CASTELLÓ. La fotografía, por norma, suele ser un trabajo bastante solitario. A menos que te especialices en los macro festivales y en los conciertos. Aunque la acción de disparar sigue dependiendo de una única persona, terminas rodeado de cientos de personas. Paco Poyato es además de esos fotógrafos a los que no les importa hablar con el público, prefiere interactuar y así crear imágenes que digan más del momento que estos están viviendo que del que él pueda imaginar. "Mi modo de trabajo es algo parecido a una ‘caza’ para nada sangrienta", afirmaba el mismo profesional en una entrevista al magacín Darkroom. Pero a este madrileño instalado en Castellón desde hace 34 años le interesa también retratar las experiencias humanas compartidas. Lo que somos como colectivo versús lo que somos como individuos. Por eso es en macro eventos como el FIB, el Mad Cool o el Sónar donde encuentra todas las herramientas posibles para desarrollar su trabajo. Escenarios en los que, removido también por su pasión por la música, lleva metido nada menos que 15 años. Sin embargo, la de esta temporada podría ser la primera interrumpida.
-Las primeras citas en el calendario como el Primavera Sound o el SanSan ya han sido aplazadas, pero si el estado de alarma continúa es probable que también tengan que cancelarse los festivales veraniegos. ¿Cómo afecta esto a tu trabajo?
-Este año tengo que trabajar para el FIB y el Mad Cool y de momento no nos han dicho nada, pero imagino que se aplazarán o incluso que acabarán por no hacerse. Justo hablé hace poco con un compañero que trabaja este año para el Primavera Sound y aunque lo han movido a agosto tampoco tienen seguro que se pueda llegar a celebrar. De momento está todo nuestro trabajo en el aire como lo están los festivales. No hay nada claro, aunque podamos salir a la calle, quizá no se permitan tales aglomeraciones.
-Llevas fotografiando festivales desde 2006, ¿cómo lidia alguien acostumbrado al barullo de la muchedumbre con el silencio del confinamiento?
-Un poco mal. Intentas hacer ejercicio, leer o hablar con amigos para mantener el contacto, pero estoy acostumbrado a salir a la calle y el hecho de no poder hacerlo me impide sentirme realizado. Aunque es cierto que me está dando tiempo para ordenar mi archivo de fotos, me siento como cojo por no poder salir y hacer todo lo que haría.
-Fue precisamente en el FIB cuando empezó tu pasión por este mundo. ¿Cómo recuerdas ese primer año en el festival de Benicàssim?
-Hasta entonces había ido como un asistente más, pero fue mi primera vez como fotoperiodista en un festival. El hecho de entrar a los fosos y hacer fotografías a los grupos, el poder tener más cerca a los artistas, fue como un sueño. Me gustaba mucho asistir a festivales como público, pero hacerlo como periodista fue genial. Me agrada fotografiar tanto a los músicos como a la gente, cómo invierten estos su tiempo libre.
-¿Le seguiste la pista tras los años o eres de los que se desencantó con el FIB?
-Llevo yendo desde 2006 como fotógrafo y la verdad es que me desencanté un poco en relación a cuando asistía como público. Tanto por el ambiente como por los grupos. El nivel ha ido disminuyendo, aunque sigue siendo un festival bastante chulo, con bandas fabulosas. Además, cuando vas a trabajar, te da un poco igual el cartel mientras puedas fotografiar al público.
-Has podido hacer fotografías para los mejores festivales nacionales. ¿Qué se siente al trabajar para el FIB, el Sónar o el Primavera Sound?
-Fotografiar en macro festivales como el Primavera o el FIB se trata sin duda de una gran experiencia, sobre todo debido a la gran afluencia y a la variedad de la gente que asiste, esto te permite innumerables situaciones para fotografiar, además de poder disfrutar de aquellos grupos a los que uno solo puede ver en este tipo de festivales.