VALÈNCIA. Como si fuera un hechizo, el puente que Santiago Calatrava creó para Venecia se convertirá en piedra. Como si fuera una maldición lanzada por las más de 5.000 personas que han denunciado el puente por haberse caído por él durante los diez años que han pasado desde su discreta inauguración, partes de cristal se volverán opacas y la luz ya no las atravesará. Demasiadas caídas, demasiados golpes, demasiado dolor y, sobre todo, demasiadas indemnizaciones han convencido a la Junta Comunal de Venecia.
No es la primera vez que un puente de Calatrava se modifica tras su apertura. Ahí está el caso de Bilbao. La diferencia es que esta vez el cambio cuenta con el visto bueno del estudio de Calatrava que “se ha puesto a disposición del Ayuntamiento de Venecia por si necesitan cualquier tipo de asesoría técnica respecto al puente”, explican a Valencia Plaza fuentes cercanas al arquitecto valenciano. Fuentes que insisten en recordar que, pese a todo, pese a las caídas y las denuncias,“la rugosidad de las superficies de los solados del puente cumplen todas las normativas”.
En este sentido desde el entorno de Calatrava recordaban que, en el contexto de un juicio entre el Ayuntamiento y la compañía constructora, se aportó un informe policial que señalaba que en los días de humedad o lluvia los incidentes por caídas en el puente de Calatrava “no eran ni más ni menos numerosos que en el resto de Venecia con esas condiciones meteorológicas”.
Ya lo sugirió Calatrava
En principio lo que está previsto cambiar son sólo las losetas de los descansillos, pero en Venecia ya apuntan que puede ser el principio de una metamorfosis más larga. Así lo relata el periodista italiano Francesco Bottazzo en una información para el Corriere della sera. La intención del gobierno municipal es reemplazar estas ocho losas dobles del puente de la Constitución, quitando el vidrio y sustituyéndolo por traquita, un tipo de roca volcánica. La misma información de Bottazzo recuerda que fue el propio Calatrava el que, a las pocas semanas de la apertura, sugirió sustituir el vidrio por traquita.
Se da la paradoja de que este trabajo no era ni complicado ni caro y se podría haber efectuado en un par de noches. Pero el gobierno municipal de entonces desechó la idea por la mala imagen que habían dado los sobrecostes de la construcción. Por no haber realizado esos pequeños cambios de última hora, Venecia ha tenido que desembolsar durante estos años centenares de miles de euros en concepto de compensaciones.
Y es que, desde que se abrió casi de hurtadillas el 11 de septiembre de 2018 (no hubo gran ceremonia oficial de apertura por el malestar que habían causado los sobrecostes y las protestas de los partidos de derecha) hasta la actualidad, se han presentado más de cinco mil demandas contra la ciudad por haberse resbalado por él “y en docenas de ellas el gobierno se vio obligado a pagar incluso entre 50 y 60 mil euros”, escribe Bottazzo.
40.000 euros de presupuesto
La sustitución de los ocho peldaños costará en torno a 40.000 euros según relató la semana pasada la concejala municipal de obras públicas, Francesca Zaccariotto, y forman parte de una estrategia para encontrar una solución definitiva y conseguir que pasear por el puente los días de lluvia deje de ser considerado deporte de riesgo.
En la Junta de Venecia no descartan dar el paso adelante antes mentado y, haciéndole caso esta vez a Calatrava, sustituir los 24. Ya el año pasado Venecia ordenó cerrar los escalones laterales de cristal, forzando a la gente a caminar por la franja central de traquita.
Los problemas del puente de Calatrava en Venecia son bien conocidos. Incluso formaron parte de un episodio de la serie Grandes fracasos de la ingeniería, en la que el ingeniero Justin Cunningham y su equipo de colaboradores relatan fallos de cálculo en grandes obras o problemas como éste. El ingeniero británico, que en todo momento admitía la belleza de la obra de Calatrava, analizaba su puente veneciano y proponía una solución alternativa. Por el momento se adoptará la que sugirió en su día Calatrava.