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Ortizgris presenta '¿Conoces a Tomás?': "No pensamos en las familias de personas autistas"

17/11/2020 - 

ALICANTE. ¿Conoces a Tomás? es la ópera prima de la directora de cine mejicana María Torres. Desde este viernes está en las salas de cine de España esta comedia romántica que tiene como personaje protagonista a Tomás, un joven con trastorno del espectro autista que es interpretado por el actor Hoze Meléndez. Convive con su hermana Fernanda (Marcela Guirado) y llega el día en el que ella se lo presenta a Leo (Leonardo Ortizgris), el chico con el que está saliendo. Ortizgris, Premio Ariel 2019 por su actuación en la película Nieva en Benidorm, de Isabel Coixet, habla de su experiencia involucrándose en una historia que pretende abrir ventanas sobre el tratamiento de la discapacidad y, en concreto, sobre las personas con autismo. Precisamente, en un momento en el que el país debate una nueva Ley de Educación en la que se contempla la supresión de los Centros de Educación Especial para integrar a las personas con discapacidad en los colegios ordinarios.

— ¿Hay que seguir reglas para mostrar el autismo o la discapacidad en el cine?

— No. Yo creo que el cine, como una herramienta artística y creativa, no puede tener reglas. En el momento en el que le pones reglas, deja de ser arte para convertirse en un producto. Lo que sí creo es que las historias que se cuentan se deben narrar con honestidad, por la necesidad de ser contadas. Esta película tiene eso. Era necesaria para María Torres (directora y guionista), para poder abrir ventanas a los espectadores con los que decirles “esto es el autismo y así se relaciona con él esta familia y este grupo de amigos”. Eso no quiere decir que así tenga que ser. Precisamente, lo que me llamó la atención de la película es que este guión no era aleccionador ni moralista. Simplemente muestra una forma de relacionarse con una persona con espectro autista.

— ¿El objetivo es usar el humor y el romanticismo para tratar el autismo en la película o el autismo es solo un elemento más, que ayuda a dar normalidad y visibilidad?

— La película trata de la amistad, del auto conocimiento y del conocimiento del otro. El plus que tiene es que uno de sus protagonistas vive con unas cualidades distintas y eso invade esa historia de amistad. Pero no es una película para hablar del autismo, sino que es una historia sobre el amor, la amistad y la confianza.

— ¿Crees que la sociedad tiene miedo a abordar el autismo y las discapacidades?

— En esta época, en la que todo tiene que ser políticamente correcto, da mucho miedo tocar temas que pueden ser sensibles y, si los tocas, tienes que ser muy polite, sin comprometerte con nada. Eso está ocurriendo ahora en las narrativas del cine, que parece que hay que tener muchísimo cuidado porque puede ser agresivo para cierto grupo. Yo lo que pido es que nos relajemos un poco y que tengamos capacidad de apertura y abstracción para entender las historias tal como vienen, sin recibirlas tan asustados o enfadados. Cuanta mayor apertura haya de historias y de formas de ser abordadas, se hace un mundo más amplio y heterogéneo. Cuando un guión se escribe por el amor o necesidad de contar esa historia, y no porque está de moda en ese momento hablar de algo, pues no es dañino. En este sentido, Conoces a Tomás se creó con una legítima necesidad de hablar de esta historia.

— En la película Campeones no era la primera vez que se trataba un tema parecido en el cine, pero sí fue la primera vez que obtenía tanto éxito… ¿Ayudó a que se perdiera ese miedo y se tratase con más naturalidad en el cine?

— Sin duda. Pero a quien más ayuda es a los productores, para que se atrevan a apostar por estos proyectos y que se les quite el miedo. Los guionistas pueden escribir mil guiones y los directores tienen amplias necesidades de hablar sobre muchos temas, pero la cosa está en que consigan el apoyo para que se pueda realizar. Esta película ayudó a eso, pero, cuando yo me involucré en Conoces a Tomás, me metí en las plataformas digitales para documentarme y vi cantidad de películas que hablan de situaciones similares. Algunas más románticas, otras más cómicas o extravagantes, pero hay muchas.

