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Alice Kellen: «Compras un libro, no me compras a mí»

Dicen de ella que ha enamorado a más de un millón de lectores con sus libros en los que los afectos y el amor son el eje narrativo. La autora valenciana no anhela la fama, pero la tiene

| 19/08/2022 | 13 min, 57 seg

VALÈNCIA. Según un estudio presentado este año durante el XXV Congreso de las Librerías, el 86% de los títulos disponibles en el mercado editorial vende menos de cincuenta ejemplares al año. Dicho de otro modo, solo el 0,1% vende más de tres mil. Juan Miguel Salvador, librero responsable del estudio, destacó en su informe que, de media, las librerías han de enfrentarse a casi quince mil novedades editoriales al año. Si sobrevivir de la escritura —y a la escritura— es complicado, vivir de ella, y vivir bien, aún más.

Las estadísticas contempladas en el documento condensan la totalidad de géneros publicados pero, si las miramos de cerca, observamos que ramas como la literatura romántica arrollan a la competencia y se convierten en superventas, algo que —por lo visto— no ha cambiado desde los tiempos de Corín Tellado, que llegó a despachar cuatrocientos millones de libros. También hay casos de éxito más recientes, como el de la escritora valenciana Alice Kellen.

Firma con seudónimo, vive en una población rural y no hace tanto que superó los treinta años de edad. Su primera novela fue Llévame a cualquier lugar, un libro que autopublicó en 2013 a través de Amazon. Como en otras tantas historias de artistas selfmade de la era digital, llegar hasta los puestos más vendidos de la plataforma provocó que las editoriales se interesaran por su producción. 

«Creo que tanto en la vida en general, como en el trabajo creativo, lo más importante es tener suerte. Hay muchísima gente con muchísimo talento, y más ahora que se visibiliza tanto a través de las redes sociales. La suerte es, en muchas ocasiones, estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. Es una serie de casualidades conseguir llegar a la fama. Ahora mismo creo que es muy difícil subir algo a Amazon y que funcione». 

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Alice no firma con su nombre de nacimiento porque necesita y defiende guardar una parcela de intimidad. «Me puse el seudónimo cuando decidí subir el libro a Amazon. No sabía si iba a ser un desastre. Además, siempre me ha costado mucho que me lea la gente de mi entorno. No me hacía ninguna ilusión que vieran mi libro. Después de la publicación en Amazon, una editorial compró mi primera novela. En la foto de la solapa ni se me reconocía; como que te sientes protegida cuando no muestras tanto. Poco a poco fue creciendo todo esto, y fui superando mis miedos. A nivel ansiedad lo pasaba muy mal, no podía con la exposición. Aunque me sigue costando, la parte positiva de esto de la promoción es que a veces me siento bien por haber hecho cosas de mostrarme al público». 

No guarda una fecha exacta de cuándo le surgió el deseo de escribir: «No hay un momento concreto. He escrito siempre, desde pequeña. Lo primero que empecé a escribir en serio fueron diarios, a los nueve años. Seguí escribiendo diarios casi hasta los veinte. Después empecé a anotar reflexiones cortitas, pensamientos que tenía. Siempre es algo que ha estado ahí; es como una afición que, de manera paulatina, te va tomando más horas hasta que un día por sorpresa te das cuenta de que te dedicas a eso».

En su espacio de trabajo, una habitación amplia, pintada de verde y con las estanterías repletas de libros —raro habría sido encontrar estantes desnudos—, Alice contesta a esta entrevista, la última antes de alejarse de los medios para centrarse en la escritura. «Escribir para mí antes era algo muy íntimo, y esa intimidad se va perdiendo cuando aumenta el reconocimiento. Estar expuesta al público tiene cosas muy buenas, como el feedback en directo. Sacas un libro y al día siguiente ya tienes comentarios de cómo le ha hecho sentir al lector o a la lectora. Sabes qué piensan al instante. Pero esa exposición es la parte que más me cuesta; es muy difícil. Cuanto más promocionas es mejor para la comunicación del libro; cuanto más contenido creas en redes sociales también es mejor para el libro. Pero te preguntas: ¿en qué momento escribo la novela para el año siguiente? Al final, escribir es a lo que menos horas le dedicas, y eso me aterra». 

En Expuesta. Un ensayo sobre la epidemia de la ansiedad, la escritora Olivia Sudjic narra su ansiedad y cómo esta condición ha afectado a su proceso de escritura. Sudjic relata la aparición de síntomas como la fobia de sentirse juzgada, la incapacidad de gestionar el escrutinio y el volumen de información de internet y la presión del público lector. Sin llegar a tales extremos, Kellen se muestra en alerta por el efecto de la mediatización y demanda de tiempo y energía que las redes sociales ejercen sobre la profesión. «Cuando empieza a ser tu trabajo el escribir, tienes fechas de entregas, muchas reuniones con el departamento de marketing y comunicación, entrevistas, firmas, eventos… poco a poco, y sin darte cuenta, ves que llevas semanas sin escribir. Ahí tomas conciencia». 

