VALENCIA, (EFE). La resolución de conflictos en las aulas puede ser pacífica y centrarse en la empatía y en la escucha activa, algo que ya saben muchos alumnos de la Comunitat Valenciana que reciben en sus centros formación para la mediación, una herramienta que además sirve como vacuna para prevenir problemas de convivencia.
Alrededor de 300 alumnos de cuarenta institutos participan en el Instituto Benlliure de Valencia en la XIII Jornada de Mediación, en la que estudiantes que participan en estas prácticas en sus respectivos centros intercambiarán experiencias, harán dinámicas en grupo y aprobarán una serie de conclusiones.
Frente a lo que se suele hacer en la institución escolar, que aplica un código de disciplina cuando alguien hace algo mal, la mediación busca el reconocimiento de los sentimientos, ponerse en la piel del otro y que haya una reparación, explica a EFE la profesora Isabel Payà, del equipo de mediación del IES Tavernes Blanques.
En su instituto, desde hace ocho años se forma anualmente en esta materia durante una hora a la semana a una docena de estudiantes de tercero de Secundaria, que en cuarto ejercen como mediadores cuando dos personas del centro tienen un conflicto y están dispuestos a explicarse y a buscar un acuerdo que se refleja en un documento.
Además desarrollan actividades para mejorar la convivencia del centro o por ejemplo prevenir el acoso escolar o sensibilizar contra la violencia machista, pues Payà explica que el trabajo de estos equipos "va calando en el ambiente del centro", lo que hace que muchas cuestiones no lleguen a convertirse en conflicto.
"A veces, con una conversación informal la gente se recoloca, pues simplemente tiene ganas de desahogarse y de ser escuchada", señala Payà, quien asegura que en los centros hay "mucha faena por hacer" y los profesores no siempre llegan a todo, si bien los niños "quieren, pueden, y tienen mucha energía".
El perfil de los estudiantes que forman parte de esta iniciativa son alumnos con capacidad de empatía que voluntariamente se suman al equipo porque cuando llegaron al instituto fueron ayudados y lo quieren agradecer de alguna manera, o que incluso tienen hermanos mayores que estuvieron en mediación y les gustó la experiencia.
"Tienen muchas ideas, se encuentran a gusto, son creativos y cuentan con un punto de vista que los adultos no tenemos", indica Payà, que asegura que estos alumnos se sienten "muy reconocidos" por los niños a los que ayudan e incluso integran en su propia vida personal las prácticas para mejorar las relaciones que aprenden.
Payà destaca que, al contrario de lo que ocurre en otras comunidades, como Cataluña, Andalucía o el País Vasco, en la Comunitat Valenciana la mediación no está implantada de forma institucional, por lo que se trata de una dedicación altruista y voluntaria de profesores que quieren formarse y acuden a los Cefires y luego lo aplican en sus centros.
Los alumnos tratan también el drama de los refugiados, mediante una actividad colectiva en la que se pondrán en el papel de los inmigrantes y con un pasaporte intentarán entrar en varios países, además de configurar un gran mural colaborativo.
Esta profesora reivindica la necesidad de aplicar la mediación en todos los centros, pues "un conflicto no es pegarse golpes" y ayudar a los menores a "experimentar los sentimientos" permite afrontar cuestiones que "si se tapan o se hace como que no existen" pueden acabar degenerando en problemas.