 2019 dirigió el programa de diálogo sobre soberanía alimentaria de la fundación teutona en Johannesburgo, destaca cómo, debido a su poder para influir en el mercado, las grandes cadenas de supermercados alemanas utilizan para su propio beneficio esta capacidad: "Lidl, Rewe y otros grupos presionan a los proveedores mediante prácticas comerciales problemáticas, como contratos a corto plazo y renegociaciones de precios".
No es un secreto la presión que las grandes cadenas de distribución europeas ejercen sobre la producción y comercialización de cítricos. De hecho, es una queja habitual en el campo valenciano por los estrechos márgenes que dejan a los comercios, cooperativas y, sobre todo, a los agricultores, que en muchos casos han de vender la fruta a pérdidas.
Pero una cosa muy diferente es que esto se traduzca en prácticas irregulares, algunas de las cuales, como el uso masivo de plaguicidas vienen denunciando las organizaciones agrarias valencianas, como La Unió. Y esto con el añadido de que no evita la llegada de plagas en sus envíos.
En este sentido, el estudio Bitter Oranges, que ha analizado las prácticas de cinco fincas de la provincia del Cabo Oriental, recoge cómo, del precio que paga el consumidor alemán (alrededor de dos euros el kilo), "la parte que reciben los trabajadores agrícolas sudafricanos es equivalente a seis céntimos". Es decir, un 3% del precio final. Y todo esto mientras "la lista de violaciones de los derechos laborales en las fincas es larga", señala el director de la ONG sudafricana Khanyisa, Simphiwe Dada.
Y concreta: "En una finca, los trabajadores no reciben copia de su contrato de trabajo; en otra, una puerta automática impide que puedan abandonar el terreno; y otra empresa despide a un representante sindical por motivos poco convincentes". Además, la falta de acceso a agua potable, agravada por la sequía en la zona, preocupa especialmente, recoge el informe.
El documento, que atañe al segundo exportador de cítricos, tras España, a Alemania y cuya producción crece año tras año, es un ataque a la línea de flotación de la patronal sudafricana de citricultores, que trata de extender su influencia en Bruselas, para lo cual también dispone ahora del lobby mundial de cítricos, tal y como ha denunciado repetidamente el sector español. De hecho, la Citrus Growers' Association no ha tardado en replicar al informe con la publicación en prensa especializada de una información sobre lo bien que trabaja el sector en boca de su responsable de Asuntos Industriales, Paul Hardman.