VALÈNCIA. Es “un foco de problemas”. La expresión la emplean desde el Ayuntamiento de València para justificar el anuncio realizado este lunes de que se quiere estudiar la retirada de los estanques del Palacio de Congresos de Norman Foster. La propuesta se estudiará este miércoles en el Consejo de Administración del Palacio.
El motivo, en la práctica, es el mismo que ha movido a Venecia a cambiar el puente de Calatrava: las demandas por caídas. O, en el caso valenciano, las reclamaciones. “Llevamos varias denuncias de gente que se ha caído, y mucha más gente que no nos ha denunciado pero se ha caído también”, relata la concejal de Desarollo Económico, Sandra Gómez. La gente que se cae, insiste, “es bastante habitual”. Slippery when wet, como aquel disco de Bon Jovi. Con un agravante, siempre está wet, porque el Palacio de Congresos está demasiadas veces húmedo por las fugas de agua.
Desde el Palacio de Congresos calculan en una decena estas caídas, todas en los estanques que rodean el edificio. Las víctimas: congresistas y asistentes a los eventos celebrados en el Palacio. Dada la climatología de València, y especialmente en aquellos eventos que atraen a cientos o miles de profesionales, lo habitual es que el cóctel o las pausas-café tengan lugar en los alrededores del Palacio, explican. Es en estas ocasiones cuando ocurren los incidentes.
De los registros internos y anotaciones informales del Palacio se pueden citar, sólo a modo de ejemplo, incidentes y caídas en eventos como Europartenariart, el congreso de la European Society of Gastrointestinal Radiology, Festival of Media, el congreso de la Sociedad Española de Medicina Rural y Generalista, o el congreso Internacional de la Asociación Española de Desalación y Reutilización. En todos ellos algunos asistentes se llevaron un mal recuerdo.
Las demandas han supuesto también algún coste al consistorio, ya que se han tenido que pagar compensaciones a algunos de los afectados. Según explica Gómez los denunciantes “son participantes que se han caído y han puesto una denuncia al Palacio”. No es lo “habitual”, apunta, pero “pasar ha pasado” y si no ha sucedido en más ocasiones es porque “los congresistas no suelen venir con el ánimo dispuesto a pleitear”, reitera.
Además, admite, son también reclamaciones por cantidades pequeñas: tintorería o el abono de ese traje que se echó a perder. Aunque también hay que entender a los que demandan. Uno está de turismo de congresos en una ciudad que no conoce, con una excusa profesional, y lo último que entra en sus planes es pegarse un costalazo.
Desde el punto de vista legal el Palacio de Congresos está exento de responsabilidades y hasta la fecha todos los incidentes han sido de carácter leve y no ha habido que lamentar "nada de gravedad". Pero en el Palacio de Congresos tienen "el máximo interés en evitar este tipo de situaciones que, además de ser lesivas para sus asistentes, no favorecen la imagen que se desea proyectar", dicen. Se acuerdan de Santa Bárbara antes de que truene.
Además de evitar hipotéticos daños físicos a la ciudadanía y del ahorro que supondrá a los presupuestos anuales, unos 18.000 euros, la teniente de alcalde del Ayuntamiento de València relata que evitará situaciones incómodas, porque el Palacio se ha convertido en los últimos años “en una piscina para perros”.
Y es también una propuesta preventiva, porque, además, el Palacio de Congresos “tiene problemas de filtración” que según le han asegurado los técnicos municipales, “a largo plazo darán problemas al edificio”, vaticina Gómez. Con todo, aquí el estudio de Foster siempre podrá alegar que las fugas no son culpa del diseño, sino de la construcción. La responsabilidad, en este caso, no se lo podría atribuir al proyecto sino a la ejecución.
La regidora con todo matiza que no existe una decisión firme, y así asevera que retirar los estanques no es tampoco una propuesta irrenunciable. Se trata, asegura, de “explorar la posibilidad” para saber si se puede intentar, ya que cree que si sale adelante permitiría ganar todo ese espacio de cara hacia fuera, hacia la ciudad, espacio que a día de hoy no se tiene.
La propuesta se le tiene que presentar al estudio de Norman Foster, autor del proyecto arquitectónico, para que la analice y si así lo considera dar el visto bueno. Ese ha sido el caso por ejemplo de Calatrava con Venecia, que no sólo estaba a favor del cambio sino que incluso propuso la solución antes que el propio Ayuntamiento veneciano.
Gómez insiste en que es sólo un planteamiento, una propuesta, y que esperan que desde el estudio de Foster les proporcionen alguna posible alternativa. E igualmente recuerda que cualquier actuación se hará siempre que se cuente con el visto bueno del arquitecto. Si él dice que no, no hay nada más que discutir. "Lo planteamos, pero solo como una alternativa y siempre cuando Foster dé su visto bueno, porque no es una situación preocupante, o al menos todavía no lo es", concluye.