ALICANTE. El primogénito del matrimonio Sala Martínez, Vicente junior, ha conseguido apartar a sus tres hermanas del control de las empresas familiares, tal como era el deseo de su madre, Carmen Martínez, asesinada el pasado 9 de diciembre presuntamente por su yerno Miguel López como consecuencia de las disputas por el patrimonio familiar. No obstante, aunque madre e hijo tomaran el control del grupo Samar Internacional S.L. y de la Compañía Española de Resinas S.L. tres meses antes del asesinato, lo cierto es que el reparto accionarial del emporio creado por Vicente Sala Bello otorga una última carta a las tres mujeres.
Antonia Sala Martínez, María del Mar Sala Martínez y Fuensanta Sala Martínez suman el 60% de las acciones del holding, según el reparto al que se procedió a la muerte del patriarca en el verano de 2011. Vicente Sala hijo tenía otro 20%, su madre el 17,5% (más la acción de oro) y su tía, Antonia Martínez, a la que acaba de nombrar apoderada del entramado industrial junto a su esposa, el testimonial 2,5% restante. El reparto de los títulos de Carmen Martínez según su testamento, en cualquier caso, no adultera la mayoría accionarial de las tres hermanas.
Las empresas en torno a Samar pueden seguir funcionando en el día a día sin la participación del grupo mayoritario de accionistas, excluidas desde que el pasado verano la viuda de Sala hiciera valer la citada acción de oro para disolver el consejo de administración (del que formaban parte ella y sus cuatro hijos) y nombrar a su hijo administrador único. Pero hay algo que Vicente Sala junior no puede hacer sin el concurso de sus hermanas: aprobar las cuentas anuales de 2016, que deben formularse por imperativo legal en las próximas semanas.
El administrador único es el responsable de formular dichas cuentas, que reflejan el funcionamiento de la sociedad (y de todas las mercantiles que administra) durante el pasado año, y que deben estar terminadas durante el primer trimestre del año. Esto es, antes del 31 de marzo. Luego, según se establece en la Ley de Sociedades de Capital, el administrador está obligado a someter dichas cuentas a la aprobación de la junta general, que debe reunirse dentro de los 6 primeros meses de cada ejercicio, es decir, hasta el 30 de junio. Vicente Sala, en tanto que responsable de convocarla, podría jugar hasta cierto punto con la fecha, pero en cualquier caso sin rebasar dicho límite de seis meses. En caso contrario, se expone a sanciones económicas e, incluso, al cierre de la hoja registral de sus sociedades, lo que impediría inscribir cualquier nuevo movimiento que realizase.
Así las cosas, el primogénito de Vicente Sala no puede cumplir uno de los principales mandatos legales que se aplica al funcionamiento de las empresas sin el apoyo de sus hermanas y su 60% de las acciones. En caso de que las cuentas que formula un administrador sean rechazadas por la mayoría de los socios, lo que sucedería en este supuesto si las tres hermanas se unen contra el administrador único, solo caben dos opciones: reformularlas hasta que se aprueben, o llegado el caso abrir la fase de liquidación de la sociedad por bloqueo de los órganos sociales y renunciar al cargo de administrador.
En el caso de la aprobación de las cuentas anuales, la acción de oro creada por Vicente Sala Bello y transferida a su viuda (aún en el caso de que se considerase legalmente que ha pasado a manos del primogénito, circunstancia que tienen impugnada ante el Registro Mercantil las hermanas), podría no servir para aprobar las cuentas unilateralmente, según las fuentes consultadas. En general se trata de un derecho a veto que se aplica a determinadas decisiones adoptadas por el resto de accionistas, pero no a todas: cambios en el consejo de administración (como sucedió cuando las hijas de Carmen Martínez intentaron destituir a su hermano el pasado verano), fusiones y escisiones o la venta de determinados activos. La aprobación de las cuentas anuales quedaría así fuera de su alcance.
Las diferencias entre los dos bloques de la familia Sala Martínez (madre e hijo por un lado, el resto de las hermanas por otro) estallaron este verano, cuando Antonia, María del Mar y Fuensanta Sala destituyeron a su hermano mayor por las diferencias en la gestión del imperio empresarial. Su madre hizo valer, precisamente, la acción de oro para disolver el consejo de administración y nombrar a Vicente junior administrador único de Samar, y a sí misma como administradora única de la Compañía Española de Resinas (que gestiona el patrimonio inmobiliario del grupo). Al mismo tiempo, creó la nueva empresa Marlo Capital S.L., al margen del entramado y de sus hijas, para convertirla en sociedad 'holding' y que tomase el control del resto.
El asesinato de Carmen Martínez, el pasado 9 de diciembre, en el concesionario Novocar que gestiona su yerno Miguel López (casado con Fuensanta), puso fin a sus intentos de legar la acción de oro en vida a su hijo mayor, pero no a los movimientos empresariales para apartar a las hermanas de la gestión del 'holding'. Marlo Capital, con Vicente Sala hijo como apoderado, ha tomado el control de la rama patrimonial; mientras el propio administrador ha apoderado en la rama industrial (Samar) a su esposa y su tía, como ha contado este diario.
La lucha sin cuartel por el control de las empresas y el patrimonio de la familia Sala Martínez serían, según el informe de la Policía, el móvil para el crimen que se imputa al yerno, detenido el pasado 8 de febrero como presunto autor material. Aunque no se ha encontrado el arma del crimen y López dio negativo en la prueba de parafina, los investigadores no dudan de su implicación, y sospechan que pudo ocultar el revólver. "La lucha por dinero y poder en el seno de la familia queda fuera de toda duda, como atestiguan los acontecimientos", señala el informe.