La cosmología nocturna que nació en Fata Morgana y sonó en La Caverna tras unas bravas en el bar de Cesareo vive un brote de efervescencia con Cracovia, Visonte y George Best como puntas de lanza
VALENCIA. "La gentrificación está de moda. Quizá, demasiado". Lo dice Josep Sorribes, economista y querido profesor de la Universitat de València con el artículo de Luis del Romero sobre el asunto y Ruzafa todavía caliente. El autor del genial Mis queridos promotores, Valencia 1940-2011. Construcción y destrucción de la ciudad (2012) asegura que "este proceso no es del todo negativo si se sabe utilizar, si hay políticas públicas; no es el caso". Sorribes se queja de que la ciudad no tenga un estudio actualizado de la situación de sus barrios "y un plan al respecto", pero estima que el fenómeno que inquieta a Ruzafa está "a tiempo de ser aprovechado en otros casos".
El docente asegura que lo mismo que "en el Cabanyal percibo que ya está pasando" puede tener otros reflejos en la ciudad. Extramurs, el distrito junto al que nació y fue joven, "tenía en Arrancapins su zona más poblada". En 1979 su censo era casi la suma de sus barrios más próximos: casi 30.000 habitantes frente a los 9.000 de Botànic, los 7.000 de Roqueta o los 20.000 de Petxina. En la actualidad, "como ha sucedido en toda la ciudad por la busca de nuevos barrios residenciales", su población se ha reducido a algo más de 23.000 habitantes.
Tres son los elementos para "apreciar los cambios que avisan de una posible gentrificación: evolución de la población, edad de la misma y el censo comercial". Entre esos resortes han surgido tres bares que ejercen desde cafetería hasta nocturna en "un barrio que ha tenido siempre tradición de tomar una caña entre semana. Es una de sus singularidades más destacadas frente a Ruzafa o el Carmen, pero bajar a tomar algo al Fata (Morgana) o La Caverna un martes o un miércoles, ha sido algo habitual en el barrio que no se ha cortado precisamente con la llegada del fin de semana". Lo cuenta Elena Samper, copropietaria y voz cantante del bar y cafetería Cracovia.
Lo mismo piensa Vicente Vila, propietario del bar Visonte y vecino del barrio durante años: "es cierto ha mantenido su vida y su identidad y que era algo habitual el hecho de bajarse a los bares de la plaza Pintor Segrelles. ¡De noche o de día!". Junto con el George Best, el local más taciturno del tridente, Samper, Vila y los cinco socios de este último acaban de impulsar ¡El triángulo de Arrancapins!, una jornada para reivindicar su estado de atracción en un barrio que todos coinciden "está acogiendo cada vez más a gente joven, gente con inquietudes y que ya sea por el precio del alquiler o por buscar un entorno de barrio más familiar, están cambiando Ruzafa y el Carmen por Arrancapins".
La jornada arranca con el aperitivo en Cracovia a las 12 horas, comida en Visonte a las 15 y cóctel a las 17 en George Best. Estands en los tres bares y conciertos de El Ser Humano, Chlöe's Clue o Néstor Mir, entre otros. ¿Pero qué hay detrás de esta comunión? ¿Cómo ven ellos esta nueva efervescencia del barrio pegado al centro de la ciudad?
Hace algo más de tres años este diario (con mucho humor) alertaba de que Botànic y Arrancapins apuntaban maneras para una inminente gentrificación. Poco después, Samper y Kike Marugán abrían Cracovia. "Vivía en el barrio y me daba cuenta de que había mucha gente joven. Gente que de una manera u otra conocía, que tenía inquietudes tanto por la ciudad como culturales. Gente con la que coincidíamos en el Fata o La Caverna". Samper, que no tenía experiencia previa en la hostelería, buscó "entre Ángel Guimerá, Giorgeta, Gran Vía Fernando el Católico y Jesús". Encontró el local que, con una profunda reforma es hoy Cracovia (que también expone el trabajo de artistas locales en sus paredes).
Desde allí, destaca que "la clientela es especialmente fiel. Clientela que nos conoció hace dos años y que vuelve. Incluso, cualquiera que pasa cualquier día, vuelve. Es la sensación de barrio y de alguna forma reconzoco que hay algunos grupos de gente que se han ido mudando al barrio". Para la empresaria "no es solo el precio del alquiler, que sí es algo más barato que en Ruzafa, por ejemplo, es también lo que te va a costar un doble de cerveza, comer o comprar en el barrio". Unos precios que, "en parte se mantienen porque tendrían que abrir todavía demasiados bares como para que hubiera una competencia complicada".
