VALÈNCIA. Acostumbrados a hablar de exposiciones estáticas, en las que cualquier modificación durante el periodo de exhibición viene motivado por cuestiones cotidianas, como la cesión de una obra a otro museo, lo de Alberto Feijóo en el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) es, sin duda, algo excepcional. Fue en verano cuando el joven artista alicantino abrió su exposición Trascity, un proyecto pensado específicamente para el museo en el que exploraba cuestiones como el espacio que ocupamos y las imágenes que acumulamos. Hasta aquí, nada extraño. Si bien debería haber cerrado sus puertas en octubre, tal y como se anunció en un primer momento, los cambios en la programación -entre los que se incluye el traslado a 2024 de las exposiciones de Llorenç Barber o la de mujeres artistas entre la dictadura y los inicios de la democracia- llevaron al museo a optar por prorrogarla hasta enero. De nuevo, nada raro.
Uno podría pensar que este cambio de fechas se traduciría sencillamente en una oportunidad para que aquel visitante rezagado pudiera ver el proyecto. Pero no es así. Si no lo ha visto antes, llega tarde. Si lo ha visitado, hágalo de nuevo. Y es que aunque se trata de la misma exposición, desde esta semana la Galería 3 del museo presenta una sala un tanto diferente a la de los últimos meses. Son los mismos elementos, sí, pero al tiempo es distinto. Es lo mismo pero no es lo mismo, que diría Rocío Jurado en aquel anuncio de Titanlux. Motivado por la renovación del proyecto y el propio discurso que explora su trabajo, Feijóo y el IVAM han decidido usar este “tiempo extra” para repensar el proyecto, el espacio y sus usos. También las propias oportunidades de una exposición que está viva. Y así nace Trascity II.
“Trascity habla del reverso de las ciudades, de lo que podemos encontrar en sus márgenes durante un paseo por la periferia siempre en transformación. Partiendo de este punto mi objetivo era cuestionar la instalación inicial y elaborar una 'cara b' del proyecto”, explica el artista. De esta forma, Feijóo ha creado una suerte de epílogo a su proyecto expositivo, reordenando los elementos que integraban esta suerte de “trastero” en el que, a partir de fotografías, mobiliario, embalajes y diferentes objetos, reflexionaba sobre la idea de encontrar un lugar en el mundo así como los desechos que dejamos atrás. Con este punto de partida, el creador planteó en el IVAM una suerte de mudanza a través de cinco estancias vinculadas a cinco roles del mundo de arte -el artista visual, el coleccionista, el fotógrafo, el acumulador y el aprendiz-, una mudanza que ahora avanza casillas.
De esta manera, y contando con casi los mismos elementos iniciales, el proyecto se reconfigura y cambia de aspecto diluyendo los compartimentos iniciales en relación a los cinco roles que planteaba al principio, una reordenación que partió de la idea inicial de alterar una de las habitaciones que componen el espacio, algo que acabó en "efecto dominó". "En esta nueva versión los roles del coleccionista, artista visual, fotógrafo, aprendiz y acumulador se solapan y se mezclan". Desde el punto de vista físico, el orden de los objetos que planteaba en un primer momento se ha invertido, ‘vaciando’ unas salas que ahora ocupan sillas, para empaquetar el contenido en distintas cajas que ahora ocupan el pasillo central de la muestra a modo de "gran collage tridimensional".
Esta recomposición pasa por las obras de los muros, ahora intercaladas, solapadas, con marco o sin marco... También se ha desactivado la iluminación de una de las habitaciones, creando un ámbito más íntimo, y se ha dado un hueco al propio catálogo de la exposición, recientemente publicado. "Esta nueva configuración de la exposición reflexiona acerca de la condición efímera de la existencia material y de la identidad mutante. Es, en definitiva, un juego especulativo donde las imágenes y los objetos (siempre en movimiento) están en un lugar determinado pero podrían estar en cualquier otro", reflexiona Feijóo. Y es que, en realidad, Trascity II es el principio del fin de Trascity.