«Aunque depende de la personalidad del autor, porque tengo compañeras que llevan genial ir de gira, a mí personalmente no me gusta. No me gusta salir de mi zona de confort, de mi casa. Al final me gusta escribir. Estar en el teclado. Esto no tiene nada que ver; es otro mundo. También están las redes sociales. Me voy a tomar unas vacaciones desinstalando todas las redes y olvidarme del mundo, porque al final estás conectado siempre. No tienes un horario. Sin querer entras en la aplicación. Siempre hay notificaciones; a nivel creativo no hay un momento de pausa para desconectar y conectar contigo y vivir de una manera más íntima». 

La cita de Virginia Woolf «Una mujer necesita una habitación propia y quinientas libras al año» se ha adaptado de mil maneras a la realidad: poniéndole wifi al cuarto, un balcón, bastantes más libras o euros al año o trasladándola a la realidad millenial. En el caso de Alice Kellen, esta habitación necesita un cortafuegos que savalguarde su intimidad y tiempo de escritura. «Las editoriales y el público, de alguna manera, exigen la exposición. Hay lectoras que me decían antes ‘‘eres demasiado reservada, no nos cuentas cosas’’. Cuando compras un libro, no me compras a mí. Es difícil poner un límite; cuando haces algo creativo que nace tanto de ti, está tan ligado a la persona… es complicado trazar una línea sobre lo que eres tú y lo que no eres tú». 

Hay lectoras que me decían antes ‘‘eres demasiado reservada, no nos cuentas cosas’’. Cuando compras un libro, no me compras a mí. Es difícil poner un límite; cuando haces algo creativo que nace tanto de ti, está tan ligado a la persona… es complicado trazar una línea sobre lo que eres tú y lo que no eres tú». 

En defensa de la ‘chick lit’

La escritora eligió el sobrenombre de Alice Kellen a partir de Alicia en el país de las maravillas, obra de Lewis Carroll —otro escritor que firmaba con seudónimo—,  y Marian Keyes, novelista irlandesa que está considerada como una de las pioneras de la chick lit, un tipo de ficción narrativa próxima a la novela romántica en la que predominan los personajes femeninos jóvenes.

El término chick lit fue acuñado por Cris Mazza y Jeffrey DeShell como marca identificativa para su antología Chick-lit: ficción postfeminista, publicada en 1995. Este subgénero de la literatura romántica se definió como un tipo de posfeminismo derivado de la segunda ola del feminismo. Los teóricos del subgénero señalan que sus representaciones de la mujer rehuían de los personajes femeninos que eran dependientes del criterio masculino para encontrar su propósito y significación. Con esta literatura aparecía una amplia gama de situaciones y un arco narrativo más complejo que incluía conflictos relacionados con el amor, el noviazgo y los problemas de género.

El género literario que maneja Alice a menudo es considerado como una rama de menor valía que otro tipo de narrativas. «Cuando me hacen algún comentario al respecto me dan ganas de preguntar: ¿Cuáles han sido las últimas novelas románticas que has leído? En muchas ocasiones la gente que tiene estos prejuicios contra el género es gente que no lee el género. No puedes mantener una conversación empleando argumentos porque no da pie a más». La escritora alude a que este menosprecio por la literatura romántica es debido a una carencia de educación sentimental: «A nivel educativo todo el tema del amor parece que se menosprecia. No solo me refiero a la literatura romántica, también a la sentimental o a la familiar; parece que se valora menos cuando los sentimientos son de lo poco que tenemos en común todas las personas. Parece que cueste que tenga aceptación, no sé si es porque lo relacionado con lo emocional se ve como una debilidad».

Regresando a la chick lit y el ángulo de su prisma relacionado con el feminismo, hay que detenerse en el público objetivo en el que piensa Alice Kellen cuando aborda un proyecto:  «Hay historias que enfoco de manera adulta y me permito no pensar a nivel de ciertas cosas de la trama, que son más sutiles. Sí que he escrito novelas dirigidas a un público joven y sí que pienso en el mensaje. Mensajes que se pueden matizar mejor; no quieres dar un mensaje que a lo mejor puedan interiorizar inconscientemente y no sea el adecuado. Pero yo no estoy dando lecciones a nadie; ya tengo dos hijos y me ocupo de su educación. Simplemente estoy contando la historia de unos personajes. Hay veces que no quieres hacer personajes perfectos, no tienen por qué hacerlo todo bien».

