Un triunfo de Trump desencadenaría un rally de alivio y beneficiaría más a las grandes empresas de tecnología, salud y comunicación
MADRID. Desde la desafortunada intervención de Richard Nixon contra John F. Kennedy en 1960, los debates televisivos han sido una parte vital de las campañas presidenciales de Estados Unidos. En este contexto, el debate de ayer no fue una excepción y representó el primer espectáculo público desde que Donald Trump y Joe Biden lanzaron sus respectivas campañas. Cuando sólo faltan poco más de cuatro semanas para el gran día, ambos partidos estaban presionados para dar lo mejor de sí mismos.
Como suele ocurrir con la política, las elecciones de EE UU tendrán un impacto limitado en la economía del país a corto plazo, ya que la agenda del ganador suele tardar meses, si no años, en ponerse en práctica. Además, sabemos que las políticas y decisiones finales de un gobierno raramente se acercan al programa de la campaña. Dicho esto, las elecciones de 2020 se están celebrando en tiempos sin precedentes, ya que somos testigos de una combinación de una pandemia mundial, una de las recesiones más profundas de la historia moderna y protestas sociales y raciales internas.
El reciente fallecimiento de la jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg inició una batalla política para reemplazarla antes de los comicios. Está consumiendo un tiempo precioso en el Senado, lejos de acordar un nuevo y muy necesario paquete fiscal, retrasando las prestaciones de desempleo adicionales para millones de ciudadanos en condiciones precarias. Aquí la incertidumbre política está teniendo un impacto directo en la recuperación de la crisis de covid-19 y, en nuestra opinión, la falta de compromiso fiscal hará mella en la actividad del cuarto trimestre.
A diferencia de lo que ocurre en la economía, los mercados son mucho más rápidos en digerir los cambios políticos. Si bien existen múltiples escenarios posibles, creemos que los inversores deberían centrarse en los tres más extremos, ya que es probable que éstos generen el impacto positivo o negativo más pronunciado en los mercados.
Consideramos que el hecho de que Joe Biden gobierne desde el Despacho Oval y que los demócratas se aseguren las dos cámaras del Congreso con él es lo que impactaría a la renta variable de forma más negativa en el corto plazo. Esta 'barrida demócrata', actualmente el escenario más probable, le daría a Biden el poder legislativo para aumentar los impuestos y la regulación de las empresas, lo que probablemente afectaría negativamente a sectores como las grandes empresas de tecnología, financieras y de salud.
Su plan de invertir en grandes infraestructuras ecológicas y energía limpia probablemente beneficiaría a las empresas de servicios públicos, mientras que su objetivo de abordar el cambio climático y fortalecer la reglamentación ambiental reorientaría la inversión de los sectores orientados a los combustibles fósiles hacia las tecnologías de energía renovable. En cuanto a los bonos del tesoro, un déficit fiscal cada vez más profundo con Biden impulsaría su rendimiento, aunque creemos que el temor a cambios inmediatos de política y el cambio en los flujos desde la renta variable a la deuda limitaría los movimientos bruscos en las rentabilidades. Además, la potencia de fuego de la Reserva Federal domina la trayectoria de los rendimientos.
¿Qué pasa si Biden gana pero se enfrenta a un Congreso dividido? La mayor parte de su agenda legislativa no sería implementable. Aquí el sentimiento del mercado es probable que torne a posturas neutrales o ligeramente positivas, ya que las continuas peleas políticas en el Congreso equilibrarían una postura más suave en el comercio exterior y la cooperación internacional que surja de la Casa Blanca.
El último desenlace implica que Trump se asegure cuatro años más en la Casa Blanca con un Congreso dividido y la continuación de las políticas actuales, algo que beneficiaría a la renta variable. Los activos de riesgo probablemente gozarían de un repunte de alivio dada la esperada continuación del actual régimen fiscal y las leves regulaciones domésticas. Las grandes compañías de tecnología, las empresas de salud y los servicios de comunicación podrían ser los ganadores (todos los sectores que particularmente disfrutaron de las políticas anteriores de Donald Trump).
En el lado negativo, la dura retórica de Trump sobre la política exterior y las posiciones anticomerciales seguirán siendo claves para el mercado y un riesgo global durante su segundo mandato. En 20019 hemos visto cómo el anuncio de los aranceles comerciales ha cambiado radicalmente el sentimiento negativo. Los nuevos tendrían aparentemente el mismo impacto.
Como se demostró en la carrera de 2016, cuanto mayor fuera la incertidumbre sobre los resultados de las elecciones, mayor sería la reacción del mercado por la victoria de cualquiera de los candidatos y las políticas esperadas. Una clara ventaja en los sondeos de opinión para un escenario específico hasta la noche de las elecciones probablemente haría que los analistas políticos y, por tanto, el mercado valoraran el resultado de forma justa.
Pero cinco semanas es mucho tiempo en una campaña electoral, más aún en el contexto de una pandemia mundial y la votación por correo que puede retrasar los resultados. Hasta que sepamos con certeza el resultado permanecerá una mayor volatilidad.
Sandrine Perret es economista senior de Vontobel AM