En los últimos años, la cuestión de si los jóvenes podrán acceder a una vivienda digna se ha vuelto cada vez más apremiante. El vertiginoso aumento de los precios del alquiler en España, sumado a la creciente demanda de garantías y avales, ha dejado a gran parte de la juventud sin opciones viables.
Con precios que se disparan a un 51,4%, a un ritmo mucho mayor frente a los salarios con un 3,4%, las inmobiliarias y propietarios imponen condiciones cada vez más exigentes: depósitos elevados, contratos laborales indefinidos y garantías que pocos jóvenes pueden cumplir. Esta diferencia, como se ve en el Gráfico 1: "La vivienda sube más que los salarios", refleja un claro desajuste entre el costo de acceder a una vivienda y la capacidad real de pago de los jóvenes.
La escalada de precios en comparación con el estancamiento salarial ha provocado que una parte significativa de los jóvenes destine un 40% o más de sus ingresos mensuales al alquiler de quienes logran independizarse, lo que obstaculiza su capacidad de ahorro y crecimiento personal/ profesional. Alcanzando el alquiler promedio en 2023 los 944 euros, lo que representa el 93,9% de un salario promedio de 1000 euros mensuales.
Este problema, que antes se limitaba a las grandes ciudades, ahora afecta también a las zonas periféricas que solían ser más asequibles. La razón de esta situación se encuentra en la escasez de vivienda, provocada por el desequilibrio entre oferta y demanda y el encarecimiento del precio del suelo, el aumento de la especulación inmobiliaria y la limitada protección que se ofrece a los propietarios frente a fenómenos como la ocupación.
El resultado es claro: los jóvenes enfrentan una barrera casi insalvable para independizarse. En 2023, el 65% de los españoles entre 18 y 34 años seguía viviendo con sus padres, una cifra alarmante que refleja la inaccesibilidad del mercado inmobiliario. En definitiva, trabajar únicamente para pagar, sin poder avanzar y obligados a rechazar cualquier aspiración de ahorro o crecimiento personal.
"trabajar únicamente para pagar, sin poder avanzar y obligados a rechazar cualquier aspiración de ahorro o crecimiento personal"
A menudo nos llaman la "generación de cristal" o nos culpan de problemas demográficos como la baja natalidad. Sin embargo, rara vez se plantea la verdadera pregunta: ¿en qué momento un derecho fundamental como la vivienda se convirtió en un lujo inalcanzable? Este derecho básico ha transitado en un privilegio al alcance de unos pocos, lo que pone de manifiesto la urgente necesidad de políticas públicas que regulen el mercado y protejan a las generaciones venideras.
El acceso a la vivienda para los jóvenes en España continúa siendo un desafío, a pesar de las medidas introducidas, como el Bono Alquiler Joven 2022 y la regulación de precios en zonas tensionadas, como Cataluña. Estas iniciativas, aunque bien intencionadas, han llegado tarde y han tenido un impacto limitado. Parte del problema radica en que se han fundamentado en diagnósticos equivocados, orientados a controlar el mercado en lugar de incentivar su dinamismo.
Lejos de resolver la crisis, estas políticas han generado efectos indeseados, como la reducción de la oferta de viviendas disponibles, lo que ha provocado un aumento de los precios del alquiler, sin abordar las causas estructurales del problema.
Para lograr una solución real y efectiva, es imprescindible adoptar un enfoque más amplio y estratégico, que incluya la construcción de viviendas públicas destinadas a los jóvenes (VPO), incentivos para fomentar el alquiler asequible, la rehabilitación de inmuebles vacíos y acuerdos con los ayuntamientos que bonifiquen el suelo, garantizando así una oferta suficiente y sostenible a largo plazo.
Foto: MARTA FERNÁNDEZ JARA/EP