«Alguien me preguntó en una entrevista algo sobre que si la protagonista es feminista no podía anhelar enamorarse. Yo no pienso que el amor en la vida es obligatorio para que tú te puedas construir. Para ser feliz no necesitas ni el amor de un amigo, de pareja ni de tu madre. ¿Se puede conseguir ser feliz sin tener eso? Sí. ¿Pero que la vida es más agradable cuando estamos rodeados con una red de personas que nos importan y con las que compartimos nuestra vida? También. Para mí es bonito coger la mano de las personas en que te apoyas, me da lo mismo si es de tu pareja o de un familiar. Creo que a veces deshumanizamos un poco cuando asociamos que los sentimientos son debilidades». 

‘El mapa de los anhelos’

El pasado mes de marzo llegó a las distribuidoras su última obra, El mapa de los anhelos, una novela editada por Planeta en la que la muerte, el amor y los anhelos por una vida diferente y propia se entremezclan. La historia, situada en el estado de Nebraska, está protagonizada por Grace Peterson, una joven que se refugia en los libros para soportar la esterilidad de su existencia y el duelo por el fallecimiento de su hermana. Kellen añade el componente de la pérdida del propósito personal en la vida: Grace fue concebida para donar células madre a su hermana y así salvarla del cáncer, pero el cuerpo de esta las rechaza. 

El mapa de los anhelos es un juego que la hermana fallecida deja a la protagonista y que le lleva a encontrarse con Will Tucker, «alguien del que nunca ha oído hablar y que está a punto de embarcarse con ella en un viaje directo al corazón, lleno de vulnerabilidades y sueños olvidados, anhelos y afectos inesperados», como indica la sinopsis. 

«Hay historias que dejas reposar, guardadas en un cajón, y al final resurgen. La idea de que Grace naciera para salvar a su hermana es algo que se me quedó en la cabeza cuando mi madre trabajó en La Fe, en oncología pediátrica, y tuvo un caso así. Yo era pequeña pero se me quedó grabado. Y luego, esa base la fui hilando con otras cosas; las historias son así, vas añadiendo elementos y capas. La idea de la novela ha ido madurando con el paso de los años». 

En El mapa de los anhelos encontramos una protagonista que encarna el arquetipo de las sad girls: según la teoría de la chica triste de la artista Audrey Wollen, se trata de mujeres jóvenes melancólicas que comunican su tristeza y la estetizan. «La novela gira alrededor de ella y el lugar en el que vive: un lugar muy estancado, como Nebraska. Leí en alguna parte que era un lugar muy plano, sin montañas. Y aunque no he estado, me lo imagino así, como un espacio en el que nunca pasa nada. La voz de Grace lleva la novela y transmite esta idea de cómo se siente ella en su entorno».  

Euphoria es el referente al que alude la escritora para explicar el porqué de la portada: «Desde el principio vi esta novela con el aura morada. Insistí mucho para que la cubierta tuviera esos colores que nos hacen pensar en cómo es la vida de la protagonista y su búsqueda de su lugar en el mundo».

El proceso de escribir

Hay autores que escriben por impulsos y otros que necesitan tenerlo todo planificado para ponerse a escribir. Alice Kellen no rehúye de la improvisación, pero sigue una estructura clara. «Normalmente sé más o menos todo lo que tiene que pasar, pero me gusta dejar algunos espacios en blanco. Para mí lo más importante es el conflicto de la novela, cómo mantener el ritmo. Pensar en cómo vas desgranando esas partes del conflicto. Los puntos más altos de la novela tienes que tenerlos claros. El final suelo tenerlo bastante definido, aunque siempre lo cambio. No completo, pero sí algo. Hacerlo indica algo bueno, que es que conozco los personajes», comenta la autora valenciana. 

Y explica: «Mi escritura ha evolucionado al igual que lo he hecho como lectora. Con los años te preocupas más a nivel técnico. Antes pensaba más en las tramas y en qué era lo que pasaba. Conforme vas ganando experiencia te preocupas más de cómo cuentas lo que ocurre que sobre la historia. Te tiras media hora con un párrafo, escribiendo y reescribiendo, y eso no lo hacía cuando era más joven. Tenía esa ilusión y energía que era como una vomitona. No quería detenerme casi en las frases, pero ahora mismo me encanta corregir. Podría seguir dándole vueltas y vueltas al texto hasta el día de entrega. Prácticamente me lo tienen que quitar». 

Ante la pregunta de si podría dar una fórmula o un par de consejos a alguien que quiera dedicarse profesionalmente a la escritura de novela romántica, Alice hace unos segundos de pausa para meditar la respuesta. Pero la da: «Leer de otros géneros que no sean solo novela romántica, así es como vas a enriquecer tu novela. Y sobre todo, constancia. Si tienes talento y lo estás haciendo bien y de forma constante, hay más posibilidades de que alguien en algún momento se fije en ti. Pero la visibilidad y cómo funciona hoy en día todo es una auténtica lotería».

* Este artículo se publicó originalmente en el número 94 (agosto 2022) de la revista Plaza

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