VALÈNCIA. Entre las seis y las siete de la mañana, los primeros rayos de sol pegan a una balsa de riego en Llíria. Ubicada en medio del campo, al lado de una carretera provincial, esta laguna artificial actualmente suministra agua a una parte importante de la comarca del Camp de Túria. Pero también los rayos iluminan las placas flotantes sobre el agua, que inician diariamente el funcionamiento de uno de los actuales sistemas de regadío más sostenibles e innovadores en la Comunitat Valenciana.
Se trata de la obra más emblemática del plan de modernización del regadío en el municipio edetano, puesto en marcha por la Conselleria de Agricultura, Desarrollo Rural, Emergencia Climática y Transición Ecológica y la Comunidad de Regantes de Llíria. Así, esta instalación de bombeo de agua funciona a través de placas solares, que forman una especie de isla flotante sobre la balsa. Para que el engranaje funcione, la comunidad cuenta con dos bombas bajo la superficie -con una capacidad de 8.000 litros cada una-, que permiten extraer el agua hasta la balsa con ayuda de este sistema innovador de autoconsumo para la agricultura.
En total, la instalación puede obtener hasta 16.000 litros por minuto en condiciones climáticas óptimas, esto es, con luz solar. "El agua viene de la bomba subterránea, la tira a la balsa y los propios módulos flotantes dan la energía para extraer el agua, que es lo interesante de esta obra", indica Roger Llanes, secretario autonómico de Agricultura. Para completar sus palabras, el presidente de la Comunidad de Regantes de Llíria, José Alfonso Soria, añade: "además de que no necesitas comprar un terreno para instalar las placas, la eficiencia de las mismas es superior si están sobre el agua, porque sobre todo en verano la evaporación del agua es mucho menor y así somos más eficientes".
Las ventajas que especifican de este mecanismo son múltiples. Tal y como explica Llanes, al reducir la incidencia de la luz sobre el agua, se evita que se cree suciedad con algas y así sale mucho más limpia para el cultivo. "Es como una piscina para la sostenibilidad agrícola", define. Además, dispone de un servicio de oxigenación del agua, lo que también permite que la calidad sea mucho mayor.
Con 2.520 flotadores destinados a alojar los módulos fotovoltaicos, el principal objetivo es optimizar el ahorro energético y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera. El presupuesto de esta iniciativa concreta asciende a los 1,3 millones de euros, de los que la conselleria aporta el 70% y el resto, la Comunidad de Regantes. Junto con otras cuatro iniciativas más en la comarca en las que trabajan ambas entidades, los efectos beneficiosos para el medio ambiente de estas obras han venido para quedarse. Las previsiones y los datos obtenidos hasta ahora así lo demuestran: en torno a 1.020 toneladas de emisiones de CO2 se verán reducidas al año, supone un ahorro energético de 2.665 megavatios anuales y un ahorro hídrico de 1,2 hectómetros cúbicos.
"Cuando no hay suficiente luz para que funcionen las dos bombas a la vez, va una sola y en función de la radiación solar va sacando agua, por eso supone un ahorro total en todos los sentidos", apunta el presidente de la Comunidad de Regantes. En términos económicos, la agrupación local antes de esta instalación pagaba alrededor de 300.000 euros anuales en la factura de la luz, y actualmente han reducido el coste a la tercera parte. "Así podemos ser mucho más competitivos, porque hoy conforme está la agricultura con los precios actuales, si no conseguimos ahorrar costes, prácticamente es inviable hacer nuestra faena, de modo que proyectos como este son inversiones hacia el futuro", manifiesta Soria.
Los pilares que defienden desde la comunidad liriana son claros: quieren ser eficientes, modernos y modélicos. No obstante, dejando a un lado el prisma económico, para la administración autonómica la iniciativa también supone varios provechos, ya que además de incentivar la producción agrícola y reducir costes lo hacen a través de energías renovables. Por eso, Llanes hace hincapié en que es posible cumplir con las tres patas de la sostenibilidad: "por la parte económica al agricultor le ha disminuido la factura de la luz; por otra, trabajamos en el cuidado medioambiental; y por último, fomentamos la conciencia social en todo el Camp de Túria, ya que el sector regante tiene un gran peso en la comarca".
