Los habitantes de Extramurs pierden uno de sus puntos de referencia: el bar Alhambra. Un lugar de reunión y degustación de uno de los manjares de nuestra gastronomía que habita en todos los locales pero que en muy pocos se cuida y se disfruta como debiera: la tortilla en todas sus versiones.
Durante décadas, Placen y Benito han ganado merecida fama por su buen hacer en esta cervecería situada en la calle Calixto III. Un establecimiento que apenas era un pasillo y una barra, pocas mesas en el exterior y el almuerzo como hora punta.
"Patata, patata y cebolla, chori, sobrasada...", Placen recitaba los tipos de tortilla elaborados por Benito y se ocupaba de servir a toda la clientela con una eficiencia que muchos ya querrían. Todas las cuentas las hacía de memoria y tenía tiempo para hacer algún comentario jocoso o irónico a los habituales.
La estrella del local eran precisamente, esas tortillas gigantes, de más de 30 huevos y 15 centímetros de altura. La apariencia, aunque imponente, era lo de menos, la magia llegaba al recibir el pincho, siempre con la patata en su punto y con ese interior jugoso que te obligaba, no solo a regresar, si no a invitar a algún amigo o familiar para que conociera el fenómeno.
Pero poco -o menos- se habla de otras grandes especialidades del Alhambra, como los fabulosos y crujientes bocadillos de lomo 'apaleao' con diferentes salsas como roquefort o picadillo de ajo que, junto a un pincho de tortilla podían hacer de un almuerzo o comida todo un homenaje.
Tampoco desentonaban tapas como las albóndigas y otras muchas recetas tradicionales que no tenían secretos para estos veteranos hosteleros que, tras tantos años de ser santo y seña del barrio, han decidido colgar el delantal por motivos de salud.