VALÈNCIA. Sin quererlo siquiera, Ainhoa Mata Juanicotena nació, creció y murió como lo hizo una España. Su vida empezó a pocos años de la muerte del dictador, por lo que su infancia fue la niñez de un nuevo país. Mientras la ilusión se instalaba como proyecto nacional,su familia disfrutaba de una vida de clase media a la que se empeñaban en registrar en todo momento. Los súper 8 y las fotografías estuvieron presentes en todo momento de su vida, capturando toda su vida pública. Su adolescencia también fue la pubertad de España, aquella época de vanguardia en la que lo importante era, ante todo, excederse. Así lo hizo Ainhoa, que se enfundó una chupa de cuero y puso demasiado alto el volumen de su tocadiscos cuando sus padres no estaban en casa. Bajo esa apariencia de joven rebelde, se escondía en sus diarios para contar sus problemas, alineados a los de tantas y tantas mujeres, y los de tantos y tantos jóvenes de aquella época.
Los diarios, los súper 8, algunas grabaciones telefónicas y las fotografías le llegaron a la realizadora Carolina Astudillo hace unos años de mano del mismo hermano de Ainhoa, Patxi. La reconstrucción de su vida ha tenido como producto el documental Ainhoa, yo no soy esa, un metraje de 98 minutos que está disponible en Filmin y que trajo la semana pasada a la misma Astudillo al ciclo Cine por venir, que tuvo lugar en el IVAM y en el que la directora explicó su proceso creativo y las referencias de las que se nutre en este.
Aunque, según reconocen sus propios familiares en declaraciones en off para la película, Ainhoa no fue muy activa políticamente ("seguramente no votó"), la historia de ella es una no oficial de la propia España. De la esperanza desesperanzándose, de la libertad construyendo jaulas alrededor de sí misma, del principio de las apariencias, del tormento de siempre. Los diarios reconocen a una joven que tiene miedo, que se siente abandonada, casi deprimida, que se hace consciente de lo que es ser mujer cuando se enfrenta a un embarazo no deseado. Imagen y audio transitan caminos diferentes para mostrar a las dos Ainhoas, sin ser una menos que otra.
"A mí me interesa trabajar desde lo intimo, y desde ello crear una historia no oficial, no académica, que contraponga la oficial", explica Astudillo para Culturplaza. La vida de una joven que pasaría desapercibida se iguala a los diarios de Susan Sontag, de Frida Kahlo y de otras mujeres que padecieron el hecho de serlo. El found footage se combina con metraje nuevo, también grabado en Super-8, en el que la propia realizadora se inserta sin pudor para reinterpretar y ponerse en conversación con Ainhoa. "Fue el aborto que tuve yo lo que me hizo prescindir de una narradora en tercera persona, y decidí que si para mí era tan importante tomar referencias femeninas, tenía que contar que nos unía esta experiencia traumática, como a tantas otras mujeres", cuenta la realizadora.
La vida de Ainhoa, que pinta ejemplar en los súper-8 que le graban de niña, acaba siendo tormentosa y conflictiva; tanto, que parece que se dirigía a un único y trágico final, su suicidio. "Ha sido una película muy dura que hacer. Me impliqué mucho, y por eso tuve la sensibilidad y el cariño de dejar mucho material fuera. No quería caer en hacer algo sensacionalista ni frívolo porque la vida de Ainhoa me la habían prestado con total confianza", cuenta la directora.
Ainhoa Mata murió como cierta España. La Transición se llevó muchas vidas por delante, como una Guerra Civil sin bandos, como una contienda invisible. La desilusión, el hastío, y el medio camino en el que se quedó un proyecto (no tanto de país como vital) que los jóvenes creyeron posible hasta los 90. Luego, con los que quedaron, llegó la normalización del desistir.
El found footage muere con la nueva imagen
El cambio ontológico de la imagen, sobre la que versa el grueso de la reflexión de las jornadas de Cine por venir, hace cada vez más difícil entender el found footage como hasta ahora. Si ahora más que nunca se capturan imágenes, ¿por qué no va a desarrollarse más el reciclaje de estas para construir historias? "Es diferente porque la imágenes que se capturan ahora están pensadas para no perdurar, para consumirse instantáneamente. No es la fotografía de la abuela. Estamos construyendo una memoria colectiva, pero no perdura para nadie", opina Carolina Astudillo. "La tecnología permite capturar más imágenes que nunca, pero antes las guardabas para enseñarlas de manera personal a tu familia, tus amigos, o quién quisieras. Ahora te expones en YouTube, incluso a menores", añade.
- ¿Cómo será el found footage del futuro?
- Es una tarea cada vez más difícil, y seguirá siéndolo así. Lo pienso cuando pienso en mi hijo. Si quisiera contar una historia sobre él, tendría que buscar mucho una fotografía que explicara algo, que contara una historia, que le importara de verdad.