"Cracovia para nosotros supone el germen de lo que ahora parece ser un tipo de público que compartimos tanto con Visonte como con ellos", apunta uno de los socios de George Best. Ese "cierto ambiente tanto de ocio como cultural" ha tenido mucho que ver "con la casualidad. Buscábamos local más o menos por la zona, pero es que está en frente". En la primavera de este mismo año nació un local más nocturno, con programación de conciertos en pequeño formato todas las semanas y que en las noches de viernes y sábado sirve como continuación del Cracovia, además de haberse convertido en frecuente punto y final para artistas que pasan por la ciudad (como Amaral, Quique González o El Gran Wyoming, por citar a alguno de ellos.
"El público es gente quizá algo mayor con bastante inquietud por la música, sobre todo rock y pop, que es igual de sensible a estar en locales cuidados estética y conceptualmente y que no esperan beber alcohol únicamente del sitio donde pasan la tarde o la noche", apuntan desde George Best. Con locales de referencia para importar "más ambientes que un tipo de público, que luego surge", mencionan Tupperware o El Fotomatón de Madrid, "pero también los locales del Cedro de hace 10 o 15 años". Precisamente, uno de los dueños de la Velvet en aquella zona y posteriormente de Electropura es Vila, el responsable de Visonte.
Abierto apenas unas semanas más tarde, el bar de Vila también programa conciertos y -como Cracovia- tiene una corta pero necesaria carta para cenas. "He tenido negocios y he vivido en otros sitios, pero reconozco que parte de la idea de volver tenía que ver con la familiaridad del barrio", apunta. Como apuntaba Samper, "la fidelización es muy alta y el concepto de que alguien se baje a beberse una o dos cervezas solo, por esa proximidad o esa conversación, es una cosa que intuyo más natural que en los otros locales que he tenido".
Esa idea en la que todos se conocen redunda en la presencia de los citados en los bares del 'contrario'. "No creo que la competencia nos perjudique. Es junto al contrario. Nos beneficia que la gente venga al resto de bares y que se genere un público que, equivocados o no, percibimos interesado en saber qué música ponemos, quiénes somos y en hacer un poco de ruta por la zona... en no pasarse la noche solo en un sitio y a la vez estar a gusto con lo que se pincha y con la gente que le rodea". En cuanto a música es cierto que el Cracovia está acompañado desde hace ahora un año y medio del proyecto Splendini's.
José Lledó, el mismo responsable de la tienda Discos Mardigras del Carmen, abrió su tienda de vinilos en el fondo del bar Cracovia. Desde allí, especialmente los viernes, las pinchadas y selecciones musicales durante el día colocan al lugar entre uno de los de mayor interés de toda la ciudad en cuanto a sesiones que pueden ir del rock'n'roll al bugaulu, del mambo al soul o del blues al hotjazz. La idea de retroalimentación entre la música, la cultura de bar y la proximidad de sus gestores es a buen seguro la base de unos negocios con los que los tres están "satisfechos", "muy contentos" y "más ilusionados que incluso antes de abrir".
El triángulo de Arrancapins, con el que ha hablado este diario, tiene otras conexiones. Entre ellos mencionan el flujo que se mueve por los barrios adyacentes. "La zona podría llegar hasta Magazine, donde pueden ir o volver algunos de los clientes habituales", apuntan en George Best. Mencionan a Valrock, la Sala El Loco e incluso el más próximo Tres bandas. "Magazine con un público de distintas edades y Valrock o Tres bandas con un público, quizá, algo más mayor, son también importantes para consolidar la oferta de una zona. Pero también los ya citados Fata Morgana y La Caverna, los restaurantes La Coca Boba, Egunon, Piscolabis, Blau y la Sala Ultramar, referencia del nuevo teatro y el teatro off de la ciudad.
Sorribes dice del barrio que "pertenece a un eixample irregular, como Ruzafa. Eso va a permitir en cualquier caso que sea más permeable a que su población rote. Cabe esperar que lo haga con un sentido interesante como espacio público". De momento, algunos activos -comerciales y culturales en este caso- han empezado a constatar que algo se mueve en Arrancapins.