CASTELLÓN. Soplan malos vientos para el sector azulejero. Una de las compañías enseña de la industria castellonense en su día, y todavía un referente en varios aspectos (es la séptima en cuanto a facturación, con más de 106 millones en el 2017), Cerámica Saloni, ha presentado dos expedientes de regulación de empleo a los representantes sindicales. Uno, de extinción, con la propuesta de reducir la plantilla en 50 personas, algo más del 10%; y otro temporal para otra decena de trabajadores. La compañía de Sant Joan de Moró, que desde agosto es propiedad del grupo británico Victoria PLC (que se hizo con él por casi 97 millones de euros), busca con ello reestructurar su actividad.
Aunque el proceso está aún en una fase muy inicial y ni siquiera hay propuesta económica para quienes dejen finalmente la compañía, sí que ha trascendido que con él la firma que fue propiedad exclusiva de la familia Batalla hasta la entrada de Atitlan como accionista mayoritario pretende parar tres de los siete hornos que actualmente tiene en actividad. Dos son los más antiguos de la firma (llevan en funcionamiento más de 30 años en la planta más longeva) y se dedican a la fabricación de gres. El otro conforma la línea de producción más innovadora: inaugurada hace año y medio está dedicada a los grandes formatos (30x90 y 40x120).
Esto es precisamente lo que más atemoriza a los empleados, que ven cómo esta producción puede ir a parar a la otra sociedad que Victoria PLC posee en el sector azulejero provincial: Keraben. Entre ambas conforman el tercer grupo industrial, en cuanto a facturación, del sector cerámico estatal, con un volumen de ventas en el 2017 superior a los 236 millones de euros.
Con los despidos y el paro temporal, unido a la creación del nuevo turno de noche, ahora inexistente, los dirigentes de Cerámica Saloni buscan optimizar el funcionamiento de la mayor planta de la compañía, en la que funcionan diariamente cuatro hornos con un amplio abanico de productos y formatos.
Desde la empresa se ha trasladado a los trabajadores que los expedientes no son fruto de la mala situación de la compañía (de hecho el año pasado registró un Ebitda ajustado de 15,6 millones), sino que se debe a la acumulación de producto acabado en sus instalaciones. Asimismo, fuentes del sector señalan que Saloni no es la única compañía que ya ha movido ficha en este sentido. Según ha podido saber este diario, más sociedades ya han presentado EREs a sus empleados, aunque ninguna de su trascendencia.
Este paso va unido a la caída en las exportaciones y a la sobreproducción que se supone existe en Europa y, según diversas fuentes, ha provocado ya el cierre de alguna línea de producción en Italia. Tradicionalmente, los de invierno siempre han sido los meses más duros para el sector cerámico, sobre todo en cuanto a fabricación, y, a la espera del empujón que suele conllevar Cevisama, los movimientos preventivos ya son una realidad en la industria cerámica castellonense.