MADRID. Dice Erik San Telmo, CEO y fundador de Ensotest, que cuando nos referimos a la ciberseguridad no se habla de una tendencia, sino de una necesidad. Las declaraciones de Ignacio Caño Luna, responsable de Innovación y Emprendimiento en el Instituto Nacional de Ciberseguridad de España (Incibe), corroboran la apreciación. “El problema es que es un tema con el que se está ganando muchísimo dinero. Hay ciberdelincuentes que están ganando mucho más que con el tráfico de droga o la pornografía pagando 1.000 euros o poco más a un hacker de estos jóvenes capaces de hacer un estropicio en cualquier sitio. Por dos duros puedes provocar un gran impacto y extorsionar a una empresa con una rentabilidad mucho mayor que cualquier otro negocio delictivo, con la particularidad añadida de que la capacidad de hacer daño es más fácil que la capacidad de defenderse”.
El otro gran problema es que el riesgo afecta a todos. No solo a la industria, las grandes empresas, la Administración o la seguridad del Estado, sino también a los ciudadanos de a pie, porque la ciberdelincuencia es la consecuencia natural de la transformación digital. “Es un cambio de paradigma donde la seguridad física se traslada al entorno virtual, también en el día a día de la actividad cotidiana de los ciudadanos”, observa Caño Luna.
Un ejemplo que aterriza la amenaza en entornos comunes podemos encontrarlo en los menores. Unicef habla de miles de millones de dispositivos repartidos entre los menores y afirma que, 1 de cada 3 usuarios de internet, son niños. Ello puede reportarles grandes beneficios, pero también les hace más proclives a padecer daños. Casos de ciberbullying, sexting, adicción, robos de móviles o similares no paran de crecer. “Son muy escasas las medidas para protegerles de los riesgos del mundo digital y para aumentar su acceso a un contenido seguro”, advierte Unicef. Y, como dice Caño Luna, “allí donde hay un reto en ciberseguridad, surge una oportunidad de negocio”. En este caso la empresa Securekids, ha sido una capaz de detectarlo y rentabilizarlo. Esta startup malagueña se ha especializado en desarrollar soluciones para el control parental respetando, a la vez, la privacidad del menor. Rubén Ruiz, integrante del equipo, ve una clara oportunidad de negocio en este nicho, “con una tendencia alcista en el mercado”, algo que les permite crecer un 22% cada mes.
También la propuesta de Ironchip se orienta al mercado de masas. En una inclinación creciente a efectuar transacciones a través de los dispositivos móviles, esta startup vasca ha sacado una solución, Domekey, que permite a los usuarios incrementar la seguridad valiéndose de la geolocalización. Así, a las capas de seguridad habituales, ellos añaden otra que consiste en que el usuario elija un lugar determinado, bien sea el salón de su casa, el garaje o cualquier otro, para que las transacciones o cualquier otro servicio online se haga necesariamente desde ese punto. Domekey analiza los datos de geolocalización y verifica las variables del entorno para decidir si el usuario se encuentra en su ‘lugar seguro’ o no, impidiendo que ningún atacante remoto pueda acceder a las plataformas que utilicen Domekey.
“Al final, la ciberseguridad es un habilitador de todo el desarrollo tecnológico y, como tal, es un sector muy transversal que empieza a ser una prioridad para cualquier industria, en cualquier sector o cualquiera que disponga de activos informáticos conectados a internet”, sostiene Miguel Rodríguez, Business Development en Tecnalia Ventures.
Y ante ese panorama tan ancho que describe Miguel Rodríguez, parece que las oportunidades que surgen son infinitas. Incibe ha publicado ya guías en este sentido con soluciones que apuntan a áreas específicas, como la industria de la automoción, pero también otras que afectan a sectores críticos, como pueden ser la Administración, la Sanidad o la energía. En esta última es donde ha puesto el foco la startup Ensotest. Partiendo del problema que sufrió la ciudad de Kiev que permaneció a oscuras durante horas a consecuencia de un ciberataque, esta empresa ha ideado un sistema capaz de identificar anomalías e intrusiones en las redes de datos de las subestaciones eléctricas. La tecnología está concebida para detectar amenazas específicamente en este segmento, aunque luego sea la compañía eléctrica la responsable de arbitrar las medidas de defensa.
Las mencionadas son solo algunas de las muchas soluciones que están surgiendo en torno a la ciberseguridad, alentadas también por normativas como la ley de protección de datos (GDPR) exigible a partir del 25 de mayo. En este sentido, un estudio que acaba de publicar Cisco, afirma que “el 74 por ciento de las organizaciones con procesos inmaduros tuvieron pérdidas superiores a los 500.000 dólares el pasado año debido a las brechas de seguridad de datos”. Al daño económico de las empresas, se suma el celo creciente de los consumidores con su privacidad.
Dice Miguel Rodríguez que el sector de ciberseguridad, a nivel empresa, “está creciendo enormemente. Al final vamos a un mundo cada vez más digital, más conectado, pero nadie está dispuesto a pagar el precio de renunciar a su seguridad. Dicen que en los próximos 3 años habrá más de 50 billones de objetos conectados dentro del Internet de las Cosas (IoT), pero nadie comprará, por ejemplo, un coche conectado si no te dan garantías de no sufrir injerencias. Vamos a un escenario en el que cada vez dependemos más de la tecnología, pero también hay que decir que la tecnología está en fase lo suficientemente madura como para combatir amenazas de manera mucho más eficiente que el ser humano”.
En cuanto a si podemos fiarnos del talento nacional para combatir tanta amenaza, la respuesta del Incibe es un sí. “Siempre hay algún top y en este caso, tal vez por la peculiaridad del país, está en Israel, seguido de EE.UU, donde la Defensa es la punta de lanza de la industria. A margen de estos, considero que España puede jugar un papel importante en todos los mercados europeos, Latinoamérica y en otras regiones”, dice Ignacio Caño. Valga como muestra el caso de la compañía Alien Vault auspiciada, entre otros, por Julio Casal y de la que en un momento se dijo que podría convertirse en el primer unicornio español, aunque luego no pudo ser.