— En esta ocasión, ¿Conoces a Tomás? también utiliza el género de la comedia…

— María Torres no es nada pretenciosa, es muy ligera, y la película va por ahí porque ella es así. Vive con una persona con autismo y sabe de qué va, así que no hace un drama en el que dice “qué difícil es la vida conviviendo con ello”. Tuvo su experiencia y aprendió. Así lo demuestra aportando toques de comedia y su ligereza, aunque también llegue a conmover. Precisamente por eso va por dos caminos. Te conmueve esa relación y también la historia de amor y amistad, pero además te hace reír. Creo que está muy bien equilibrada, por eso es una película para toda la familia.

— ¿Crees que esa normalización pasa por la supresión de los centros de educación especial para que se integren en los colegios ordinarios, como contempla la nueva Ley de Educación?

— No conozco bien la legislación o el interés por juntar a todos en los mismos centros educativos, pero con mi experiencia al meterme en este proyecto vi que tienen necesidades muy diferentes. Fui a tres centros de personas con autismo y descubrí que tienen una sensibilidad muy potente y abierta. Si a veces cuesta establecer un sistema educativo adecuado en los centros ordinarios, con tantas preguntas y reflexiones sobre cómo los niños tienen que ser educados cuando se cubren unas características generales, pues con chicos que tienen unas muy distintas, con estímulos que son otros, creo se que requieren distintos espacios, incluso más amplios y con características lumínicas diferentes.

Lo que nosotros tenemos que hacer como sociedad es aprender de la diferencia. No pensar que todos somos iguales, aunque sí deba haber equidad. Todos tenemos que ser tratados con respecto, amor y cariño de manera equitativa. De nuevo es un problema de lo políticamente correcto; de generar guetos o diferencias, cuando las diferencias ya están. Lo que tenemos que hacer es quitarnos los complejos y prejuicios para entender que, aunque somos diferentes, tenemos que tratarnos con dignidad. No importa si eres hombre, mujer o indeterminado; somos seres humanos. Cada ser humano tiene características diferentes.

Pasa lo mismo con el autismo, que es un espectro amplio. Hay un chico que puede escuchar la música fortísimo porque eso le encanta y le estimula, mientras que otro no soporta el sonido de dejar caer un lápiz al suelo. No hay algo predefinido. Es complicado y cada persona tiene un universo distinto que necesita una atención individual para que tengan una mejor vida. Por eso la pregunta se la tendrían que hacer a los especialistas y a los padres y madres de las familias que conviven con ello. Nunca nos paramos a pensar en cómo viven los familiares. Para tomar decisiones de manera jurídica y legal, ellos tienen que estar ahí decidiendo y opinando, porque son los que mejor saben qué se necesita.

— ¿Cómo se aborda el papel que interpreta Hoze Meléndez (Tomás, en la película)?

— Hoze es un actor muy joven y comprometido. Hizo un trabajo de bordado muy fino de la ‘textura’, como decimos en Méjico. Nos entendimos muy bien. Al principio del rodaje era complicado entender cuál iba a ser nuestra dinámica, porque Hoze entró con una propuesta muy solida que era que, cuando entrara al set, directamente se transformaba. Entonces, no íbamos a ponernos de acuerdo en las escenas, sino que teníamos que entender, por separado, hacia dónde iba cada una de las escenas para ir investigando e improvisando. El fotógrafo, Carlos Hidalgo, tuvo que estar muy atento a las reacciones que podía tener Tomás, porque todo un descubrimiento. Como actores, a veces entras en un código de reacciones a los estímulos que te está dando el compañero, a través de la conexión visual, y en este caso era muy distinto, pero nos fuimos entendiendo. Fue muy divertido y emocionante.

— ¿Te ha roto algún cliché mental o tú no tenías?

— A mí se me quitó el prejuicio. Aprendí a tener la soltura para acercarme a personas que conviven con el autismo. Antes, por ignorancia y poco conocimiento, me daba miedo al creer que les podía hacer daño, ofender o incomodar. No a ellos, sino a los familiares. Pero entendí que la familia necesita la comprensión y empatía del otro mundo para poder convivir con su gente. Por ejemplo, cuando en un restaurante hay una familia con un chico que está brincando, la gente no mira, haciendo como si no existiera, y eso es una locura. Yo aprendí a mirar y empatizar. La sensación que yo he extraído del trato con los familiares ha sido eso, la necesidad de abrir el mundo.

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