En busca de ser el futuro de la huerta valenciana, la Comunidad de Regantes del municipio actualmente está formada por más de 4.500 familias de agricultores y dispone de una superficie de cultivo de 7.700 hectáreas. Como explica su presidente, este colectivo se ha visto beneficiado "en todos los sentidos" y, según ha concretado, "cada vez están más concienciados de que este es el camino que hay que seguir para las ganancias individuales, pero también para el conjunto de la sociedad".
La instalación fotovoltaica se basa en la monotorización y sensores vinculados al suministro de agua. Mediante un cuadro de mandos, se puede saber en tiempo real qué está pasando en la planta y así poder ajustar las necesidades de la misma. "Con esta tecnología, la planta solo tendrá el agua y el abono que necesite y así eliminamos la contaminación de los acuíferos", señala en este sentido el secretario autonómico.
El cuadro de mandos indica si las placas, las bombas y todos los mecanismos funcionan correctamente, pero también si hay algún problema en cuanto a seguridad. "Las placas están organizadas por módulos, y a través de la digitalización podemos saber si hay alguno dañado o que no esté produciendo la energía que debería", detalla Eugenia Luna, técnica de la Comunidad de Regantes de Llíria.
Además, también disponen de información climática como la temperatura, la radiación, la incidencia de lluvia, etc. Con estos datos, se puede saber si las bombas funcionan de manera óptima, según declara la técnica. Es más, la instalación cuenta con un variador de frecuencia que modula la bomba en función de la radiación. "Si el variador le da una cantidad de señales y la bomba no produce el agua que debería, es porque algo no va bien. Así, este bigdata tiene un proceso de análisis que se puede ver mediante una aplicación específica para esta balsa, y de esta manera ver la evolución del agua que sacamos", detalla Luna.
Pese a que la de estas placas flotantes es la obra más importante, no es la única en la modernización del regadío de Llíria. En total, son cinco las iniciativas que forman parte de este proceso y tienen una inversión total de 7,6 millones de euros por parte de la conselleria y la agrupación de regantes municipal.
Además de los módulos flotantes, hay otra que ya está pleno funcionamiento. Se trata de un sistema de bombeo solar en el Pou de Llíries, donde se incluye la automatización y el telecontrol. En este caso, la mitad de los gastos corren a cargo de la Generalitat.
Asimismo, la conselleria ya ha empezado la ejecución de dos actuaciones más en la localidad edetana. Una en relación a la mejora de la red de captación y transporte de la comunidad de regantes desde una de las tomas del canal principal de la comarca. Otra, vinculada a implementar sistemas de oxigenación en el paraje de la Maimona. Sin embargo, en esta zona también está previsto un proyecto de ahorro de agua y energía mediante tuberías a presión y placas solares, aunque todavía se encuentra en fase de tramitación.
Al mismo tiempo que se dotaba de recursos a las diferentes comunidades agrícolas, la Conselleria de Agricultura ha diseñado la Estrategia valenciana de regadío 2020-2040, publicada el viernes pasado. En ella se fijan ocho objetivos generales que, en la misma línea que se está trabajando en Llíria, persiguen "la sostenibilidad en términos sociales y ambientales en el actual marco de emergencia climática".
Tal y como se detalla en el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana, estas actuaciones buscan mejorar la competitividad y rentabilidad de las explotaciones de regadío, facilitar su sostenimiento, mejorar la calidad de vida en el medio rural y hacer frente al despoblamiento, entre otras cuestiones transversales. A su vez, pretenden fomentar el riego de apoyo en cultivos de secano en zonas desfavorecidas y preservar los paisajes tradicionales. Algo que la Comunidad de Regantes de Llíria ya ha puesto en marcha y que, con la ayuda de la conselleria, seguirá en el camino de la agricultura sostenible para mejorar el sistema de regadío actual, en la lucha contra el cambio climático.